22 octubre 2010

Nota de autor 2

Mis queridas lectoras:
Las tengo re olvidadas! Es muy probable que el capi 10 lo suba el próximo viernes (no se ilusionen).
El problema es que el colegio me dificulta. Ya termina el año y hay que ponerse a full con las materias, lo que significa EXÁMENES! Los odio!! Pero bueno, no se puede hacer nada, más que estudiar.
Sé que deben estar comiéndose las uñas para saber que va a pasar. Como soy buena les voy a dejar el principio (pero un pedacito) del próximo capítulo: Nuevo "visitante"

JACOB

-¡Jacob! -me llamó Seth-. Te estamos buscando desde hace horas.
Miré a un costado y pude divisarlo a él, junto con Embry y Quil.
-¿Qué te tiene tan pensativo? -preguntó Quil.
Emma, respondí en mi mente. Estaba pensando en ella, como lo hacía desde la primera vez que la había visto. Aún no sabía si decirle aquello que me estaba carcomiendo por dentro desde hacía unos días.
Tarde o temprano, ella deberá saber la verdad, pero tan sólo pensar en que no querrá verme más si se lo digo, es algo que no me quiero imaginar. No soportaría que se apartara de entre mis brazos.
Hace un tiempo, cuando Bella me dijo que su amor por Edward era más fuerte y que eso nunca cambiaría, comencé a pensar que estaría solo para toda la vida. Durante unos cuantos meses albergué la esperanza de que las cosas no serían como yo creía, pero luego perdí la fe. Hasta que apareció Emma y lo cambió todo.
Cuando pisó por primera vez el bosque de Forks y mis ojos la vieron, no pude quitarla de mi mente. Su cabello castaño ondeando con la brisa del viento, sus brillantes ojos verdes. ¿Quién podría olvidar a semejante belleza? Pero las cosas dieron un giro impresionante ese mismo día, cuando la transformaron en vampiro.
Ahora ella había cambiado. Era diferente.

Chan!! Eso es todo! Sé lo que se siente esperar y esperar que el autor o autora termine de escribir el capítulo, por eso decidí dejarles este pedacito. Un POV de Jacob, regalo para todas sus fans! ♥♥♥
Nos vemos por ahora y nos leemos pronto.
Besos,
Avery

02 octubre 2010

9- La fiesta de disfraces

-¡Por fin apareces! -exclamó Emmett al verme bajar por las escaleras-. ¿Dónde te habías metido?
-Estaba en mi habitación -respondí, tratando de no pensar en cierta persona, ya que corría el riesgo de que Edward supiera qué había estaba haciendo y con quién.
En el living estaban Carlisle, Esme, Edward, Bella, Emmett, Holly, Kate, Alice, Jasper y Patrick.
-Ya que estamos todos presentes -empezó a hablar Carlisle-, quería hacer algunos anuncios. Primero, Esme y yo nos iremos por dos semanas.
-¿A dónde? -cuestioné.
-Isla Esme -respondió.
-¿Qué es eso? -preguntó Kate.
-Es una isla que le regaló Carlisle a Esme. La mayoría de las veces se van allí para estar "solos" -contestó Emmett con una sonrisa burlona.
Alice se acercó a él y le propinó un puñetazo.
-¿Por qué hiciste eso? -preguntó Emmett, frotándose el brazo, aunque todos sabíamos que era en broma porque no había sentido dolor alguno.
-No sabes apreciar la vida íntima de las demás personas -le dijo, con cara de ofendida.
-Como les iba diciendo -Carlisle miró a Emmett con mala cara-, nos iremos allí por catorce días. Les queremos pedir un solo favor: cuiden la casa y nada de fiestas raras.
-Pediste dos favores, no uno -le dijo Alice.
Esme miró a Alice con advertencia.
-Lo importante es que no destruyan la casa. Y vigilen que nada malo le pase a mi jardín, porque se arrepentirán -nos amenazó Esme.
-¿Algo más? -preguntó Kate.
-Eso es todo. Ahora debemos irnos. El avión sale dentro de treinta minutos. Cuídense -Carlisle y Esme se despidieron de nosotros, metieron las maletas en el baúl, subieron al auto y se alejaron por la calle.
-Bien, ahora que se fueron, les diré lo que tengo en mente: ¡una fiesta de disfraces! -exclamó Alice.
-No, no y no -Edward se dirigió a Emmett-. No te atrevas a apoyarla. Saben lo que pasará si nos dejamos guiar por la duende maniática.
-Alice, antes de que digas algo más, quiero anunciarte que no participaré en esta fiesta. Ni en mis sueños usaría un disfraz y, conociéndote, me harás usar uno corto -dijo Bella.
-Pero, Bella… –empezó a decir Alice.
-Basta, Alice –la interrumpió Edward-. Te diré lo que haremos: te dejaré los discos de música para que puedan disfrutar la fiesta, pero Bella y yo no asistiremos.
-Lo que digas, hermanito. Ahora tenemos que arreglar todos los detalles. Todavía nos faltan muchas cosas si queremos celebrar la fiesta en tres días: necesitamos la lista de invitados, por supuesto que vendrán los chicos del instituto; bebidas y comida si queremos agasajarlos; invitaciones. Y, por último, nos quedan los disfraces -se volvió a nosotras-. Tengo el disfraz perfecto para todas ustedes. Tendrán que probárselo para ver que sea de su talla; maquillarse; peinarse; comprarse calzado; también necesitaremos joyas para lucir aún más hermosas de lo que ya somos…
-¡Alice, por favor deja de hablar! -exclamó Emmett.
-¿Qué hice ahora?
-Nos estás mareando con tantas palabras -respondí.
Alice ni siquiera me escuchó, sino que tomó el teléfono y empezó a encargar la comida y la bebida para la fiesta.

Mañana era la noche de “la mejor fiesta de disfraces de todos los tiempos”, como le dice Alice. Luego de haber hecho, aproximadamente, unas veinte llamadas, finalmente, ya tenía todos los preparativos: la comida, la bebida, la música, las invitaciones (que llegan hoy de la impresa), la decoración. Pero aún faltaba lo más importante: los disfraces. No quería imaginarme el tipo de vestuario que me haría usar Alice.
-Emma -me llamó Holly desde la escalera.
-¿Qué pasa? -dije, dejando el libro que estaba leyendo a un lado y levantándome del cómodo sillón.
-Alice quiere que vayamos a su habitación… para darnos nuestros disfraces -respondió.
-¿Qué tipo de disfraces crees que sean? -le pregunté, al tiempo que subíamos las escaleras en dirección al cuarto de Alice.
-Desde luego, cortos, ajustados y escotados -respondió, riendo.
Estoy perdida, pensé.
Cuando llegamos y entramos, vimos que Kate, Karissa, Kristina, Tessa y Alexis estaban ahí, esperándonos.
-De acuerdo, chicas -empezó a hablar Alice-. Ha llegado el momento de darles sus disfraces para la mejor fiesta de disfraces de todos los tiempos de mañana.
Fue a su guardarropa y sacó siete percheros, de los cuales colgaban los disfraces. Para que no se ensuciaran ni nada, Alice les había puesto una bolsa de nylon antes de guardarlos.
-Las nombraré y tendrán que venir a buscarlos. Y no quiero quejas -añadió, mirándome. Luego empezó a llamarnos-. Kate, este es tuyo.
-¡Me encanta! -exclamó, tomándolo y sentándose en la cama.
-Karissa y Kristina -las chicas se acercaron con una enorme sonrisa en sus rostros a tomarlos-. Tessa y Alexis -le entregó a cada una su respectivo disfraz-. Y, por último, Holly y Emma.
De haber seguido siendo humana, me habría desmayado al ver mi disfraz.
-Alice, no puedo ponerme esto -le espeté.
-¿Por qué no? Es perfecto para ti.
-Porque…
En ese momento, escuchamos una voz conocida que venía desde la planta baja. Me tensé. Era Felix.
-¿Qué está haciendo él aquí? -preguntó Kate, llena de furia, al mismo tiempo que dejaba el disfraz a un lado, salía de la habitación y bajaba a averiguar.
Holly me rodeó los hombros con su brazo, brindándome apoyo.
-Tranquila, Emma -me dijo.
-Pero, ¿y si mañana se presenta en la fiesta? -cuestioné, llena de pánico.
-No lo hará. Estaremos alertas por si decide entrar a esta casa -me aseguró Alice-. No permitiremos que vuelva a hacerte lo mismo que aquella noche. Por lo menos, nunca antes te sucedió. De no haber evitado lo que Felix estuvo a punto de hacerte…
-No, Alice. No es la primera vez que me ocurre algo así -la contradecí, sentándome en la cama, con Holly a mi lado.
Alice me miró con sorpresa.
-¿Qué quisiste decir con eso, Emma? -me preguntó, acomodándose al otro lado.
-Hay algo que deben saber… sobre mi pasado. Pero esperaremos a que venga Kate.
Hablando de Roma, justo en ese momento, entró Kate.
-¿Hubo algún problema? -le preguntó Karissa.
-No. Quiso venir a hablar con Emma y pedirle disculpas por lo que pasó esa noche. Lo eché de aquí diciéndole que si se acercaba a ella, podía considerarse vampiro muerto -nos contó. Observó mi cara-. ¿Ocurre algo, Emma?
-Algo que quiere contarnos. Pero estaba esperando a que vinieras -le explicó Tessa.
-Habla -dijo, arrodillándose a los pies de la cama-. Soy toda oídos.
-Verán, antes de que yo naciera… -empecé a narrar mi pasado.
Al terminar, pude ver que las chicas me miraban con tristeza. Holly me abrazó con fuerza.
-No sabíamos eso, Emma -me dijo Alice-. ¿No te sentías preparada para contarnos?
Negué con la cabeza.
-Por eso tenía mucho miedo esa noche. No quería volver a pasar por lo mismo -les expliqué.
-Y pensar que Felix es uno de mis guardias. Si no él no fuera tan fuerte, lo mataría -dijo Kate.
-Hombres. Se piensan que son los mejores -observó Alexis-. No les importa lo que sufrimos.
-Tienes razón -concordó Tessa-. Ellos son de piedra y nosotras de corazón. Al menos, nosotras tenemos sentimientos. Sé que no todos los chicos son así, pero la gran mayoría son unos insensibles.
-Todo esto me recuerda la canción de Beyonce -dijo Karissa.
-¡Es verdad! -exclamó Kristina-. “Si yo fuera un chico, sólo por una vez, yo me vestiría como quiero…” -empezó a cantar.
-“Con lo que vea primero y me voy” -la siguió Karissa.
Al poco rato, todas nos enganchamos.
-“Si yo fuera un chico, sé que podría saber, comprender mucho mejor lo que es amar a una mujer. Sabría escuchar, pues conozco el dolor de perder a quien se quiere porque ignoras lo que tienes, y quedas sin saber que pasó” -cantamos el estribillo.

La gran noche llegó. Las chicas y yo nos encontrábamos en la habitación de Alice, preparándonos para poder asistir. No podía dejar de mirarme en el gran espejo que tenía colgado en una pared. Tenía puesta una falda escocesa color roja que me llegaba a la mitad del muslo; una camisa blanca, ajustada, la cual estaba anudada por debajo de mi busto, con lo cual dejaba mi vientre al aire; una corbata haciendo juego con la falda; medias transparentes y, por último, zapatos con un poco de taco.
-Alice, no creo que pueda bajar vestida así -dijo.
Por el reflejo del cristal, pude ver que se paró detrás de mí. Sonrió.
-Emma, este disfraz de colegiala te queda estupendo.
-¿Eso crees? -pregunté.
-¡Por supuesto! -exclamó-. Ahora ven -dijo, tomándome del brazo-. Todavía tenemos que peinarte y maquillarte.
Me hizo sentarme en una silla frente a una mesa, sobre la que había sombra para ojos, lápiz labial, rubor, rímel, delineador, un secador de pelo, un cepillo para el pelo, horquillas, aros, pulseras, collares y anillos.
-Holly, ¿podrías ayudarme con el maquillaje? -le preguntó Alice a Holly, quien ya estaba lista.
-Claro. No hay problema -respondió.
Esa noche, ella estaba increíble, al igual que todas las chicas. Aclaración: todos los vestidos que usaban las chicas llegaban a la mitad de los muslos, con lo cual, a los chicos podían darles una perfecta visión de las piernas. Holly llevaba puesto un vestido blanco con botoncitos rojos y mangas que tenían unos pequeños moños rojos. En la cabeza, llevaba un gorrito blanco con el dibujo de la cruz roja. Sin duda, era una doctora que haría babear a Emmett.
Kate estaba usando un vestido negro, una cinta roja que rodeaba su cintura, guantes del mismo color, botas negras con taco que le llegaban hasta las rodillas y, como toque final, una bincha negra con cuernitos rojos y un tridente del mismo color. Patrick abriría los ojos muy grandes cuando la viera a esta diablita.
Tessa tenía puesto un vestido a rayas negras y amarillas. Al final del traje tenía una especie de volado negro y un moño del mismo color debajo del busto. Tenía cosidas un par de alas en la parte de atrás de la prenda. Me encantaba como le quedaba su disfraz de abejita. Se veía muy adorable.
Alexis llevaba puesto un vestido negro con un delantal blanco encima de este. En el cuello tenía una cinta negra con un moño del mismo color, y usaba unas medias blancas que le llegaban a las rodillas y zapatos negros. En la mano traía un plumerito para completar el disfraz de mucama.
Karissa y Kristina tenían puesto unos corsé, algo ajustados, y zapatos con taco negros; medias transparentes. Para completar el vestuario, un pequeño pompón en la parte de atrás del corsé y unas orejitas en la cabeza les daba el aspecto de dos conejitas dulces.
Alice nos sorprendió a todas. Creíamos que también usaría algo corto, pero estaba usando un largo vestido color celeste, casi blanco. En los pies lucía unos hermosos zapatitos con un poco de taco. Como toque final, en la cabeza tenía puesta una pequeña coronita. Jamás nos imaginamos que se vería tan hermosa con el disfraz de Cenicienta. Parecía más una novia camino al altar que una princesa de cuento de hadas.
-Estás lista -anunció Holly. Me había hecho unos cuantos bucles que caían por mi espalda como cascada-. Te ves muy bien, Emma -se acercó a mi oído-. Sé que a Jacob le encantará verte vestida así.
Qué bueno que ya no me sonrojo, pensé.
-Déjame darte un toque de brillo, sombra de ojos, rímel, rubor y estarás preparada para bajar -dijo Alice.
Luego de maquillarme, finalmente bajamos las escaleras para comenzar la fiesta.

El living de la casa estaba irreconocible. Habían sacado los sillones y el televisor plasma, con lo cual quedó un espacio grande para que la gente pudiera bailar. Las mesas con la comida y las bebidas se hallaban a un costado, de modo que no estorbaran mucho a los invitados. En el techo habían colgado una bola de disco. Los rincones de la casa estaban repletos de jarrones con rosas, tulipanes y algunas orquídeas. También podía sentirse el delicioso aroma a jazmín, ya que colocaron unas cuantas velas aromáticas.
En el patio, unos cuantos sillones (algunos “escondidos” detrás de unos arbustos para que, según Emmett, algunas parejas tuvieran privacidad), pequeños faroles que iluminaban el lugar con velas, la fragancia a bosque y la luna brillando, le daban al lugar un aspecto hermoso.
Mientras bajaba la escalera, pude notar las miradas lujuriosas que recibían las chicas, en especial Kate y Holly. Era increíble la cantidad de gente que había invitado Alice.
Reí para mis adentros cuando Patrick, quien llevaba puestos unos jeans blancos y una camisa haciendo juego, besó a Kate con pasión, como para indicar a los demás chicos que ella le pertenecía a él. Emmett hizo lo mismo con Holly.
Al parecer, es típico de Forks besar a sus parejas para aclarar a quién pertenece cada quién, pensé.
Me escabullí por los costados para evitar que me vieran con esta ropa. En ese momento, dos manos me tomaron de los brazos y unos labios se posaron en mi cuello.
-Señorita, usted no debería estar aquí. ¿Por qué no está en su salón? -preguntó una voz que conocía con claridad.
Jacob me hizo dar media vuelta para besarme con intensidad. Cuando separó nuestros labios, miré alrededor, pues temía que alguno de mi familia nos hubiese visto. Suspiré aliviada cuando me di cuenta de que no fue así.
-Tranquila -me dijo, mordiendo el lóbulo de mi oreja-. Estamos bastante escondidos en este lugar, y, además, no me arriesgarían a que nos descubrieran. ¿Crees que soportaría que te arrancaran de mis brazos?
-No te creo capaz -dije, con una sonrisa. Observé que traía un jean azul y una camisa que marcaba el contorno de los músculos de su pecho. Eso hubiera sido suficiente para que me desmayara.
Él rió y luego se inclinó para darme un suave beso en los labios.
-Por cierto, vino alguien especial.
-¿Quién? -cuestioné.
Jacob señaló a la pista, donde un chico disfrazado de policía intentaba pasar entre las numerosas personas que bailaban. Sonreí al verlo.
-¡Embry! -exclamé.
Embry vino corriendo y, al llegar, me envolvió en un de esos abrazos de oso que te dejan sin respiración.
-¡Cuánto me alegro de verte, Emma!
-¿Y esto? -le pregunté, señalando su disfraz de policía.
-Cortesía de Alice -respondió.
Rodé los ojos.
-Nunca lo hubiera imaginado.
Miré a un costado y vi que varios chicos muy parecidos a Embry nos observaban. Eso me incomodó un poco.
-¿Quiénes son ellos? -cuestioné.
Embry miró en la misma dirección.
-Son amigos. Te los presentaré -dijo, rodeando mis hombros con uno de sus brazos y llevándome a donde estaban.
Jacob nos siguió detrás. Si hubiese sido por mí, me habría lanzado sobre él para besarlo con pasión. Lamentablemente, no podía hacer eso delante de tanta gente, y menos delante de mi familia, por lo que tengo que aguantarme las ganas.
-Emma, ellos son Paul, Jared, Quil y Seth -los presentó, señalándolos respectivamente.
Pude observar que todos se parecían mucho. Eran de tez morena, cabello y ojos oscuros (uno de ellos los tenía claros) y con buen estado físico. Por la pestilencia, me di cuenta de que eran licántropos.
-¿Así que tú eres la vampiro de la que Embry siempre habla? –preguntó Paul, un chico que me asustaba un poco con su cara de pocos amigos.
-Supongo que sí –respondí. Noté que Jacob se moría por decirle algo acerca de la forma en que me había hablado, pero se quedó callado.
-Sabes que tú eres una enemiga, ¿verdad? –continuó.
Asentí.
-También sabes que si llegas a causar problemas, las consecuencias serán graves.
-Déjala, Paul –intervino el más joven de ellos, Seth-. Recuerda que a ella no le agrada mucho la idea de ser lo que es.
-Es verdad –dije.
-Nos han dicho muchas cosas buenas sobre ti –habló Quil, quien, junto con Jacob, era el mejor amigo de Embry.
-¿Podríamos hablar de otra cosa? –rogué-. No me gusta que la gente hable sólo de mí. Me incomoda.
-Excelente fiesta –comentó Jared, mirando la decoración-. ¿Quién lo adornó?
-Alice –contesté.
-¿La compradora compulsiva? –cuestionó Seth, riendo.
Todos estallaron en estruendosas carcajadas, excepto Paul. Me di cuenta de que no dejaba de observarme con desconfianza.
-Tengo que hablar contigo, Paul –le dijo Embry, quien, al parecer, también lo había notado-. Jacob, ¿podrías quedarte un segundo con ella? –le preguntó.
-Claro que no –respondió, gustoso por la oferta que le había hecho mi amigo.
Embry hizo una señal a los demás para que lo acompañaran. Al instante, desaparecieron por la puerta.
-¿Hice algo malo? –le pregunté a Jacob.
-Por supuesto que no, cielo –respondió, acariciando mi mejilla-. Él sólo quiere platicar acerca de esa mirada que te dirigía. Los demás fueron con ellos por si acaso Paul se transforma.
-¿No se transforman con la luna llena?
Negó con la cabeza.
-Eso ocurre cuando estamos enojados. Sientes que una hilera de fuego te recorre todo el cuerpo… Es difícil. A veces quieres controlarlo, pero no puedes. Paul tiende a enojarse con mucha facilidad, por lo que podría convertirse en lobo en cualquier segundo.
»Además, puede ser peligroso. Si te transformas cerca de un humano, puedes lastimarlo. La prometida de Sam, Emily, tiene una cicatriz de un lado de la cara. Sam se la hizo. No pudo ser capaz de dominarse… y ella estaba muy cerca. Él se siente muy mal por eso.
Comprendí que ser hombre lobo tenía sus conflictos, como el que me acababa de decir.
-¿Y Emily está mejor? ¿La herida fue muy grave? –le pregunté.
-La marca va desde la comisura de sus labios hasta el costado del ojo. Pero ya no hablemos más de esto. Otro día te contaré mejor, ¿de acuerdo?
Asentí. Jacob tomó mi mano y me llevó a uno de los recovecos de la casa, donde nadie pudiera vernos juntos.
En ese momento, el salón entero se oscureció. Una suave melodía comenzó a sonar y, al poco rato, una voz conocida empezó a corear la letra de la canción.

You lift my feet of the ground
You spin me around
You make me crazier, crazier
Feels like I’m falling and I
I lost in your eyes
You make me crazier, crazier, crazier


Cuando la melodía comenzó a resonar en el ambiente, las parejas se fueron juntando para bailar. El ritmo era lento, y la letra, hermosa. Jacob me apartó de la pista, ya que en el centro estaban todos los que nos conocían. Me arrinconó en una de las esquinas, rodeó mi cintura con sus brazos, me acercó más a su cuerpo y comenzamos a mecernos al compás de la canción.
-Me encanta esta canción -le dije.
Jacob inclinó su rostro hacia el mío de manera que podía sentir su abrasador aliento en mis labios.
-¿Se puede saber por qué? -preguntó.
Sonreí.
-Porque el estribillo describe a la perfección cómo me siento cuando estoy contigo -respondí.
Esbozó una enorme sonrisa antes de juntar nuestros labios en un beso dulce. Nuestras bocas se acoplaban y se movían como si fueran una sola. Dirigí mis manos a sus hombros para luego descender por su musculoso pecho. Podía escuchar con claridad el rítmico latido de su corazón. Apoyé mi mano ahí, sin dejar de besarlo. Pude sentir sus manos en mi desnuda cintura. Cuando rozó la piel de mi vientre, todo mi cuerpo se estremeció. Sabía que esto terminaría de otra forma si yo lo dejaba avanzar. Aún no me sentía preparada para ese paso, debido a lo ocurrido con Felix y mi pasado. Pero ahora era diferente. Mi mente no estaba muy clara en este momento, por lo que, cuando Jacob separó nuestros labios en busca de aire, tomé su mano y lo llevé al jardín, donde habían unas pocas personas. Todas borrachas, por cierto. Sin prestarles atención, seguí caminando.
-Emma, ¿a dónde vamos? -me preguntó Jacob, confundido.
-Ya verás -respondí.
Nos escabullimos por detrás de un árbol que había a unos pocos pasos de distancia. Había unos cuantos sillones de cuero negros, iluminados por unos pequeños faroles y la luz de la luna, dándole un aspecto celestial.
Solté la mano de Jacob y me senté en uno de ellos. Él se sentó a mi lado.
-¿Ocurre algo? -me preguntó, colocando una de sus manos cálidas en mi mejilla.
-Nada.
-Se nota. Vamos, puedes contarme.
Cerré los ojos y disfruté de la caricia que me otorgaba con su dedo pulgar.
-Emma, no llevaremos mucho tiempo juntos, pero sé que hay algo que te preocupa. Cuéntame, cielo.
-Tengo miedo -le dije, mirándolo.
-¿De qué?
-De él. Estoy muy asustada. Temo que él regrese.
Noté que el cuerpo de Jacob se tensó, por lo que me di cuenta de que ya sabía a quién me refería. Tomó mi rostro entre sus manos y me miró con seriedad.
-Quiero que escuches con atención, Emma. Mientras yo esté aquí, no voy a permitir que él te ponga las manos encima. No sería capaz de soportar que te hagan daño, y mucho menos si sufres porque él te causó dolor. No estoy dispuesto a perderte. Significas mucho para mí.
»Eres la razón por la quiero vivir, la razón por la que mi corazón late. Mi amor, no sabes lo bien que me has hecho. Antes de que llegaras a Forks, mi mundo estaba oscurecido por las sombras, pero tú me sacaste de allí con una sonrisa de esas que me gustan y que sólo me gusta verlas dibujarse aquí -tocó mis labios con su dedo índice-. Te amo con mi vida. Amo tus ojos, aunque sean rojos y asusten un poco -reímos-; amo que tus labios rocen los míos -me besó con dulzura-; amo el sonido de tu voz. Sería capaz de reconocerla aún si fuera ciego. Amo la suavidad de tu piel -acarició mi cintura, logrando estremecerme-, pero sobre todo, te amo porque, a pesar de ser diferentes, me has dado una oportunidad para amarte.
»Nunca me cansaré de decírtelo. Te amo con todo mi corazón, mi hermosa y dulce Emma.
Cuando dijo aquellas palabras, no pude evitar contener las lágrimas. Jacob las secó con sus labios. Acercamos nuestras bocas e iniciamos un beso cargado de amor y pasión. Mis dedos se dirigieron a los botones de su camisa para sacársela. A los pocos segundos, ésta cayó, de manera que pude recorrer su musculoso pecho con mis manos.
En ese momento, sentí el sillón en mi espalda y el cuerpo cálido de Jacob sobre el mío. Enrollé su cintura con mis piernas para tenerlo más cerca. Mientras él besaba mi cuello y yo acariciaba su espalda, sus manos comenzaron a recorrer mis piernas para luego terminar en el nudo de mi camisa. Inmediatamente, supe cuál era su objetivo, pero al parecer, no quería hacer algo que a mí no me gustara. Como no pensaba con claridad, decidí ayudarlo. Desabotoné el primer botón de mi blusa y los otros dos, con lo cual dejaba a la vista el sostén de encaje blanco que Alice había insistido en que me pusiera. “Es el sostén perfecto… para que los chicos caigan a tus pies”, había dicho Kate. Cuando me disponía a deshacer el nudo, Jacob tomó mis manos y las apartó de allí.
-Déjame hacerlo -dijo, con un aire travieso en los ojos.
Lentamente, lo desató, rozando de vez en cuando la piel de mi vientre, volviéndome loca. Mi camisa, al igual que la suya, terminó en el suelo. Jacob me apretó contra su pecho, dirigió su boca a mis hombros, tomó unos de los tirantes del sostén entre sus dientes y comenzó a deslizarlo por mi brazo, repitiendo lo mismo con el otro. Al terminar, sus manos viajaron a mi espalda para poder desabrocharlo. Apenas desapareció mi prenda, sentí su boca en mis senos, con lo cual di un pequeño gemido.
En ese momento, oímos el crujir de una rama. Rápidamente, miramos alrededor, esperando ver a alguien, pero no vimos ni siquiera una sombra, y eso que ambos podemos ver bien en la oscuridad.
-¿Qué fue eso? -pregunté, temerosa de que nos hayan descubierto.
-No sé, Emma -respondió Jacob, apretándome contra su pecho en un intento de calmarme.
-¿Crees que…?
-Espero que no.
Nos separamos lentamente. Mientras él recogía su camisa y se la ponía, yo hacía un esfuerzo por colocarme el sostén, cosa que no podía hacer con rapidez debido a la sensación que tenía acerca de que alguien o algo nos estuvo observando. Sentí los dedos de Jacob tomando el broche y cerrarlo con facilidad.
-Gracias -susurré, algo avergonzada.
-De nada -dijo, dándome la blusa.
Algo incómoda por lo que acababa de suceder entre Jacob y yo, abotoné la camisa y volví a hacer el nudo. Iba a irme de allí cuando me tomó del brazo, obligándome a detenerme. No avancé más, pero mantuve mi mirada clavada en el suelo.
-¿Cómo te sientes? -me preguntó, colocando dos dedos bajo mi barbilla y alzando mi rostro para mirarme a los ojos.
-¿Qué quieres decir?
-Es por lo que acaba de suceder, ¿verdad?
Me mordí el labio inferior. ¿Tan obvia soy?, pregunté para mis adentros.
-Creo que ya tengo mi respuesta –dijo con seriedad.
-¿Estás enojado? -pregunté, con miedo.
Él sonrió y luego me besó con dulzura.
-Por supuesto que no, cielo. Me preocupaste. Temía que lo que pasó hace poco fuera algo que tú no querías. No quiero que te sientas presionada ni nada por el estilo.
Suspiré.
-Mejor volvamos antes de que noten nuestra ausencia -dijo, tomando mi mano y entrelazando nuestros dedos.
Caminamos hasta llegar de nuevo al salón. Lamentablemente, tuvimos que separarnos antes de entrar, algo que ninguno de los dos deseaba.
-Y ahora -se oyó de pronto la voz del DJ-, aquí tienen otra canción lenta para bailar. Pero deberán hacerlo con otra pareja, no pueden elegir la misma.
La música comenzó a sonar nuevamente en el ambiente. Todas las chicas hicieron muecas cuando se enteraron que no podían bailar con sus “novios”. Fue muy gracioso verlas. Otras, sin embargo, aprovecharon para buscar a los chicos más lindos y tener un rato con ellos. De repente, una mano me tocó el hombro. Di media vuelta y me encontré con un chico absolutamente divino. Era de tez blanca, cabello castaño y ojos azules. Tenía, además, un excelente físico, aunque no tanto como mi Jacob.
-¿Podemos bailar? -me preguntó, ofreciéndome su mano.
Miré para los costados, pero no había señales de ese lobito que me volvía loca. El chico seguía observándome, esperando mi respuesta.
-Está bien –respondí, colocando mi mano sobre la suya.
En el momento en que sentí su piel, me di cuenta de que no era un vampiro, pero tampoco era un humano. Cuando me acercó más a su cuerpo, percibí un aroma delicioso. Sangre. Intenté alejarme de él, pero era imposible, ya que me tenía firmemente agarrada.
-¿Algún problema? –preguntó.
-No, es sólo que… -piensa rápido, Emma-. No quiero...
-¿Hacerme daño?
Lo miré sorprendida. El chico acercó su boca a mi oído.
-No te preocupes por eso. Sé que eres un vampiro. Yo soy semivampiro –me susurró-. Por cierto, soy Nick. ¿Y tú?
-Emma.
-Muy bien, Emma, bailemos.
Tomó mis brazos para colocarlos alrededor de su cuello; luego rodeó mi cintura con los suyos, con lo cual comenzamos a bailar, siguiendo el compás de la canción. Me sentía algo rara. Era absurdo que ya me hubiese acostumbrado a los fuertes brazos de mi lobito y sus cálidos labios rozando mi boca, mi mejilla y mi garganta. Deseaba que fuera él quien me abrazara en esos momentos.
Observé a los costados para ubicar a las chicas. Pude ver a Kate bailando con un chico de pelo castaño que llevaba antifaz. Me resultaba muy familiar. Holly estaba con un chico de cabello rubio, ojos azules y buen físico. Emmett, mientras bailaba con una chica rubia, muy hermosa, miraba a Holly con adoración y al chico con ganas de matarlo. Reí.
-¿Cuál es el chiste? –preguntó Nick, sonriendo.
Miró en la misma dirección. Al comprender, rió y miró detrás de mí.
-A nosotros nos está pasando algo parecido. Ese chico no ha dejado de mirarte desde que empezamos a bailar. Parece que tienes un admirador –dijo Nick, mirando hacia un costado.
Seguí la dirección de su mirada. Ahí estaba Jacob, de brazos cruzados, mirando a Nick con cara de pocos amigos. Por su expresión corporal, supe que él tenía ganas de venir a propinarle un puñetazo en la cara. Por suerte, la canción había terminado.
-Gracias por permitirme este baile –dijo Nick-. Espero que nos volvamos a ver.
Antes de alejarse, besó mi mejilla. Me quedé algo asombrada por su forma de actuar, pero no me importaba en lo más mínimo. Por lo menos, ahora podía disfrutar del resto de la fiesta con Jacob.
-¿Qué fue eso? –oí su voz a mis espaldas.
Al principio, me asusté, ya que sonaba con furia, pero luego me di cuenta de que simplemente estaba celoso. Decidí jugar un poco con él.
-¿A qué te refieres? –le pregunté, tratando de sonar indiferente.
-Sabes perfectamente a lo que me refiero –su voz y su cuerpo temblaban por la ira.
-Ah, ¿te refieres a Nick, mi ex-novio?
Jacob me miró con sorpresa cuando dije eso. Me moría por reírme.
-¿Tu qué?
-Ex-novio. Éramos muy unidos y todo lo hacíamos juntos –mentí-. Tuvimos que separarnos porque tuve que mudarme a Londres. Le dije a Alice que quería invitarlo, ya que habían pasado unos tres años desde que nos habíamos visto por última vez.
-¿Por qué no me lo habías dicho?
-Es que…
Inmediatamente, no pude aguantar más y lancé la carcajada. Por suerte, la música estaba lo suficientemente fuerte, por lo que no me escuchó nadie.
-¿Estabas jugando conmigo? –me preguntó, enojado.
-Debiste ver tu cara –dije, sin dejar de reírme.
-A mí no me parece gracioso.
-Lo siento, Jacob –me disculpé entre risas.
-Eso no es suficiente.
Lo agarré por los volados de la camisa y lo acerqué más a mí.
-¿Y ahora? –pregunté, recorriendo su cuello con mi nariz y mis labios.
-No.
-Por favor.
Desabotoné el primer botón de su camisa, haciendo lo mismo con el resto.
-¿Me perdonas? –acaricié su pecho con mis manos.
-No.
Este chico sí que era testarudo. Rodeé su cuello con mis brazos y tiré de él hasta que mi espalda chocó con la puerta que daba acceso a la biblioteca. Jacob giró la cerradura y entramos. Apenas cerró la puerta, junté nuestros labios, primero en un beso dulce y luego en uno más salvaje. Nos desplomamos en el sillón que había detrás de mí, sintiendo así, su cálido cuerpo sobre el mío.
-¿Ya estoy perdonada?
-Es ridículo que me hayas convencido con un simple beso. Creo que tendré que ser más firme en el futuro –dijo, besando mi cuello.
-No lo lograrás. Tú nunca te puedes resistir.
-Como si tú sí pudieras.
-Demuéstramelo –lo desafié.
Estampó su boca contra la mía, al tiempo que sentía sus manos recorriendo cada centímetro de mis piernas, logrando que me arqueara contra su cuerpo.
-Te dije que tú tampoco podías –susurró en mi oreja, mordiendo el lóbulo de ésta.
De repente, escuchamos el ruido de un vidrio que se rompía y luego algunos gritos. Nos apartamos con rapidez y salimos de la biblioteca. Los gritos provenían de afuera, por lo que nos asomamos para ver cuál era el problema. Una chica tenía un corte en la frente y la sangre chorreaba, manchándole el vestido. Al sentir el aroma del delicioso líquido color carmesí que veían mis ojos en esos momentos, intenté lanzarme sobre ella para clavar mis colmillos en su garganta y beber de su jugo. Antes de que pudiera dar un paso, Jacob me tomó por los brazos, deteniéndome para que no cometiera una imprudencia.
-Vamos adentro –dijo.
Me llevó al salón de la casa. Adentro, sólo había unas pocas personas y mi familia, excepto Alice, quien se estaba dirigiendo afuera para curar a la chica malherida.
-No resisto la tentación. Necesito beber su sangre –le dije a Jacob, intentando liberarme de sus firmes brazos.
-No, Emma. Debes controlarte.
-¡No puedo! –grité, logrando que toda mi familia viniera a ver qué estaba pasando.
Jacob me abrazó con fuerza, de manera que escondí mi cara en su pecho, derramando algunas lágrimas.
-¿Qué pasa, Emma? –me preguntó Emmett.
-¡No puedo controlarme! –seguí gritando-. ¡Tengo mucha sed!
-Llevémosla a la biblioteca –propuso Kate.
Jacob me tomó en brazos y caminó en dirección al lugar del que acabábamos de salir hacía apenas unos diez minutos. Suavemente, me depositó en el sillón. Emmett, Holly, Kate, Patrick, Jasper, Jacob y yo éramos los únicos que estábamos ahí. Holly se sentó a mi lado, rodeándome con su brazo. Una oleada de paz me recorrió desde la cabeza hasta la punta de los pies.
-Gracias, Jasper –le dije.
-De nada.
La puerta se abrió en ese instante. Alice entró acompañada del chico con el que había bailado Kate. Cerró la puerta con llave. Me paré del sillón junto con Holly, quien no me soltaba.
-Creo que aquí tenemos al culpable –dijo, quitándole el antifaz que aún llevaba puesto.
-¡Felix! –exclamó Kate, sorprendida.
-¿Qué haces en esta casa? Tú ya no eres bienvenido aquí –le dijo Emmett entre dientes.
-No vine a causar problemas. Sólo vine a divertirme un poco –añadió, mirándome de arriba abajo. Sonrió con malicia-. Te ves muy hermosa, Emma. De hecho, todas se ven bien.
-¡Déjalas en paz! –bramó Patrick-. Fuiste tú quien causó todo este alboroto. Admítelo.
Felix lo miró con seriedad.
-Yo no he hecho daño a nadie.
-¡Mentira! –saltó Holly-. Casi matas a Kate, abusaste de Emma y trataste de matar a una inocente humana. Has causado demasiados problemas con tu presencia.
-¡Yo no lo hice! –gritó Felix.
Emmett, Jasper y Patrick se encargaron de sacarlo de la casa. Jacob se quedó con nosotras para tratar de tranquilizar a Holly, quien estaba sumamente enojada.
-Él no lo hizo –dijo Kate.
-¿Qué quieres decir? –le preguntó Alice.
-Felix no causó este desastre.
-¡¿Cómo puedes defenderlo después de todo lo que hizo?! –gritó Jacob, comenzando a temblar.
-Jake, ¡tranquilízate! –exclamó Holly-. Ven conmigo- dicho esto, salieron de ahí.
-Al menos no te hizo nada, Emma –dijo Kate-. Sé que después de lo que te ha hecho tienes derecho a desconfiar de él, pero te aseguro que no fue.
-¿Entonces quién? –pregunté.
-Lo averiguaremos mañana. Salgamos de aquí –dijo Alice, al tiempo que nos llevaba fuera de la biblioteca-. Les dije a todos que se fueran a sus casas. Muchos estaban borrachos, por lo que más de la mitad de los invitados no recordará nada de lo que pasó. Limpié la herida de la chica que fue lastimada y corté la hemorragia. Estará mejor en unos cuantos días. Mientras tanto, ¿por qué mejor no se van a dormir? Mañana tendremos que limpiar todo esto –señaló la sala con la mano.
Estaba hecho un desastre. La comida y algunos vasos de plástico estaban esparcidos en el suelo, el piso algo pegajosos por las bebidas que habían volcado en él, pétalos de flores por todas partes y el olor de la sangre se sentía en cada rincón de la casa.
-Creo que tienes razón -dije, subiendo a mi habitación para ponerme el pijama y dormir un poco.


Nota de autor:
Hola! Aquí les dejo el capítulo 9 de esta historia de amor entre Jacob y Emma. Y sí, las cosas van a empezar a ponerse un poquito calientes, pero bueno, esta pareja suele ser muy pasional.
Trataré de subir el capítulo 10 lo antes posible, pero les pido que me tengan paciencia, ya que con el colegio, no tengo mucho tiempo libre.
Besos,
Avery