14 agosto 2010

4- Permiso para entrar a La Push

-Iré a caminar un rato -le informé a Esme, quien estaba con Carlisle hablando de quien sabe que cosa.
-De acuerdo, cielo -me respondió con dulzura.
-Recuerda el límite -me advirtió Carlisle.
-Lo sé -reí. Por alguna razón, Esme y Carlisle me recordaban a mis difuntos padres.
Salí, y comencé a caminar, adentrándome al bosque, recordando todo lo que habían sucedido el día anterior.
Cuando volví de la caza, me explicaron muchas cosas acerca de los vampiros.
1- Soy inmortal.
2- Puedo nadar, correr y saltar a una velocidad inhumana.
3- No debo exponerme a la luz del sol, debido a que mi piel brilla como diamante.
4- No puedo comer alimentos humanos, sólo bebo sangre.
5- No puedo dormir.
6- No puedo tener hijos.
7- Debo ser capaz de controlarme para convivir con los humanos.
8- Es probable que tenga un don, pero no lo sabremos por un tiempo.
9- No tengo que ir a La Push si no quiero causar problemas.
10- Jamás, por lo que más quiera, debo enamorarme de un hombre lobo.
La última era la más importante de todas. Al parecer, hace muchos años, una vampiro se había enamorado de un hombre lobo. Estaba prohibido el amor entre ambas criaturas. Y lo sigue estando. Ellos decidieron ocultar lo que sentían el uno por el otro, pero tras unos meses, los descubrieron. Los llevaron ante los Vulturis y los mataron a ambos. A él lo quemaron, y a ella la decapitaron.
Todo eso me daba pánico. ¿Y si me enamoraba de un hombre lobo? Tan sólo pensar en que acabarían conmigo como lo hicieron con esa pareja, me daba escalofríos.
Sin embargo, no fue todo lo que había sucedido el día de ayer. No. Lo mejor de todo, fue lo que ocurrió al final.
Flashback
-Emma, hay algo que queremos decirte -me dijo Esme cuando terminaron la explicación acerca de mi nuevo “estilo” de vida, según Alice.
-¿Qué cosa?
Todos se miraron con alegría.
-¿Te gustaría ser parte de la familia? -preguntó Carlisle.
Mis ojos se llenaron de lágrimas. Había venido a Forks con la esperanza de cambiar mi vida, y qué mejor manera que teniendo una nueva familia.
A pesar de que los conocía muy poco, los Cullen me caían muy bien.
Carlisle era médico en el hospital y una persona a la cual podías comentarle todos tus problemas; Esme era cariñosa y maternal, sin duda, era de las pocas mujeres a las que puede leerse en sus ojos el amor que tiene por su familia; Edward era tranquilo, y muy sobre protector, según Emmett; Alice era hiperactiva y amaba con locura las compras; Emmett se declaraba a sí mismo el bromista de la familia, con un gran sentido del humor y siempre dispuesto a poner a todos en situaciones incómodas; Jasper, un chico muy callado y reservado, pero realmente simpático; y por último Bella, una chica demasiado torpe y vergonzosa, era parte de la familia, a pesar de que su apellido era Swan.
También estaba Rosalie, una joven hermosa de cabellos rubios, que lamentablemente había muerto a manos de neófitos.
Por suerte, Emmett ya había superado su muerte, aunque seguía extrañándola.
Esme rogaba al cielo porque encontrara una chica que lo hiciera sentir lo mismo que sintió por Rosalie.
-Me encantaría -les respondí con un gran sonrisa.
-Bienvenida a la familia, Emma -me dijo Esme, al tiempo que unas cuantas lágrimas rodaban por sus blancas mejillas, se acercaba y me abrazaba.
Poco a poco, el resto de los Cullen fue sumándose, hasta que ese pequeño gesto se convirtió en un abrazo familiar.
Fin del flashback

Ahora, mi nuevo nombre era Emma Stone Cullen. Me sentía inmensamente feliz.
Mientras iba caminando, pude observar que se acercaba un chico. Un chico extrañamente familiar. Era alto, de piel más o menos morena y cabello negro corto. Se parecía mucho a… No, no podía ser posible.
El chico, al verme, se quedó mirándome.
-¿Emma?
Sí, era él. Era Embry.
-¿Embry? -pregunté, mientras que una enorme sonrisa se formaba en mi rostro.
Echó a correr hacia mí, y al llegar me abrazó, me levantó del suelo y me dio unas vueltas en el aire.
-No puedo creerlo, realmente eres tú -le dije, una vez que me bajó.
-Yo tampoco puedo creerlo. Me enteré de lo que eres.
-Lo siento.
-¿Por qué lo sientes? -me miró con diversión-. Estas cosas no siempre se pueden evitar. Además, prefiero que seas un vampiro y apestes durante toda tu vida, a que estés muerta.
-Muy gracioso. Yo no soy la única que apesto. Apuesto a que eres un hombre lobo.
-Ganaste.
Ambos nos quedamos un rato así, con una sonrisa estúpida en nuestros rostros. El volver a vernos después de tantos años nos hacía muy felices. Comenzamos a caminar por todo el bosque. Hablábamos de todo lo que nos había ocurrido durante el tiempo que no nos vimos.
-Bien, me toca a mí. A ver, Embry Call, qué es lo que te voy a preguntar -pensé durante unos segundos-. Ya sé, ¿estás detrás de alguna chica?
-Diría que es al contrario, soy tan apuesto que muchas chicas andan detrás de mí.
-Presumido.
-Ya sabes, es algo que nació conmigo. Y a ti, ¿te persiguen muchos chicos?
-¿Tú qué crees? Jamás me han perseguido, y jamás lo harán. No soy esa clase de mujer que buscan los hombres. Las prefieren rubias y con curvas, no morochas y con un cuerpo sin chiste.
Embry se detuvo en seco, me tomó por los hombros y me giró de manera que quedamos frente a frente.
-Déjame decirte una sola cosa, Emma. Debes prometerme que nunca más, volverás a insultarte de ese modo.
-Pero… -me silenció poniendo dos dedos en mis labios.
-Emma, eres hermosa por naturaleza. No necesitas ser rubia. Además, apostaría cinco dólares a que cualquier hombre que pudiera tenerte como su novia, amante, amiga o lo que sea, sería dichoso. Prométeme que no volverás a hablar de ti de esa manera.
Quitó los dedos y los colocó en mi fría mejilla.
-¿Lo prometes?
-Lo prometo -sonreí.
Colocó sus brazos en mi cintura, y pronto me vi envuelta en un abrazo.
-Siempre supe que tú eras la única persona que podría consolarme -le dije, mientras apoyaba mi cabeza en su hombro.
-Lo sé. Ahora, sigamos con las preguntas -nos separamos y retomamos nuestra caminata.
-Hay algo que quiero preguntarte.
-¿Qué cosa?
-Bueno, me he enterado de que no puedo ir a La Push. ¿Tienen un jefe?
-Sí, pero no entiendo a qué viene el tema de que no puedas entrar en la reserva.
-Me gustaría que hablaras con él y le pidieras permiso para que me deje ir de vez en cuando allí, y a mi amiga Kate también.
Se pasó la mano por el pelo. Asumí que no sabía que decir.
-Mira, no creo que sea fácil preguntárselo. Le hemos dado el permiso a una semivampiro así que supongo que te dejará. Le rogaré si es necesario. Cuenta conmigo.
-¡Muchas gracias!
-No hay por que, Emma. Sabes que eres como mi hermana menor.
Asentí.
-Bueno, ¿dónde quedó nuestra conversación?- preguntó, rodeándome los hombros.
Y así continuamos todo el día, hablando. Fue el mejor día de mi vida. Finalmente me había encontrado con mi amigo.

Estaba en la habitación que me habían dado mis padres adoptivos. Era color crema. Mi ventana dejaba ver el bosque, y allí había un balcón; mi cama era de una plaza; al lado, había una mesita de luz color blanco, donde fueron colocados la lámpara y el teléfono. También estaba mi pequeña biblioteca, donde puse todos mis libros. Y por último, estaban el placard, que Alice se ocuparía de llenar, mi equipo de música y mi notebook.
No era mucho lo que había, pero a mí me gustaba tal cual era.
Me recosté en la cama con uno de mis libros. Ni siquiera pude leer la primera página, porque sonó el teléfono. Atendí en el segundo timbrazo.
-¿Diga?
-Emma, soy yo -se escuchó la voz de Embry.
-¡Embry! -exclamé con alegría-. ¿Cómo estás?
-Bien, ¿y tú?
-Bien. ¿A qué se debe el motivo de tu llamada?
-Tengo excelentes noticias.
-¿Cuáles? -pregunté con impaciencia. Cuando Embry decía que eran noticias excelentes, realmente eran noticias excelentes.
-¡Tienes el permiso para entrar a La Push!
Tuve que tapar el agujero del tubo para no dejarlo sordo por el grito que pegué.
-¡Me has alegrado el día!
-Me alegro que estés contenta, pero hay una condición.
-¿Cuál?
-Si tú o tu amiga cazan en nuestra zona, no sólo les retiraremos el permiso, sino que revelaremos su existencia.
-De acuerdo. Me haré cargo de eso. Gracias por tus noticias excelentes.
-De nada, Emma. Sabes que estoy para ayudarte.
-Te quiero mucho.
-Yo también. Nos vemos.
-Adiós.
Corté la llamada, sintiéndome más feliz que nunca. Tenía permiso para ir a La Push. Podía visitar a Embry cuando quisiera.
Inmediatamente, guardé el libro donde correspondía, salí de mi habitación y bajé las escaleras.
-¡Kate! -grité.
Apareció a los pocos segundos.
-¿Qué ocurre, Emma?
-¿Te apetecería ir conmigo a caminar a La Push esta tarde?
-Pero no podemos ir allí. Recuerda que…
-Tú no te preocupes por eso -le corté-. He hablado con un amigo mío, pidió permiso para permitirnos el acceso, y han aceptado, pero con la condición de que no cacemos en sus tierras.
-En ese caso, iré -dijo, esbozando una sonrisa.
-Excelente.
Luego de eso, volví a subir. Al llegar, salí al balcón y observé el bosque, lleno de pinos. Estaba inmensamente feliz.

-Que hermoso atardecer, ¿no? -me preguntó Kate.
-Sí. Mi papá y yo solíamos verlo todos los días. Nos subíamos al techo, nos sentábamos, y observábamos -conté.
-¿En serio?
Asentí.
Kate y yo íbamos caminando descalzas por la playa. La arena estaba tibia, y el agua mojaba nuestros pies. Era muy agradable.
Jamás había tenido buenos amigos con quien compartir momentos como éste. Tan sólo pensar en los “amigos” que tuve, me provocaba tristeza. Nunca me habían tratado bien. Me usaban para las tareas y para desahogarse. No respetaban mis tiempos. Ni siquiera respetaban mi vida.
Decidí alejarme de ellos desde que abusaron de mi incapacidad para defenderme.
Flashback
-Emma, hay algo que debo decirte. Búscame en el gimnasio a la salida -me dijo Nicole.
-De acuerdo -respondí, con una sonrisa.
Nicole era lo que podía considerarse mi “amiga”. Yo era demasiado tímida para hacer amigos por mí misma.

El timbre de salida sonó, y me dirigí a encontrarme con Nicole.
Mientras iba caminando, me pareció notar que alguien me seguía. No quise voltear, así que caminé más rápido. Ella me estaba esperando en la puerta.
-Hola, Nicole -la saludé.
Ni siquiera me saludó, sólo se dignó a tomarme del brazo y hacerme entrar, cerrando la puerta.
-¿Qué es lo que quieres decirme? -pregunté, algo incómoda.
-Más bien, mostrarte -esbozó una sonrisa. Pero ésta era una sonrisa maliciosa-. Tengo una sorpresa que quiero darte por tu cumpleaños. ¿Cumples 18?
-Sí, pero todavía faltan tres meses.
-Eso no importa. Sólo espero que te guste mi regalo.
Acabó de decir eso cuando entraron cuatro chicos que estaban en el último año. Retrocedí, pero alguien me agarró por detrás, y cuando empecé a gritar, tapó mi boca con su mano.
Finalmente, se acercaron los demás y comenzaron a manosearme, abusando de mí. Lo peor de todo, fue que me quitaron la ropa, dejándome totalmente expuesta.
Nicole sonrió.
-Ya cumplí con mi parte. Ahora páguenme.
Uno de ellos le di unos cuantos billetes.
-Un placer hacer negocios contigo -le dijo.
Nicole me había engañado. Sólo había sido mi “amiga” porque esos chicos querían algo físico conmigo. Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.
-¿Qué te pasa? -preguntó el que me tapaba la boca, con fingida preocupación-. ¿Acaso estás asustada? Disfrutarás esto. Créenos.
Uno a uno fue violándome esa noche. La peor noche que pasé en toda mi vida.
Cuando acabaron, salieron del gimnasio, muertos de risa, llevándose toda mi ropa con ellos. Tenía miedo, y mucho frío. Aún no podía creer que me hubiesen hecho pasar esto.
La puerta se abrió y entró la mujer que se encargaba de la limpieza del colegio. Al verme en ese estado, se acercó corriendo hacia mí.
-¿Estás bien? -me preguntó, ayudándome a ponerme de pie, mientras se sacaba el delantal para que me cubriera.
Negué con la cabeza, y las lágrimas volvieron a brotar de mis ojos nuevamente.
Fin del flashback

-Mira eso -me dijo Kate, señalando a dos personas que iban acercándose.
Ambos venían de la mano, riéndose. Parecían tener entre dieciséis y diecisiete años. Seguramente eran novios.
-Seguro es una pareja de idiotas enamorados, ¿no crees? -preguntó.
-¿Pero qué dices? -respondí-. Se ven bien juntos, pero no logro verlos desde esta distancia.
Seguimos caminando hasta que los alcanzamos. Entonces los pude ver mejor. La chica tenía cabello rubio, lacio y ondulado; ojos celestes, claros y profundos, y era delgada. El chico tenía cabello color negro noche, igual que sus ojos; buen físico y su piel era más bien morena rojiza. Me resulta muy familiar. Me parecía haber visto su rostro en alguna parte, pero sobre todo, su mirada. Tenía una mirada seria, pero era a la vez divertida.
¿De dónde lo conocía? ¿Dónde lo había visto? Me puse a pensar, hasta que recordé.
¡Bingo! Era el chico que había estado en la mansión Cullen el día en que desperté, siendo un vampiro.
-Hola -saludó la chica.
-Hola -respondimos con Kate al unísono.
-Soy Holly Shannon -una enorme sonrisa se formó en su rostro-. ¿Y ustedes?
-Soy Kate Vulturi y ella es…
-Emma -le corté-. Soy Emma Stone. O mejor dicho, Emma Stone Cullen.
-Mucho gusto. Es un placer para mí conocer gente nueva -dijo, con entusiasmo.
El chico de ojos oscuros me estudiaba con la mirada. Si no fuera porque era un vampiro, me hubiese sonrojado.
Holly lo miró y le pisó el pie.
-¡Auch! ¿Por qué hiciste eso, Holly?- preguntó, agarrándose el pie.
-Deja de mirar a Emma y preséntate.
¡Mierda! Seguro que Kate también lo notó. Que bueno que no puede leer mentes como Edward, sino, estaría perdida, pensé.
-Me gustaría saber quien eres- dijo Kate, mirando al chico y luego a mí.
-Soy…- empezó a decir.
-Eres muy lento para presentarte, Jake -lo cortó Holly-. Mejor te presentaré por ti. Chicas, les presento a mi mejor amigo, Jacob Black.
Un momento. ¿Dijo mejor amigo? ¿Entonces no eran novios? No sé por qué, pero eso me puso contenta.
-Esperen un segundo -dije-. ¿Dijiste amigo? ¿Entonces eso significa que no son novios?
Holly y Jacob se miraron y estallaron en estruendosas carcajadas.
-Por supuesto que no -me explicó Jacob-. Sólo somos amigos. Nada más.
-Pues la imagen que reflejaban de lejos parecía decir exactamente lo contrario -Kate lo miró con cara de “a mí no me engañas”.
-Él dice la verdad, Kate -lo defendió Holly.
-¿Qué estaban haciendo? -pregunté, cambiando de tema para evitar que se pelearan.
-Caminando -respondió Jacob, como si fuera lo más obvio del mundo.
-¿Quieren pasear con nosotros? -preguntó Holly.
-¿Te molesta? -me dirigí a Kate.
-No, vamos.
-¡Perfecto! -saltó Holly.
Inmediatamente me tomó del brazo e hizo lo mismo con el brazo de Kate.
Los cuatro emprendimos la marcha.
Mientras íbamos caminando, con Jacob detrás nuestro, me puse a pensar en las miradas que me dirigía. No me incomodaba. Y, además, en ningún momento las había dirigido a mi cuerpo. Todo el tiempo me miró a los ojos, como si quisiera memorizar mi rostro en su mente
Lo primero que hacían todos los hombres de Londres (el lugar donde vivía antes de mudarme a Forks), bueno, quizás no todos, era mirar el tipo de cuerpo que poseía cada mujer. Si era bueno, enseguida querían algo con ellas; si no, te despreciaban. Al menos, así eran ellos.
-Jake, ¿es que no piensas integrarte en el grupo? -le preguntó Holly, mientras nos deteníamos para que nos alcanzara.
-Son cosas de chicas. No quiero intervenir –respondió. Luego sonrió-. Aunque me muero por saber de que están hablando.
-¿Por qué no hacemos algo que nos entretenga a todos? -pregunté.
-Buena idea -aprobó Kate-. ¿Qué les parece si hacemos salto de acantilado?
-Suena bien -dijo Jacob.
-¡Estupendo! -Holly estaba emocionada.
-¿Y tú qué dices, Emma? -me preguntó Jacob.
Me quedé pensativa. El acantilado. El lugar donde estuve a punto de morir. Aún lo recordaba, como si hubiera ocurrido hace unos minutos.
Flashback
Un extraño sonido interrumpió mis pensamientos. No, por favor, que no sea lo que estoy pensando.
Desgraciadamente, un pedazo de roca se rompió. La mala suerte es que era donde estaba parada. Ni siquiera pude gritar. Todo esto me tomó por sorpresa.
Comencé a caer a gran velocidad. Al poco rato, quedé sumergida en el mar. El agua estaba helada. Mi cuerpo se congelaba tanto que no lo sentía.
Fin del flashback

-Tierra llamando a Emma -Holly interrumpió mi recuerdo, agitando su mano delante de mi rostro.
Tardé unos cuantos segundos en reaccionar.
-¿Ocurre algo? -preguntó Kate.
-No, nada –respondí.
-Entonces, vamos a hacer salto de acantilado.
Antes de que pudiera darme cuenta, estaba frente al acantilado. Kate y Holly ya se habían lanzado. Yo aún no me animaba a eso. Sabía que era inmortal, pero ese recuerdo me volvía a la mente una y otra vez.
Me acerqué hasta la orilla y miré hacia abajo. Las olas se movían con brusquedad. Iguales a las de aquel día. Sin pensarlo dos veces, di unos cuantos pasos atrás, hasta que choqué con alguien. Dí media vuelta, para encontrarme cara a cara con Jacob.
-¿Estás bien? -preguntó, mirando mis ojos, rojos como la sangre.
-No -respondí sinceramente.
-Hay algo que nos ocultaste a los tres. ¿Puedo saber de qué se trata?
-No creo que te importe -bajé la cabeza, mirando al piso.
Jacob puso dos dedos bajo mi barbilla, obligándome a alzar la vista.
-Sí me importa. Me gustaría saber por qué te aterra el acantilado.
Decidí contarle todo.
-Bueno -empecé-, cuando llegué a La Push comencé a caminar, adentrándome en el bosque, y me perdí.
-¿Por qué viniste a La Push?
-Bueno, tengo un amigo mío que vive aquí, y prometió ayudarme a superar la muerte de mis padres.
-Lo lamento -se disculpó.
-No tienes que hacerlo. No lo sabías.
-Lo sé. Ahora, continúa.
Asentí.
-Me perdí en el bosque y miré para todos lados con la esperanza de encontrar a alguien que pudiera guiarme. Pero en vez de una persona, encontré un animal.
»Esa criatura parecía un lobo. Era enorme, de pelaje rojizo y ojos oscuros. Miraba en mi dirección. Me entró el pánico y eché a correr, con el lobo pisándome los talones. Corrí y corrí hasta que llegué aquí. No podía seguir camino. Traté de dar marcha atrás, pero me bloqueó la salida.- Jacob me escuchaba atentamente.- No sabía que hacer. Estaba en estado de shock, hasta que un pedazo de roca se rompió donde estaba parada y caí. Las olas eran fuertes e hicieron que me golpeara la cabeza contra algo sólido.
» Fue ahí que lo vi. Felix se acercó a toda velocidad y me sacó del agua. Después de eso, todo se volvió negro. Me sentía muy débil. Ni siquiera tenía fuerzas para abrir los ojos. Lo peor de todo es que sabía que estaba muriendo. Pero luego…
-Te transformaron -completó.
-Sí.
-Ahora entiendo. Este lugar te trae esos recuerdos a la mente.
Asentí.
Jacob puso una de sus manos en mi mejilla.
-Lamento mucho que hayas tenido que pasar todo eso.
-Fue horrible.
-No me lo imagino -tocó mis labios con uno de sus dedos.
Me miró profundamente a los ojos. Luego cerró los suyos y comenzó a inclinar su rostro hacia el mío.
No sabía si detenerlo o no. Mi mente me decía que lo detuviera, pero mi corazón, que ya no palpitaba, me decía que disfrutara este momento. Sabía que iba a besarme. Pero, ¿qué debía hacer? No era una decisión fácil. Es decir, apenas lo conocía. Pero qué más da. Decidí seguir a mi corazón. Cerré los ojos, esperando que sus labios rozaran los míos.
-¡Emma! -gritó Kate.
Abrimos los ojos y nos separamos rápidamente.
-¿Qué ocurre? -pregunté.
-Ven a hacer salto de acantilado con nosotras.
Miré a Jacob, quien me dirigió una mirada de ánimo.
-Está bien.
Kate sonrió de oreja a oreja.

Esa noche, mientras miraba el hermoso paisaje que me ofrecía la terraza, pensaba en lo que Jacob y yo habíamos estado a punto de hacer.
Jacob. Tan sólo mencionar su nombre hacía que mi cuerpo sintiera una extraña sensación. Una que jamás había experimentado. Sólo significaba una cosa.
Acababa de enamorarme de Jacob Black.

No hay comentarios:

Publicar un comentario