07 mayo 2011

Nota de autor 4

Mis queridísimas lectoras:
MIL DISCULPAS POR NO SUBIR CAPÍTULOS!
Sinceramente, les pido una enorme disculpa. No he podido actualizar debido a que me había llevado materias y corría el reisgo de repetir el año, por lo que tuve que abandonar la historia por ese tiempo para dedicarme a estudiar.
Afortunadamente, logré pasar (aunque me quedaron 2 previas) y el colegio me llenó de tareas y exámenes.
Ahora estoy escribiendo el capítulo 11 y trataré de subirlo lo más pronto posible.
Nuevamente, les pido mil disculpas por hacerlas esperar tanto.
Nos leemos pronto,
Avery

31 diciembre 2010

10- Nuevo "visitante"

JACOB
-¡Jacob! -me llamó Seth-. Te estamos buscando desde hace horas.
Miré a un costado y pude divisarlo a él, junto con Embry y Quil.
-¿Qué te tiene tan pensativo? -preguntó Quil.
Emma, respondí en mi mente. Estaba pensando en ella, como lo hacía desde la primera vez que la había visto. Aún no sabía si decirle aquello que me estaba carcomiendo por dentro desde hacía unos días.
Tarde o temprano, ella deberá saber la verdad, pero tan sólo pensar en que no querrá verme más si se lo digo, es algo que no me quiero imaginar. No soportaría que se apartara de entre mis brazos.
Hace un tiempo, cuando Bella me dijo que su amor por Edward era más fuerte y que eso nunca cambiaría, comencé a pensar que estaría solo para toda la vida. Durante unos cuantos meses albergué la esperanza de que las cosas no serían como yo creía, pero luego perdí la fe. Hasta que apareció Emma y lo cambió todo.
Cuando pisó por primera vez el bosque de Forks y mis ojos la vieron, no pude quitarla de mi mente. Su cabello castaño ondeando con la brisa del viento, sus brillantes ojos verdes. ¿Quién podría olvidar a semejante belleza? Pero las cosas dieron un giro impresionante ese mismo día, cuando la transformaron en vampiro.
Ahora ella había cambiado. Era diferente.
Sus ojos eran rojos como la sangre y su piel pálida y fría como un témpano de hielo.
Lo más impresionante fue que mis sentimientos por ella seguían siendo los mismos. Creí que jamás querría estar con ella por el simple hecho de que era un vampiro.
En esos momentos, quería decirle a Emma lo mucho que la amaba, que ella lo era todo para mí, que jamás podría imaginarme al lado de otra mujer que no fuera ella, que no me importaba su hedor; con tal de tenerla entre mis brazos, haría lo que fuera posible.
Luego de tantas vueltas, me decidí a decírselo y también confesarle que yo era un licántropo. Lo último no tuve que ni mencionarlo, ya que Holly se me adelantó. Recuerdo que Emma estaba muy afligida por eso, y todo porque los Vulturis habían dictado una estúpida ley acerca de los hombres lobo y los vampiros no podían tener una relación amorosa. A mí me parece inútil, pero a Emma le preocupa mucho. Ella no quiere que algo me pase y eso me alegra saberlo. Sé que lo que ella siente por mí, es tan fuerte como lo que siento yo por ella.
Después de tantas vueltas, ahora, milagrosamente, puedo disfrutar pasar tiempo con ella, a escondidas, obviamente. Sentir sus gélidos labios sobre lo míos es lo que más disfruto, aunque también me gusta que sus manos se aferren a mi cabello y mi cuello.
-¡Jacob! -volvió a llamarme Seth.
-¿Qué? -pregunté, algo molesto porque me habían interrumpido justo cuando estaba recordando la primera vez que besé a Emma.
-Volviste a las nubes otra vez -rió Embry-. Estás pensando en alguien. ¿Se puede saber quién?
-Nadie -respondí.
-Bueno… Entonces vámonos.
-¿A dónde?
-Sam nos está llamando -dijo Quil-. Quiere que nos reunamos frente a la casa Cullen. Debemos investigar sobre lo ocurrido en la fiesta.
-De acuerdo. Vamos.
Inmediatamente, los cuatro comenzamos a correr hacia a la mansión. Lo bueno de ir allá era que podría ver a Emma, pero lo malo era que debíamos averiguar si aquel desgraciado de Felix era el responsable del desastre que se hizo anoche.
Como no estaba muy lejos, no necesitamos transformarnos en lobos. Llegamos en apenas medio minuto. Ahí estaba Edward esperándonos, junto con Alice, y Sam.
-Gracias por venir -dijo el lector de mentes-. Necesitamos que nos ayuden.
Sabía que no podrían contar sin nuestra cooperación, pensé.
Edward me fulminó con la mirada. Alice alcanzó a verlo.
-No empiecen a agredirse con pensamientos ni nada por el estilo. Tenemos mucho trabajo por hacer y no podemos perder tiempo -dijo, algo molesta porque Edward y yo siempre estamos peleándonos entre nosotros.
Entramos a la mansión de los vampiros y, como era de esperarse, el hedor estaba en todas partes, lo cual me quemaba la nariz. El salón donde se había llevado a cabo la fiesta era un completo desastre: el piso estaba pegoteado; vasos, restos de comida y alguna que otra flor del jardín destrozada se hallaban esparcidos por el lugar. Si Esme llega a encontrar la casa en este estado, lo más probable es que los encierre en una habitación de por vida con tal de que no vuelvan a planear alguna que otra fiesta.
-Por aquí -dijo Alice señalando la biblioteca.
Cuando abrió la puerta, comprobé que ahí estaban Paul, Jared, Nick, Kate, Patrick, Jasper, Holly, Karissa, Kristina, Bella (¿qué hace ella aquí?) y Emma. Ésta última actuó como si fuera normal que yo visitara la mansión cada tanto, pero en sus ojos podía ver que estaba feliz de verme allí.
Nos acercamos a la mesa redonda, donde había un plano de todo el pueblo de Forks.
-Bien. Como todos saben -empezó Jasper-, anoche hubo un inconveniente con un neófito. No sabemos quién fue pero ya tenemos un sospechoso. Lo que debemos hacer es buscarlo. Sugiero empezar por el bosque- dijo, señalando el bosque en el mapa-. Si sigue suelto, podría causar más alboroto. Y además, quién sabe si son más de uno. ¿Alguien quiere decir algo?
-Podríamos rastrearlo siguiendo su aroma -propuso Kate-. De seguro le quedó algo de olor de la sangre de la chica que atacó.
-Buena idea. Ahora, no sólo debemos encargarnos de eso, sino también de limpiar la casa. Así que nos dividiremos en dos grupos. Uno irá conmigo a buscar a nuestro nuevo visitante y el otro se quedará a asear. ¿De acuerdo?
Todos asentimos.
-Perfecto. ¿Quiénes se ofrecen a ir al bosque a buscar al vampiro? -preguntó Jasper.
Las manos de Alice, Kate, Patrick, Emmett, Nick, Jared, Quil, Paul y Sam se alzaron.
-Bien. Todos los que se hayan ofrecido, vengan conmigo. Los demás se quedan limpiando -dijo Jasper-. Edward, tú lleva a Bella a su casa y vuelve al bosque. Necesitamos que leas sus mentes.
-Está bien -dijo Edward.
-Vámonos -anunció Jasper, rodeando los hombros de Alice.
Antes de salir de la biblioteca, Alice se volvió a nosotros.
-Los productos de limpieza están en el armario -dicho esto, desaparecieron.
Los únicos que se quedaban a lavar, fregar y ordenar eran Holly, las gemelas, Embry, Seth, Emma y yo.
-Hay mucho por limpiar -dijo Holly-, así que haremos esto. Karissa, Kristina y Seth, ustedes encárguense del jardín.
Asintieron.
-Emma, Jacob. Ustedes lavarán los platos.
Perfecto. Eso significa que podría pasar tiempo con ella.
-Embry, tú y yo fregaremos los pisos.
-De acuerdo -dijo Embry.
-¡Manos a la obra! -exclamaron las gemelas al unísono.
Todos, excepto Emma y yo, salieron a hacer sus tareas. Apenas cerraron la puerta, ella se lanzó a mis brazos y unió nuestros labios en un beso como sólo ella sabía dar. Reí por su reacción.
-Tuve que aguantarme hacer esto, así que no te burles -dijo poniendo cara de ofendida.
Rodeé su cintura con mis brazos y dirigí mi boca hacia su cuello. Sabía que ese era uno de sus “puntos débiles”. Le encantaba que la mordisqueara y besara ahí. Sin pensarlo, comencé a pasar mi lengua por toda su garganta.
Colocó sus manos en mis hombros y echó la cabeza hacia atrás, dándome más acceso a su cuello. Después de un rato, alzó mi rostro y buscó mis labios.
Nos besamos por un breve lapso de tiempo, ya que en cualquier momento podrían venir a buscarnos para saber por qué todavía no estábamos haciendo lo que debíamos hacer.
-Mejor vamos a lavar -dijo, liberándose de mis brazos.
Salimos del lugar y nos encaminamos a la cocina. Cuando entramos, descubrimos que todos los platos estaban apilados, listos para ser enjuagados.
Emma se dirigió a la pileta y abrió la canilla de agua caliente, luego se quitó el pulóver de lana blanco que llevaba puesto, dejando a la vista una remera azul que remarcaba a la perfección su cuerpo. No me había dado cuenta de que me había quedado mirándola hasta que habló.
-¿Me queda mal? -me preguntó con cara triste.
-Al contrario. Te queda hermoso -respondí, acercándome a ella y acorralando su cuerpo entre el mío y la mesada.
Pegué mi frente a la suya y la miré a los ojos. Acerqué mis labios a los suyos y comencé a besarla, primero con dulzura y luego ejerciendo más presión. Mis manos se aferraron a su cintura, mientras las suyas recorrían mi pecho.
-Jacob -susurró Emma cuando dirigí mi boca a su cuello.
-¿Qué?
-Creo que deberíamos parar.
No quería soltarla, pero tenía razón. Ella se giró, cerró la canilla, tomó dos esponjas, les echó detergente y me tendió una.
-Es hora de lavar -dijo, colocándose a mi lado al tiempo que ambos comenzábamos a enjuagarlos.
Lavábamos en un silencio que me estaba volviendo loco. No quería escuchar al silencio, sino la voz de Emma. No sabía qué preguntarle con tal de empezar una conversación. Iba a decir algo cuando su risa inundó el lugar.
-¿De qué te ríes? -le pregunté, sonriendo.
-Jamás voy a olvidar la actitud que tuviste anoche -dijo, echando a reír otra vez-. Fue muy gracioso.
Anoche en la fiesta, un chico apareció de la nada y se puso a bailar con Emma. Luego, cuando la canción terminó, ella me dijo que él era su ex novio, lo cual era todo un invento suyo. De no haber sido porque no quería armar un escándalo, le habría dado un buen puñetazo en la cara. Por supuesto, a ella le pareció muy chistoso inventar algo así, pero a mí no.
-Terminemos de lavar -dijo para cambiar de tema. Pude notar que se dibujaba una sonrisa en su rostro, la cual intentaba ocultar echándose el cabello hacia delante.
-¿Por qué esa sonrisa?
-Creo que hay algo más que una simple amistad entre Emmett y Holly.
Fruncí el ceño, en señal de desaprobación. Emma empezó a reír.
-¿Por qué te disgusta tanto lo que te dije? Para mí ellos son una pareja adorable.
-Holly es como otra hermana para mí.
-¿Otra hermana? -preguntó.
-Tengo dos hermanas, mayores que yo. Rachel y Rebecca. Son gemelas. ¿Y tú? ¿Tienes hermanos o eres la única?
Me di cuenta de que algo en la pregunta que le hice la incomodó un poco, ya que su semblante se tornó algo raro. Diría que estaba recordando algo, y por lo visto, no era nada bueno.
-¿Emma? ¿Ocurre algo malo? -le pregunté, dejando los platos y rodeando su cintura con mis brazos.
Ella no respondió. Simplemente colocó sus manos en mis brazos y ocultó su cabeza en mi pecho.
-¿Quieres contarme ahora? -cuestioné, besando sus cabellos.
-¿Podría ser en otro momento?
-Claro, cielo. ¿Cuándo?
-Mañana por la noche.
-Como quieras.
La mantuve contra mi cuerpo por unos minutos. Odiaba verla así, asustada y triste.
-¿Te sientes mejor? -le pregunté, alejándome un poco para ver su rostro. Observé que unas cuantas lágrimas rodaban por sus blancas mejillas. Las sequé con mi dedo pulgar y besé su frente, para luego besar sus labios con dulzura.
-Sigamos lavando -dijo.
Al poco rato, seguíamos lavando. Estos platos no se acababan más. Parecía que por cada uno que lavabas, aparecían cinco más. En ese momento, un chorro de agua me mojó la cara. Miré a Emma, quien reía. Pude notar que en una de sus manos sujetaba un vaso, por lo que deduje que me había mojado con eso. La muy condenada lo había hecho a propósito.
-¿Te parece gracioso? -le pregunté, tomando otro vaso, llenándolo hasta el borde y arrojándoselo a ella.
Sorprendida, Emma se miró la remera, ahora mojada.
-Alice te matará por esto -dijo, tomando la esponja y lanzándomela-. Te lo mereces.
-Mejor empieza a correr -dejé el vaso en la mesa e intenté atraparla, pero ella actuó rápido y logró escapar.
Comencé a perseguirla por toda la cocina, inundada por las interminables risas de Emma, quien no dejaba de arrojarme agua. Yo tomé las dos esponjas y se las lancé.
Había agua por toda la cocina, por lo que en cualquier momento podríamos resbalar y caer. En ese momento, ella dio media vuelta para tirarme más agua pero no pudo, pues yo alcancé a rodear su cintura con mis brazos
-¡Te agarré, pequeña traviesa! -exclamé.
Justo en ese momento, ella pisó una esponja, se resbaló y cayó al piso. Lo malo fue que yo caí encima de ella.
-¿Estás bien? -me preguntó.
-El que debería preguntar eso soy yo -dije, apartando un mechón de su rostro. Ella estaba en el piso y yo encima suyo. Si no hubiesen visto lo que ocurrió antes, cualquiera pensaría que nosotros estábamos haciendo otra cosa. Iba a quitarme cuando ella rodeó mi cuello con sus brazos.
-¿No quieres que me aleje? -le pregunté, introduciendo mi mano bajo su remera y recorriendo la suave piel de su cintura.
-No, y menos si haces eso -respondió-. ¿Puedo pedirte algo?
-Lo que sea.
-Bésame.
No necesitó decirlo dos veces. Comencé a besarla con salvajismo mientras mis manos recorrían la suavidad de la piel de su cintura y su vientre. Las manos gélidas de Emma acariciaban mi espalda y mi pecho. De sus labios escapó un gemido cuando rocé la tela de su sostén. Realmente, no sabía si se volvería a repetir lo que había ocurrido la noche anterior en la fiesta. Eso había sido increíble, pero no quería forzarla a hacer algo que a ella no le gustara. Además, me daba la sensación que en su pasado le había sucedido algo parecido a lo que le había hecho Felix.
-Estás muy distraído -dijo Emma, sacándome de mis pensamientos.
-¿En serio? -le pregunté, besando la punta de su nariz.
-Sí. ¿Qué te tiene tan pensativo?
-No es nada. No te preocupes -le aseguré, dirigiendo mis manos al broche de su sujetador.
-Tus dedos son muy traviesos.
-¿Eso crees?
Asintió. Mis labios buscaron los suyos con urgencia. Besar a Emma ya se había convertido en una obsesión para mí. No sería capaz de aguantar un día sin probar sus labios. Estaba a punto de desabrochar su sostén cuando...
-¡¿Qué significa esto?! -gritó una voz.

AVERY
Mientras Holly, Emma, Jacob, Seth y las gemelas limpiaban la casa, Kate, Patrick, Alice, Jasper, Emmett, Sam, Paul, Jared y Quil se dedicaban a recorrer el bosque, tratando de hallar a su “nuevo visitante”, como lo llaman ellos.
Edward se unió a ellos pocos después.
Luego de un rato de estar merodeando por el lugar, se encontraron con Leah, una chica que tenía tez cobriza, brillante cabello negro y ojos oscuros.
A Leah no le caían muy bien los Cullen y mucho menos Kate.
-Genial, ya llegaron los apestosos -dijo, frunciendo la nariz, pues ella no soportaba el hedor a vampiro.
-¿A quién llamas apestosa, Pocahontas? -le preguntó Kate, furiosa.
Leah comenzó a temblar de ira, pero se controló lo suficiente para no transformarse.
-¿Necesita tantos guardaespaldas, princesita Katherine? Dime, ¿con cuál de ellos te acuestas?
-¡¿Qué dijiste?! -exclamó Kate, antes de lanzarse sobre Leah para atacarla.
Leah no pudo dominarse más y se transformó en una loba gris que esquivó el ataque de su contrincante. La loba hizo un salto impresionante para atacar por la espalda a Kate, pero fue evitado por Sam.
Kate, aprovechando que Leah estaba ocupada gruñéndole a Sam, la embistió, logrando que se golpeara contra un árbol, el cual se partió a la mitad. Al instante, las dos se enfrascaron en una terrible pelea. Se daban golpes y arañazos entre ellas. Los demás intentaban separarlas, pero era imposible.
De repente, las dos se calmaron. Patrick, rápidamente, tomó a Kate de los brazos para evitar que volviera a iniciar una pelea.
Leah salió corriendo en dirección a La Push, seguida por Sam. Al rato, aparecieron en su forma humana.
-Leah, trata de controlarte -le dijo.
-¡Cállate! -le gritó, comenzando a temblar de nuevo.
Una nueva oleada de paz tranquilizó a Leah.
-¡¿Quién me está calmando?! -preguntó con rabia.
-Yo -respondió Jasper-. Escuchen, chicas. Estamos aquí para buscar un neófito, peligroso al parecer. No es el momento ni el lugar para peleas. ¿Entendido?
-De acuerdo. Pero preferiría mantenerme lejos de Blancanieves -le dijo Leah a Kate, dirigiéndole una mirada cargada de odio.
-Juro que algún día… -empezó a decir Kate cuando la aparición de tres personas la interrumpieron.
Al verlo, todos se quedaron inmóviles.

HOLLY
Embry y yo estábamos limpiando el piso. Era un trabajo muy complicado, pero por lo menos no estaba haciendo esto sola.
-La próxima vez recuérdame no ofrecerme a limpiar -dijo Embry, quien estaba arrodillado, intentando sacar una mancha… por tercera vez. Mientras tanto, yo me ocupaba de barrer.
-Lo tendré en cuenta -le dije, sonriendo.
-¿Crees que las gemelas y Seth estén haciendo bien su tarea? -preguntó.
-Mejor dejémoslo ahí. Ambos sabemos que cuando esos tres se juntan, comienzan los desastres.
-¿Quién crees que haya atacado anoche en la fiesta? -cuestionó Embry, cambiando de tema.
-No sé, pero sospecho que fue Felix, aunque Kate dice que esta vez él no hizo nada malo -respondí-. No puedo creerle a Felix, y menos después de lo que quiso hacerle a Emma.
-¿Qué cosa?
-¿Emma no te lo contó?
-No he podido verla. Con el neófito suelto, tengo que vigilar los bosques junto a los demás. Aún no podemos atraparlo. Pero volviendo al tema, ¿qué fue lo que hizo?
-Abusó de ella.
El cuerpo de Embry empezó a temblar de rabia, pero en su semblante se podía ver la tristeza que lo invadió al escuchar mis últimas palabras. Interrumpió su labor y se sentó en el piso, apoyándose en uno de los muebles que había ahí.
-¿Estas bien? -le pregunté, apoyando la escoba en la pared y sentándome a su lado.
-Yo sí, pero me preocupa Emma. ¿Te contó sobre su pasado?
Asentí.
-Estaba muy mal. Recuerdo que no dejaba de llorar. Nosotras le decíamos que no nos contara, pero ella insistía en que debía hacerlo.
Sonrió.
-Eso es bueno. Significa que confía en ustedes. Ahora son sus amigas, y ella jamás tuvo amigas de verdad. No como ustedes.
-¿Cómo la conociste?
-Conocí a Emma cuando había ido a Londres. Mi mamá tenía que viajar ahí por trabajo, o algo así. Era de noche y yo estaba sentado en la fuente de la plaza. De repente, vi que alguien venía corriendo en dirección al lugar donde me encontraba. Cuando la luz de uno de los faroles la reflejó durante unos pocos instantes, pude ver que era una chica.
-¿Era Emma?
-Sí. Cada tanto miraba hacia atrás, como si tuviera miedo de que alguien la estuviera persiguiendo; se abrazaba a sí misma y tenía el rostro bañado en lágrimas. Se sentó en el suelo, apoyando la espalda en la fuente, y empezó a llorar con más intensidad. Al parecer, creía que estaba sola. Me dolió escucharla, así que me levanté y me acerqué a ella. No podía ver su rostro porque lo cubrían sus manos.
»En ese momento, alzó la vista y, al verme, se levantó con rapidez e intentó huir, pero la tranquilicé diciéndole que no se preocupara y que no iba a hacerle nada. Nos sentamos en la fuente y le pedí que, si así lo quería, me contara el motivo de su llanto para ver si podía ayudarla de alguna forma.
»Al principio, no habló. Lo único que hacía era contemplar la nada y frotarse los brazos. Me preguntaba a mí mismo qué estaría haciendo en remera, pues esa noche hacía mucho frío. Me quité la campera y la puse sobre sus hombros. Ella sonrió y susurró “gracias”. Después entró un poco más en confianza y me contó lo sucedido.
Embry siguió narrándome sobre la primera vez que vio a Emma.
-¿La conociste después de que le hicieron eso? -pregunté.
Embry asintió. Supe lo duro que era para él haberla conocido de esa forma, pues él la ve como su hermana, y es capaz de dar todo por ella.
En ese momento, escuchamos un ruido extraño que provenía de la cocina. Parecía que alguien se había caído.
-¿Qué fue eso? -le pregunté a Embry, quien rápidamente miró en dirección a la cocina.
-No sé. Iré a ver -dijo, antes de ponerse de pie y salir para allá.
Me levanté del suelo y tomé la escoba para seguir barriendo.
-¡¿Qué significa esto?! -escuché gritar a Embry.
Rápidamente, corrí a la cocina para ver la razón por la cual había gritado. Al llegar, me encontré con una escena de lo más asombrosa: Emma y Jake estaban en el suelo, éste último encima de ella y… ¡Oh, por Dios! Tenía sus manos debajo de la remera de ella. Quise reírme pero no lo hice al ver la cara de Embry. Estaba sumamente enojado.
-Será mejor que saques tus manos de ahí y te quites de encima suyo antes de que te de una buena paliza -le dijo Embry a Jake, casi arrastrando las palabras debido a la ira.
Jacob, apenas terminó de escuchar, se quitó de encima de Emma y, luego, tomó las manos de ella para ayudarla a ponerse de pie. Ésta última miraba a Embry como pidiéndole que se tranquilizara.
-¿Podemos hablar? -le preguntó Emma a Embry, rompiendo el silencio incómodo que se había formado.
Embry suspiró y luego, con un gesto, señaló la sala, con lo cual ambos salieron, dejándome en la cocina con Jake. Apenas cerraron la puerta, me eché a reír. Me miró con cara de pocos amigos.
-¿Cuál es la gracia, Holly? –cuestionó, levantando las esponjas que había en el piso.
-Ninguna, es sólo que… Tú y Emma… No esperaba encontrar eso precisamente -le respondí, riendo.
- Ella se resbaló con una de estas esponjas y caímos. ¿Acaso no me crees?
-Yo sí… ¿Pero Embry?
-No hice nada malo. No debería enfadarse de esa manera -dijo.
-Tienes que entenderlo, Jake. La relación entre él y Emma es igual a la nuestra. ¿Qué harías tú si me encontraras besándome con un chico y este tuviera las manos bajo mi blusa? -le pregunté.
-Le daría un buen puñetazo en la cara -respondió.
-¿Lo ves? Reaccionarías del mismo modo que Embry. Agradece que él no te haya golpeado ni nada por el estilo.
-Cambiando de tema. ¿Hay algo entre tú y Emmett? -cuestionó Jake, mirándome con suspicacia.
Sentí que la sangre subía a mis mejillas. No contesté.
-¿Por qué te ruborizas?
-Este… -empecé a decir.
En ese momento, entró Emma, acompañada de Embry. Me salvé, pensé. Pero conociendo a Jacob, más tarde tocaría el tema.
Noté que Emma se quedó al lado de Embry. Al parecer, quería evitar dejarlo solo para que no le hiciera daño a Jake.
-Supongo que ella te explicó todo, ¿no? -dijo Jake, algo enojado.
Antes de que él se saliera de control, me coloqué a su lado para que se tranquilizara. Emma me miró con agradecimiento. Le sonreí.
-Sí lo hizo. Tengo sólo dos cosas que decir. La primera, aceptaré que estés con ella, pero evita besarla delante de mí. Sólo hasta que me acostumbre a la idea.
Y la segunda, si alguna veo llorando a Emma y descubro que es por tu culpa, te deformaré la cara -lo amenazó.
Emma miró a Embry con sorpresa. Creo que no se esperaba que dijera eso.
-Embry, creo que no deberías ser tan duro con él -le dijo.
Embry colocó sus manos en los hombros de ella y la miró con seriedad.
-No voy a soportar que vuelvan a hacerte daño. En tu pasado ya sufriste más que suficiente.
Cuando terminó de decir eso, la abrazó con fuerza.
-De acuerdo -dijo Embry, soltándola-, creo que sería bueno que arreglaran este desorden. Los demás pueden estar viniendo en cualquier momento.
-Tiene razón -dije-. Mejor terminemos de limpiar la sala. Ustedes, mientras tanto, limpien la cocina. Después veremos cómo van las chicas y Seth.
Embry y yo salimos, dejando solos a Emma y Jake. Lo más gracioso fue que, apenas pusimos un pie en la sala, Embry volvió a la cocina, abrió un poco la puerta y se quedó ahí, espiándolos. Reí.
-¿Por qué desconfías tanto de él? -cuestioné -. Conozco a Jacob desde hace unos pocos años, y por lo que sé, ama mucho a Emma. Y sabes perfectamente cómo es él cuando está enamorado.
En ese momento, Karissa, Kristina y Seth hicieron su entrada en la sala.
-¿A quién espías? -le preguntó Seth, echando un vistazo.
Karissa y Kristina intentaron ver, pero no pudieron hacerlo porque, de repente, la puerta se abrió del todo. Embry y Seth cayeron al suelo, con lo cual las gemelas y yo empezamos a reír. De pie, con los brazos cruzados y expresión enojada, estaba Emma, mirando con reprobación a Embry. Detrás de ella estaba Jacob, quien hacía lo posible por no reírse.
-Gracias por tu confianza -le dijo Emma a Embry-. Como habrás observado, la cocina ya está limpia, por lo que creo que no pasó nada raro.
Seth y Embry se pusieron de pie. Este último la miró avergonzado.
-Lo siento, Emma. Pero no puedo evitarlo.
-¿Esa es tu mejor excusa? -le preguntó intentando ponerse seria. Al rato, empezó a reír, con lo cual nos hizo reír a todos, excepto a Embry. Nos miró con enojo.
-¿Acaso tengo cara de payaso? -cuestionó.
-No es eso. Es sólo que te comportas como si fueras mi padre -respondió Emma-. Déjame recordarte que él era así. Creo que incluso era capaz de contratar guardaespaldas para evitar que me miraran. Era muy sobre protector. Te pareces a él actuando de esa forma.
-¿Y tu mamá cómo era? -le pregunté.
-Ella era más liberal. Me daba mi espacio y me comprendía. En cambio, mi papá estaba todo el día vigilándome. Un día le dije que el día que quisiera fugarme con un chico se lo diría y tendría que dejarme ir.
Reí.
-Bueno, ya dejen de hablar y vengan a ver el jardín -dijo Seth.
Las gemelas y Seth nos condujeron al patio, donde ellos habían estado trabajando. Al verlo, Embry, Emma, Jacob y yo nos quedamos boquiabiertos.

AVERY
Jasper, Alice, Kate, Patrick, Edward, Emmett, Nick, Jared, Quil, Paul, Sam y Leah miraron a las tres personas que acababan de hacer su aparición. Eran una mujer y dos hombres…
-¿Quiénes son ustedes? –preguntó Paul, mirando a los neófitos con asco, debido al hedor que quemaba su nariz.
-Creo que no hace presentarnos. Después de todo, ya nos conocemos desde anoche -respondió el que parecía ser el líder.
Jasper lo comprendió en dos segundos.
-Fueron ustedes los que atacaron en la fiesta, ¿no? -le dijo.
-Que listo. Me encantan los hombres inteligentes -susurró la mujer.
-¿Por qué lo hicieron? -cuestionó Edward, quien se encargaba de leerles las mentes de los tres para conseguir algo de información.
-Teníamos sed. Hace unos días encontramos esto -dijo el otro, mostrándoles una remera roja-. Su sangre me volvió loco. Creímos que podríamos encontrarla y cuando escuchamos que había una fiesta, imaginamos que podría estar ahí.
Dicho esto, se la lanzó a Jasper, quien la atrapó y la acercó a su nariz.
-No reconozco el aroma -dijo, pasándosela a los demás.
Cuando Kate tomó la remera y la acercó a su nariz, se le cayó al suelo y se quedó inmóvil.
-¿Sucede algo? -le preguntó Alice, acercándose a ella.
-Sé de quién es el aroma -susurró, algo incómoda por la forma en que la miraban los neófitos.
-¿De quién es? -cuestionó Patrick.
-De Emma -respondió.
Todos se quedaron mudos.
-Así que la conocen -dijo la mujer-. ¿Dónde podríamos encontrarla?
-Pierden su tiempo -respondió Edward-. Ella ya es una de los nuestros.
-Llegamos tarde, Ryder -dijo la mujer, mirando al chico.
-Parece que alguien se nos adelantó, ¿verdad? -preguntó Ryder.
-Eso no importa. Lo que sí importa es que se vayan de acá y no causen más alboroto. No la busquen más porque fue transformada hace aproximadamente una semana -dijo Jasper.
-Ya no nos va a servir de nada buscarla si su sangre ya fue probada. Así que mejor nos vamos a buscar otra víctima. Tabitha, Ryder, vámonos -ordenó el líder, del cual aún no sabían el nombre.
Los neófitos dieron media vuelta y comenzaron a caminar pero, en ese momento, el viento apareció de la nada y el aroma de la sangre de Kate llegó a la nariz de ellos.
-Creo que podríamos quedarnos un poco más. Acabo de encontrar mi próxima… víctima -dijo Ryder, volteándose para mirar a Kate.
-Buena idea. Pero a diferencia de ti, a mí me gusta atacar a mis presas poco a poco -susurró Tabitha.
-Suficiente -dijo Jasper-. Váyanse.
El líder sonrió con malicia.
-De acuerdo. Nos iremos del bosque, pero no nos iremos de Forks. Menos cuando acabo de encontrar mi cena -dicho esto, hizo un gesto a Ryder y Tabitha, con lo cual los tres se alejaron de allí velozmente.
-Tendremos que tener cuidado con ellos. Son muy peligrosos -dijo Edward.
-¿Eso quiere decir que van a perseguirme por el resto de mi vida? - le preguntó Kate.
-Es muy probable -respondió-. Pero no te preocupes. Nos mantendremos alertas.
-Tiene razón -Jasper se acercó a Alice, quien no se despegado del lado de Kate, y rodeó sus hombros con un brazo-. Tomaremos algunas medidas para evitar que se acerquen a ti. Pero no sólo tú corres peligro.
-Holly -dijo Kate-. No importa. De todas formas no tengo miedo.
-Sí, claro. Entonces, ¿por qué temblabas? -le preguntó Emmett con una sonrisa burlona.
-Hacía frío -respondió ella. No estaba dispuesta a dejar que él se riera de ella.
-Como digas.
-Bueno. Creo que es hora de que volvamos a la casa. ¿Creen que los demás hayan terminado de limpiar? -cuestionó Alice.
-No lo sé -respondió Edward.
-Necesitamos que vengan con nosotros -le dijo Jasper a Sam-. Necesitamos ponernos de acuerdo sobre cómo vigilaremos el perímetro.
Sam asintió e hizo un gesto con la cabeza a Leah, Jared, Quil y Paul, con lo cual se fueron a la mansión Cullen tomando un camino diferente.
-Te echo una carrera hasta la casa, Kate -la desafió Emmett-. El primero que llega, gana. Claro, a menos que tengas miedo…
-¡Acepto! -exclamó Kate-. ¿Apostamos?
-Esto va a ser interesante -dijo Patrick.
-De acuerdo. Si yo gano -dijo Emmett-, ustedes tienen que… bailar. Pero no cualquier baile. Tienen que bailar árabe delante de nosotros.
-Está bien, pero si yo gano, ustedes tienen que contar un secreto. ¿Aceptas la apuesta? -le preguntó Kate.
Emmett sonrió y le tendió su mano a Kate, quien la estrechó con fuerza.
-¿Lista? -cuestionó Emmett, preparándose para salir corriendo.
-¡Ya! -exclamó Kate.
Ambos comenzaron a correr en dirección a la casa, seguidos por los demás. Alice, por supuesto, ya sabía lo que iba a pasar, pero decidió no decir nada.
-Alice, tú que ves el futuro, ¿quién va a ganar? -le preguntó Nick, mientras corrían-. Ojala que sea Emmett. Quiero verlas a ustedes vestidas como bailarinas árabes.
-Espera a que lleguemos -fue todo lo que respondió Alice.
A lo lejos, ya empezaba a divisarse la casa, por lo que ya estaban llegando. Kate, por el momento, iba sacándole ventaja a Emmett, pero este último aceleró un poco más el paso, por lo que ahora era él el que llevaba la delantera.
-¡Voy a ganarte, Kate! ¡Después de todo, soy más rápido que tú! -exclamó Emmett.
-¡No es cierto!
Kate volvió a acelerar el paso, con lo cual alcanzó a Emmett.
-¡Gané! -exclamó Kate, saltando de alegría.
Ella y Emmett se quedaron esperando a los demás, quienes aparecieron a los pocos segundos.
-¿Vieron la meta? -preguntó Emmett.
Alice asintió.
-¿Quién ganó? -cuestionó Kate.

JACOB
Cuando vimos el jardín, nos quedamos boquiabiertos.
-¡¿Pero qué hicieron?! -exclamó Holly.
-Lo limpiamos -respondió Karissa.
-¿Llaman a esto limpiar? -preguntó Embry.
Era un verdadero desastre: el pasto estaba mal cortado; las plantas, más destrozadas que antes; había un poco de basura en la piscina; los sillones blancos de cuero que Alice había insistido en poner en el jardín tenían manchas negras. Estaba más sucio que antes.
-Esme va a asesinarnos -susurró Emma.
-Mejor limpiemos esto rápido, antes de que lleguen los demás -propuso Holly-. Pero Embry y yo debemos terminar con la sala.
-Descuida -le dije-. Encárguense de eso. Nosotros nos ocuparemos del jardín.
Holly y Embry entraron para continuar con su tarea. Mientras tanto, Emma les pidió a Karissa y Kristina que fueran a buscar bolsas de residuos para la basura, y a Seth, que trajera un trapo para sacarle las manchas a los sillones.
-¿Quieres que te ayude en algo? -le pregunté.
-Ayúdame a sacar la basura que hay dentro de la piscina -respondió.
El agua de la piscina estaba algo sucia debido a toda la basura que había. Parece que Seth, Karissa y Kristina no encontraron dónde ponerla, entonces no tuvieron mejor opción que tirarla ahí dentro.
Iba a decirle a Emma que sería mejor que esperáramos a las gemelas para que nos dieran la bolsa de residuos para meter la basura, pero no pude porque ella ya se había lanzado al agua. Rápidamente, me quité la remera y la imité. Nadamos hasta el fondo y comenzamos a agarrar todos los envases. Me gustaba cómo el cabello castaño de Emma ondeaba en el agua. Subimos hasta la superficie y dejamos, en el borde, los residuos que habíamos agarrado.
Volví al fondo y continuamos así durante un rato. Hasta que, finalmente, acabamos.
-Por fin -dije-. Esto ya se estaba poniendo pesado.
-Gracias por ayudarme.
-No tienes que agradecer. Tú sabes que por ti haría lo que sea.
-¿Y lo que quiera?
-Es muy probable -respondí, acercando su cuerpo al mío.
-Entonces, ¿podrías besarme?
Acerqué mi boca a la suya y comencé a besarla con intensidad. Rodeó mi cintura con sus brazos y movió sus labios, siguiendo el ritmo de los míos. Recorrió mi pecho con sus gélidas manos. Introduje una de mis manos bajo su remera y acaricié su espalda. En ese momento, alguien carraspeó. Cortamos el beso y miramos a nuestro alrededor para ver quién había sido.
-Creí haber dado una condición para que estés con ella -dijo una voz conocida. Era Embry.
Emma bufó.
-Por favor, Embry. No seas tan sobre protector -le pidió.
Embry no dijo nada, sólo se acercó a ella, tomó su mano y la ayudó a salir de la piscina. Al instante, salí para poder ayudar a Emma a meter la basura en las bolsas, cosa que las gemelas todavía no habían traído.
Holly salió a nuestro encuentro y tomó a Emma del brazo.
-Ven conmigo. Necesitas ropa seca -le dijo.
-Si necesita cambiarse, ¿por qué no le dices a Jacob que la ayude a quitarse la ropa? -preguntó Embry con sarcasmo-. Ya que le gusta meter sus manos donde no debería…
-Ya basta, Embry -dijo Emma.
-Volvemos enseguida. No queremos ningún lío -nos advirtió Holly, entrando a la casa junto con Emma.
Justo en ese momento, salieron las chicas con las bolsas.
-¿Por qué tardaron tanto? -les pregunté.
-No las encontrábamos. Seth sugirió que las buscáramos en el armario que estaba abajo pero Kris le dijo que ese era el closet, entonces tuvimos que ir arriba y revolvimos todo buscando las estúpidas bolsas. Al final, resultó que Seth tenía razón. Estábamos revisando el baño cuando él apareció con las bolsas, entonces le dije a Kris que era una tonta por haberme hecho revisar toda la casa para buscarlas y…
-Karissa, ¿podrías callarte un poco? -le preguntó Embry en broma, tapándose los oídos.
Reí por su actuación, pero Karissa no.
-Disculpa, Jacob me pidió una explicación y yo se la estaba dando. Bien, como te estaba diciendo…
-¡Karissa! ¡Kristina! ¡Vengan aquí inmediatamente! -gritó Holly. Por el tono de su voz, me di cuenta de que estaba enojada.
-Yo mejor me voy. Mándale mis saludos -dijo Kris, empezando a correr en dirección a su casa, la cual no quedaba muy lejos.
Karissa, al ver lo que hacía su hermana, la imitó.
-¡Espérame, Kris! -gritaba.
Embry y yo no podíamos dejar de reír por la reacción de las gemelas. Justo en ese momento, salió Holly con expresión enojada, seguida por Emma, quien trataba, inútilmente, de tranquilizarla.
-¿Qué pasó? -le pregunté.
-Lo que ocurre es que dejaron el baño patas arriba. Frascos tirados, manchas de shampoo en la pared. ¡Es un desastre! -exclamó.
-Holly, tranquilízate -le dijo Emma.
-¿Se fueron para la casa? -cuestionó.
Asentí.
-Vuelvo enseguida. Tengo cuentas pendientes que arreglar con esas dos -dijo, echando a correr en la misma dirección que las gemelas.
-Jamás la había visto tan enojada. ¿Dónde está Seth? -preguntó Emma.
-Está limpiando los sillones -respondió Embry.
Miré hacia el lugar donde se encontraban los sillones y ahí estaba Seth, limpiando. ¿En qué momento apareció?
-Tendremos que separarnos. ¿Creen poder trabajar aquí en el jardín sin armar lío mientras ordeno el baño? -cuestionó Emma.
Embry y yo asentimos.
-De acuerdo. Nos vemos después -dijo, entrando a la casa.
1 hora después
-Finalmente, terminamos -dijo Embry, apilando la última bolsa de basura junto con las otras.
-Sí, ya me estaba hartando de esto. ¿Creen que los demás ya estén por volver? -preguntó Seth.
-Supongo que sí. Salieron al bosque a buscar a los neófitos hace dos horas -respondí.
-Jamás creí que las gemelas ensuciaban tanto un lugar. Me costó quitar las manchas que dejaron en las paredes -dijo Emma, bajando las escaleras.
Con todo lo que habíamos trabajado, no había podido admirar lo hermosa que se veía. Estaba usando un jean negro y una camisa blanca. Ambas prendas eran algo ajustadas, lo que marcaba su escultural cuerpo a la perfección.
Emma salió al jardín y, al verlo, suspiró de alivio.
-Lo dejaron mejor que antes -dijo-. El césped se ve mejor.
-Sí, pero lamentablemente tuvimos que sacar algunas plantas. No había forma de arreglarlas.
-No se preocupen, hicieron un gran esfuerzo.
Vaya que habíamos hecho un gran esfuerzo. Vaciamos la piscina y la limpiamos, cortamos el césped de manera que se viera más prolijo. Incluso intentamos salvar algunas plantas, pero no pudimos porque las gemelas las habían destrozado, entonces no nos quedó más remedio que volver a plantarlas.
-¡Gané! -se escuchó una voz femenina que provenía de afuera.
-Es Kate. Ya volvieron los demás. ¿Dónde está Holly? -cuestionó Emma.
-Aquí estoy -respondió, entrando por la puerta que daba al jardín-. Oigan, chicos, el patio quedó fabuloso.
-Gracias -le dije.
-¿Quién ganó? -escuchamos que Kate le preguntaba a alguien.
Silencio.
-¡¿Empate?! -exclamó Emmett, entrando a la casa-. ¡No puede ser! Es obvio que gané yo, pero Alice no quiere decírselo a Kate para que ella no se sienta tan mal por haber perdido contra mí.
-¡Cállate! Ella lo dijo porque sabe que para ti sería muy vergonzoso saber que te ganó una chica -dijo Kate.
-Hola, chicos -Alice fue la primera en saludarnos-. ¿Y las gemelas?
-No me hales de ellas -respondió Holly-. Hicieron un montón de líos el día de hoy. Estuve a punto de asesinarlas.
-¿Tan malo fue? -cuestionó Jasper, entrando a la sala, seguido por Nick y Edward.
-Primero, destrozaron el jardín. Segundo, desordenaron el baño… ¡Oh, no! Olvidé limpiarlo.
-Descuida, Holly -la tranquilizó Emma-. Yo me encargué de eso.
-Eres genial -le dijo.
-Bueno, ¿y de qué se trata todo eso de ganar? -pregunté.
-Kate y Emmett hicieron una carrera. El primero que llegaba a la casa, ganaba -respondió Nick-. Además apostaron.
Emma se tensó.
-¿Qué apostó Kate?
-Si ella ganaba, todos los chicos aquí presentes tienen que contar un secreto vergonzoso. Pero sólo los hombres deben cumplir esa apuesta.
-¿Y Emmett? -preguntó Holly.
-Si él ganaba, ustedes, chicas, deben bailar árabe delante de nosotros.
-¡¿Qué?! -exclamó Emma-. ¡Emmett, voy a matarte!
-Vamos, Emma. No seas así. Sólo tienes que ponerte la ropa adecuada y mover tus caderas. Es todo -dijo Emmett.
-No voy a hacerlo. Y menos si hay tantos pares de ojos mirándome.
-¿Quién ganó? --preguntó Seth.
-Hubo un empate, por lo que se deben cumplir las dos apuestas -respondió Alice, más alegre que nunca.
-¿Por qué tan emocionada por la apuesta? -le preguntó Edward.
-Porque es una excelente excusa para ir de compras. Chicas, todas al auto. Tenemos que comprar los trajes adecuados para el baile de esta noche.
-¿Esta noche? -cuestionó Holly.
-Claro. Los bailes árabes, en mi opinión, son mejores cuando se bailan de noche.
-Cuenta conmigo -dijo Holly.
-De acuerdo. Hasta ahora somos tú, Kate y Yo. Sólo faltan Emma, Bella y las gemelas.
-No cuentes conmigo, Alice -dijo Emma, cruzándose de brazos.
-¡Aguafiestas! -exclamó Alice, con el objetivo de que cediera.
-No me ofendes. Y la respuesta es no.
Alice sonrió con malicia. Hizo un gesto a Kate y Holly. Estas se acercaron y Alice les susurró algo. Las tres asintieron y miraron a Emma.
-¿Qué traman? -cuestionó Emma, con suspicacia.
-Tienes dos opciones, Emma -dijo Kate.
-La primera -empezó a decir Holly-, es que bailes árabe con todas nosotras o…
-Que hagas un striptease delante de todos los chicos… tú sola -terminó de decir Alice.
Nick sonrió con descaro cuando escuchó lo último que había dicho Alice. De seguro por su mente estaba pasando una imagen de Emma desnudándose. Mi cuerpo empezó a temblar de rabia. Deseaba darle un puñetazo en la cara, pero, por suerte, me controlé lo suficiente.
-Creo que voy a elegir bailar con ustedes -dijo Emma.
-¡Excelente! Chicas, suban al auto. Edward, ve a buscar a Bella, porque ella también va a bailar, y también las gemelas -dijo Alice.
-Pequeña duende, ¿crees que Bella acepte bailar? -le preguntó Emmett a Alice.
-No lo creo, pero si no quiere, podemos hacerle lo mismo que le hicimos a Emma.
-Yo me encargo de eso -se ofreció Emmett, corriendo a la cochera para ir a buscarla.
-¡No lo harás! -exclamó Edward, persiguiéndolo.
Kate rodó los ojos.
-Hombres.
-Cállate -dijo Patrick.
-Basta. Emma, Holly, Kate. Al auto -ordenó Alice-. Es hora de ir de compras.
Dicho esto, las chicas se fueron.

Esa noche
Patrick, Emmett, Edward, Jasper, Quil, Embry, Seth y yo estábamos sentados frente a una fogata que habíamos hecho en el patio. ¿Vampiros y hombres lobo pasándola bien como si fueran los mejores amigos? Eso sí que es raro.
Estábamos esperando que las chicas salieran para iniciar con su baile árabe, y yo estaba ansioso por ver cómo estaría vestida Emma.
-¿Creen que las chicas tarden mucho? Estoy ansioso por ver la función –dijo Emmett.
-Ya sabes cómo es la duende maniática por las compras y la moda -respondió Edward-. De seguro las está maquillando…
-O peinándolas -dijo Jasper.
-O convenciendo a Emma y Bella de que se vistan con la ropa que eligió para la ocasión -agregó Emmett-. De seguro serán trajes muy ajustados.
Patrick rió.
-Estoy de acuerdo contigo, Emmett.
-Qué inmaduro eres Emmett. ¿Es que no piensas en otras cosa? -le preguntó Edward.
-Por supuesto. No pienso sólo en Holly y la ropa que se pone. También pienso cuál es tu problema por el que no quieres llevar a Bella a tu cama -respondió, provocando una carcajada general.
-Y yo pienso que quizá debas dejar de meterte en asuntos ajenos -dijo Edward.
-Y yo pienso que deberías responder mi pregunta: ¿cuándo llevaras a Bella a un hotel?
-Pienso que debería darte un buen puñetazo.
-Y yo pienso que deberían callarse los dos -dijo Seth-. Discutirán más tarde.
-Yo pienso que debería darte una buena patada en el… -empezó Emmett, siguiéndole el juego, pero Embry lo interrumpió.
-Pienso que deberías aprender modales.
-Pienso que deberían dejar de decir estupideces -les dije.
-Y yo pienso que no deberías meter las manos donde no corresponde.
-Pienso que deberían explicarme lo que sucede porque no entiendo nada -se sumó Quil.
-Pienso que, según lo que escucho, eres un pervertido sexual -me dijo Emmett, con una sonrisa burlona.
-Y yo pienso que todos somos unos pervertidos sexuales y deberíamos callarnos -opinó Patrick.
-Pienso que tiene razón -continuó Emmett.
-Creo que deberías callarte la boca -le dijo Jasper.
-Jasper, estamos usando la palabra “pienso”, no “creo”.
-Muy bien. Pienso que creo que deberías cerrar tu boca.
Emmett iba a decir algo más cuando una extraña música comenzó a sonar en el ambiente. En ese momento, aparecieron siete bailarinas que al principio se quedaron inmóviles. No sabíamos cuál era cuál, pues llevaban unos velos que cubrían sus rostros. A los pocos segundos, la música aceleró un poco el ritmo y una de ellas empezó a mover sus caderas con sensualidad. Después se le sumó otra, y luego otra. Así sucesivamente.
El baile era alucinante. Llevaban puestos unos tops, ajustados, y unas faldas que les llegaban por arriba de la rodilla. Ambas prendas estaban adornadas con monedas, por lo que hacía ruido cuando bailaban al compás de la música. Sin embargo, yo ansiaba que alejaran esos velos para poder verlas. Quería saber cuál de ellas era Emma, y con los rostros cubiertos era muy difícil.
De repente, observé que una de las bailarinas se movía de una manera que me resultaba muy familiar. Bailaba con algo de timidez, pero al mismo tiempo con seguridad, como si estuviera bailando sólo para alguien. Su pequeña cintura giraba en círculos; sus brazos movían el velo a su alrededor, marcando los movimientos de su danza. Al verla, sentí que mi corazón saltaba de alegría. Era ella. Mi hermosa y dulce Emma.
Luego de un rato, el baile llegó a su fin y las chicas descubrieron sus rostros. Me alegró saber que la chica que yo había estado mirando desde el principio era Emma. La reconocería aunque estuviera ciego, e incluso sordo. Bastaba sólo un pequeño roce de su piel para saber que era ella.
Las chicas, luego de recibir aplausos y silbidos, cortesía de Emmett, volvieron a entrar a la casa para cambiarse. Me disculpé con los chicos diciéndoles que volvería enseguida, pero no me prestaron atención, pues estaban hablando del baile que acabábamos de presenciar.
Subí las escaleras y caminé en dirección a una sola habitación. Al llegar, golpeé la puerta.
-Adelante -dijo aquella voz que me encantaba oír.
Miré para ambos lados y, luego de cerciorarme de que no hubiese nadie que estuviera mirando, entré. Emma me miró con sorpresa al verme allí.
-¿Qué haces aquí, Jake? Si te ven...
-Tranquila, nadie me vio -la tranquilicé, acercándome a ella y colocando mis manos en su cintura.
Antes de que ella dijera algo, atraje su rostro al mío y la besé. Al principio, se quedó inmóvil, pero a los pocos segundos, comenzó a mover sus labios, siguiendo el ritmo de los míos. Emma rozó su lengua con la mía y yo introduje mi lengua en su boca, disfrutando de su sabor dulce por primera vez.
Mientras mis manos recorrían su espalda, las suyas viajaban por mi pecho y mis brazos.
Acaricié su desnuda cintura y su plano vientre, sintiendo el contacto de su suave, pero fría, piel de porcelana bajo mis manos ardientes. La abracé con fuerza contra mi pecho, tratando de no dejar un milímetro de espacio entre nosotros.
-¡Emma! –gritó Kate.
Rápidamente, nos separamos. Emma tomó mi mano y me llevó hasta la puerta, la abrió y, con cuidado, me empujó afuera de la habitación.
-Será mejor que te vayas -me susurró.
Antes de que cerrara, me incliné hacia ella y le di un corto beso.

EMMA
-Empieza tú, Patrick -le dijo Kate, sentándose a su lado.
-De acuerdo. Recuerdo algo que me pasó cuando tenía 7 años. Después de ver Peter Pan por primera vez, subí a una cama alta, y me tiré creyendo que si pensaba en cosas lindas iba a volar.
Nos empezamos a reír. Éramos Nick, Embry, Seth, Quil, Jacob, las gemelas, Emmett, Holly, Kate, Patrick, Alice, Jasper, Edward, Bella y, finalmente, yo. A mi parecer, dieciséis personas eran bastantes para una simple reunión en el patio trasero de la mansión Cullen, sentados alrededor de la fogata que habían hecho los chicos. Sin embargo, eso no impedía que nos divirtiéramos mucho. Edward estaba sentado al lado de Bella; Bella, al lado de Emmett; Emmett, al lado de Holly; Holly, al lado de las gemelas; las gemelas, al lado de Patrick; Patrick, al lado de Kate; Kate, al lado de Jasper; Jasper, al lado de Alice; Alice, al lado de Jacob; Jake, al lado de Embry; Embry, al lado de Quil; Quil, al lado de Seth; Seth, al lado de Nick; Nick, al lado mío. No podía evitar sonreír de vez en cuando por la mirada que le dirigía Jake a Nick, como si le estuviera diciendo: “te atreves a tocarla y estas muerto”.
-¿De verdad creíste eso? -le preguntó Emmett, quien no podía parar de carcajear.
-Bien, ya que al parecer lo mío es muy tonto, ¿por qué no nos cuentas un secreto tuyo? -lo desafió Patrick a Emmett.
-Está bien. Déjame recordar -Emmett se quedó pensativo durante una fracción de segundo, luego empezó a reírse solo. Nosotros nos miramos como si estuviera loco-. Acabo de acordarme de algo que me pasó cuando tenía unos 16 ó 17 años. Resulta que estábamos en una clase libre, porque el profesor no había venido. Conclusión: estábamos todos haciendo avioncitos de papel para hacerlos volar por toda el aula, dibujando cosas en el pizarrón, cantando estupideces y esas cosas. Era un verdadero caos.
»Bueno, yo estaba hablando con unos amigos míos cuando de repente una de mis compañeras, creo que se llamaba Emily, empezó a reírse y a señalarme. Yo la miraba sin entender nada. En menos de un minuto, el curso entero se burlaba de mí, incluso mis amigos. Harto de no comprender qué pasaba, le pregunté a uno de mis amigos por qué me señalaban tanto. Resulta que tenía un enorme escupitajo en la cabeza.
Empezamos a reírnos con más ganas que antes.
-¿Supiste quién fue? -le pregunté entre risas.
-Sí, un compañero que, al parecer, quiso escupirle a otro que no sé qué le había hecho, pero erró el tiro y terminó en mi cabeza. Luego de eso, recuerdo que empecé a perseguirlo por todo el salón, pero el imbécil era bastante rápido, así que decidí tomar una de las tizas y lanzársela. Lamentablemente, en ese momento entró un preceptor.
-¿Y qué pasó? -cuestionó Holly.
-La tiza le dio en el ojo -respondió, provocando que volviéramos a reír-. Después de eso, me llevaron ante la directora, quien me quería poner una sanción por lo que le había hecho al preceptor.
-¿Te puso sanción? -le preguntó Alice.
-Desgraciadamente. Para colmo, eso lo tenía que firmar alguno de mis padres, pero no pensaba mostrárselos, así que falsifiqué la firma, y la directora nunca se dio cuenta.
-Eres un chico malo, Emmett Cullen -le dijo Alice-. Por eso me caes tan bien.
-Ahora le toca a Edward. ¡Cuéntanos tu secreto! -exclamó Kate.
-¿Por qué tengo que hacerlo? -cuestionó.
-Porque Kate y Emmett hicieron una apuesta, y las apuestas se cumplen, ¿no es así? -respondió Seth, con una gran sonrisa.
-Bien dicho -dijo Patrick.
Edward bufó.
-Bien. Cuando tenía unos 9 años, mi papá y yo estábamos dando un paseo por el campo. En ese momento, resbalé y caí. Cuando me levanté, sentí que tenía algo en mi espalda. Papá me miró y empezó a reír.
-¿Qué tenías? -le preguntó Bella.
-¿Quieres saber?
-Ay, Eddie, no nos dejes en suspenso -se quejó Alice.
-Vuelve a decirme Eddie y no digo nada.
Alice se cruzó de brazos y le sacó la lengua.
-Bien, lo que tenía en la espalda era… excremento de caballo -dijo finalmente.
Emmett empezó a carcajearse, con lo cual sus risotadas nos contagiaron a todos.
-¡¿Por qué?! ¡¿Por qué no estuve ahí para verlo?! ¡Si hubiese estado ese día contigo te habría tomado una foto! -empezó a decir.
-Inmaduro. Por eso no quería contarlo -dijo, dirigiéndole una mirada asesina a su hermano.
-¡Me toca! -anunció Jasper.
-¿Sobre qué vas a contar? ¿Sobre tu primera vez con María? -cuestionó Emmett, con una sonrisa burlona.
Jasper se sorprendió ante ese comentario y Alice lo miró con suspicacia.
-Jazz, ¿podrías explicarme qué dijo Emmett?
-Este… Alice, yo… -balbuceó.
Pudimos ver unas cuantas lágrimas rodando por las mejillas de Alice.
-¡Dijiste que tu primera vez había sido conmigo, que sólo la habías besado! ¡Te odio, Jasper Cullen! -exclamó Alice, sumamente enojada. Se levantó de su asiento y entró a la casa.
-Muchas gracias, Emmett -dijo Jasper entre dientes-. Mira lo que provocaste.
-Oye, yo no sabía que ella no sabía eso de María -se defendió.
-Emmett, te lo había dicho miles de veces. ¡Alice no estaba enterada de ese… dato!
-¡Cálmense! -grité, poniéndome de pie y mirándolos. Observé cómo todos me observaban con sorpresa por mi repentino grito-. Si siguen peleando, no van a solucionar nada. Jasper, te sugiero que esperes hasta mañana para hablar con Alice. Ahora está muy dolida y necesita tiempo a solas. En cuanto a ti, Emmett, la próxima vez cierra la boca. Un día vas a meternos en líos.
Emmett sonrió, se levantó, me cargó sobre su hombro y echó a correr hacia la piscina.
-¡Bájame! -exclamé, echando a reír. Pude ver que los demás se reían.
-Sólo si dejas de gritarme -dijo.
-Está bien, no te gritaré. ¡Ahora bájame!
Emmett me dejó en el suelo y ambos volvimos con los demás.
-Aprende, nadie le grita al gran Emmett Cullen. Soy un hombre fuerte, sexy…
-Un oso -dijo Holly, esbozando una sonrisa.
Emmett la miró con dulzura, atrajo su rostro al de él y la besó. Edward hizo una mueca de asco.
-¿Podrían evitar hacer eso en privado? -preguntó.
-Cállate, Edward. Yo nunca me quejo cuando tú y Bella se besan por ahí -dijo Emmett, rodeando la cintura de Holly.
En ese momento, Kristina se dio cuenta de que ya no quedaba suficiente comida.
-Jake, Holly, ¿por qué no van a buscar más comida y refrescos? -sugirió.
-Buena idea -dijo Karissa, señalando a los lobos-. Estos comen como si no se hubiesen alimentado en años.
Jake y Holly se levantaron de sus lugares y entraron a la cocina. Entretanto, Quil y Seth le dirigían a Karissa una mirada llena de enojo. Me reí por esa escena, con lo cual Embry me fulminó con la mirada.
-¿Te parece gracioso, Emma? -cuestionó, tratando de sonar enojado.
-Sé que no estas molesto, así que no te molestes en fingir que lo estas -fue lo que respondí.
Embry rió.
-¡Le toca a Jacob! -exclamó Kristina.
-Pero él y Holly fueron a buscar más comida para nuestros amigos, los lobos hambrientos -dije, riendo de nuevo.
-Muy gracioso. Sé el secreto que va a contar Jake. ¿Quieren oírlo? -preguntó Embry.
-¡Por supuesto! -contestó Emmett.
-Bien, él me contó que hace unos dos días se besó con Holly, y me dijo que fue el mejor beso de su vida.
La sonrisa que tenía en mi rostro se desvaneció en menos de un segundo. ¿Que Jacob había besado a Holly? Pero si hacía tres días Jacob y yo nos habíamos dado nuestro primer beso. Sentí que mi corazón, de un momento a otro, se rompería en miles de pedazos.
Noté que Edward me miraba; sabía que estaba leyendo mi mente. No me importó. Jacob no me había dicho nada. Hubiese preferido que me lo contara a que me enterara por boca de otra persona, en este caso, mi mejor amigo. Las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas, mojando mi rostro.
-Emma, ¿ocurre algo? -preguntó Bella.
No quería estar más ahí sentada, por lo que me levanté y entré a la casa. Desgraciadamente, en ese momento venían mi mejor amiga y mi supuesto novio. Ambos llevaban la comida y los refrescos. Al verme con la cara empapada en lágrimas, Jacob colocó una de sus manos en mi mejilla. Cuando sentí su calidez en mi rostro, más lágrimas salieron de mis ojos. Bastaba sólo un pequeño roce de su ardiente piel morena para que me sintiera mejor, pero esta vez, no sucedió de esa manera. Me sentí más triste que hace un rato.
-¿Pasó algo? -cuestionó.
Aparté su mano de mi rostro y corrí escaleras arriba. Una vez en mi habitación, me tiré en la cama, escondí la cara en la almohada y lloré con gran intensidad.
-¡Te odio, Jacob Black! -grité, diciendo la misma frase que Alice le había dicho a Jasper, sólo que cambié el nombre.
Escuché un golpeteo en mi puerta.
-¿Quién es? -pregunté.
-Soy yo -contestó la voz de Edward.
-Pasa.
Edward entró y cerró la puerta tras de sí. Se acercó a mi cama, se sentó y acarició mi mejilla con su pulgar.
-¿Puedo hablar contigo? -preguntó.
Me incorporé, apoyé mi espalda en el cabecero de la cama y suspiré con tristeza.
-¿Sobre qué? -cuestioné.
-Sobre esas imágenes que vi en tu mente -respondió.
-¿Cuáles imágenes?
-Unas en las que te besabas con Jacob.

Nota de Autor:
Hola mis hermosas y queridísimas lectoras!
Antes que nada, les debo una enorme disculpa por haber tardado tanto en subir el capítulo. Se habían llevado la PC de mi compu y no tenía forma de escribir para ustedes.
Bueno, trataré de subir el capítulo 11 antes de que termine Enero, porque me voy a Neuquén la primera quincena de Febrero, por lo que no podré escribir por 15 días.
Las quiero mucho!
Besos y nos leemos pronto,
Avery

02 diciembre 2010

Nota de autor 3

Mis queridísimas lectoras:
Lamento tardar tanto en subir el capítulo 10, pero se llevaron la PC de mi casa y todavía no me la devuelven, por lo que todavía no pude avanzar nada.
Trataré de subir el 11 lo antes posible, para no hacerlas esperar tanto.
Besos,
Avery

22 octubre 2010

Nota de autor 2

Mis queridas lectoras:
Las tengo re olvidadas! Es muy probable que el capi 10 lo suba el próximo viernes (no se ilusionen).
El problema es que el colegio me dificulta. Ya termina el año y hay que ponerse a full con las materias, lo que significa EXÁMENES! Los odio!! Pero bueno, no se puede hacer nada, más que estudiar.
Sé que deben estar comiéndose las uñas para saber que va a pasar. Como soy buena les voy a dejar el principio (pero un pedacito) del próximo capítulo: Nuevo "visitante"

JACOB

-¡Jacob! -me llamó Seth-. Te estamos buscando desde hace horas.
Miré a un costado y pude divisarlo a él, junto con Embry y Quil.
-¿Qué te tiene tan pensativo? -preguntó Quil.
Emma, respondí en mi mente. Estaba pensando en ella, como lo hacía desde la primera vez que la había visto. Aún no sabía si decirle aquello que me estaba carcomiendo por dentro desde hacía unos días.
Tarde o temprano, ella deberá saber la verdad, pero tan sólo pensar en que no querrá verme más si se lo digo, es algo que no me quiero imaginar. No soportaría que se apartara de entre mis brazos.
Hace un tiempo, cuando Bella me dijo que su amor por Edward era más fuerte y que eso nunca cambiaría, comencé a pensar que estaría solo para toda la vida. Durante unos cuantos meses albergué la esperanza de que las cosas no serían como yo creía, pero luego perdí la fe. Hasta que apareció Emma y lo cambió todo.
Cuando pisó por primera vez el bosque de Forks y mis ojos la vieron, no pude quitarla de mi mente. Su cabello castaño ondeando con la brisa del viento, sus brillantes ojos verdes. ¿Quién podría olvidar a semejante belleza? Pero las cosas dieron un giro impresionante ese mismo día, cuando la transformaron en vampiro.
Ahora ella había cambiado. Era diferente.

Chan!! Eso es todo! Sé lo que se siente esperar y esperar que el autor o autora termine de escribir el capítulo, por eso decidí dejarles este pedacito. Un POV de Jacob, regalo para todas sus fans! ♥♥♥
Nos vemos por ahora y nos leemos pronto.
Besos,
Avery

02 octubre 2010

9- La fiesta de disfraces

-¡Por fin apareces! -exclamó Emmett al verme bajar por las escaleras-. ¿Dónde te habías metido?
-Estaba en mi habitación -respondí, tratando de no pensar en cierta persona, ya que corría el riesgo de que Edward supiera qué había estaba haciendo y con quién.
En el living estaban Carlisle, Esme, Edward, Bella, Emmett, Holly, Kate, Alice, Jasper y Patrick.
-Ya que estamos todos presentes -empezó a hablar Carlisle-, quería hacer algunos anuncios. Primero, Esme y yo nos iremos por dos semanas.
-¿A dónde? -cuestioné.
-Isla Esme -respondió.
-¿Qué es eso? -preguntó Kate.
-Es una isla que le regaló Carlisle a Esme. La mayoría de las veces se van allí para estar "solos" -contestó Emmett con una sonrisa burlona.
Alice se acercó a él y le propinó un puñetazo.
-¿Por qué hiciste eso? -preguntó Emmett, frotándose el brazo, aunque todos sabíamos que era en broma porque no había sentido dolor alguno.
-No sabes apreciar la vida íntima de las demás personas -le dijo, con cara de ofendida.
-Como les iba diciendo -Carlisle miró a Emmett con mala cara-, nos iremos allí por catorce días. Les queremos pedir un solo favor: cuiden la casa y nada de fiestas raras.
-Pediste dos favores, no uno -le dijo Alice.
Esme miró a Alice con advertencia.
-Lo importante es que no destruyan la casa. Y vigilen que nada malo le pase a mi jardín, porque se arrepentirán -nos amenazó Esme.
-¿Algo más? -preguntó Kate.
-Eso es todo. Ahora debemos irnos. El avión sale dentro de treinta minutos. Cuídense -Carlisle y Esme se despidieron de nosotros, metieron las maletas en el baúl, subieron al auto y se alejaron por la calle.
-Bien, ahora que se fueron, les diré lo que tengo en mente: ¡una fiesta de disfraces! -exclamó Alice.
-No, no y no -Edward se dirigió a Emmett-. No te atrevas a apoyarla. Saben lo que pasará si nos dejamos guiar por la duende maniática.
-Alice, antes de que digas algo más, quiero anunciarte que no participaré en esta fiesta. Ni en mis sueños usaría un disfraz y, conociéndote, me harás usar uno corto -dijo Bella.
-Pero, Bella… –empezó a decir Alice.
-Basta, Alice –la interrumpió Edward-. Te diré lo que haremos: te dejaré los discos de música para que puedan disfrutar la fiesta, pero Bella y yo no asistiremos.
-Lo que digas, hermanito. Ahora tenemos que arreglar todos los detalles. Todavía nos faltan muchas cosas si queremos celebrar la fiesta en tres días: necesitamos la lista de invitados, por supuesto que vendrán los chicos del instituto; bebidas y comida si queremos agasajarlos; invitaciones. Y, por último, nos quedan los disfraces -se volvió a nosotras-. Tengo el disfraz perfecto para todas ustedes. Tendrán que probárselo para ver que sea de su talla; maquillarse; peinarse; comprarse calzado; también necesitaremos joyas para lucir aún más hermosas de lo que ya somos…
-¡Alice, por favor deja de hablar! -exclamó Emmett.
-¿Qué hice ahora?
-Nos estás mareando con tantas palabras -respondí.
Alice ni siquiera me escuchó, sino que tomó el teléfono y empezó a encargar la comida y la bebida para la fiesta.

Mañana era la noche de “la mejor fiesta de disfraces de todos los tiempos”, como le dice Alice. Luego de haber hecho, aproximadamente, unas veinte llamadas, finalmente, ya tenía todos los preparativos: la comida, la bebida, la música, las invitaciones (que llegan hoy de la impresa), la decoración. Pero aún faltaba lo más importante: los disfraces. No quería imaginarme el tipo de vestuario que me haría usar Alice.
-Emma -me llamó Holly desde la escalera.
-¿Qué pasa? -dije, dejando el libro que estaba leyendo a un lado y levantándome del cómodo sillón.
-Alice quiere que vayamos a su habitación… para darnos nuestros disfraces -respondió.
-¿Qué tipo de disfraces crees que sean? -le pregunté, al tiempo que subíamos las escaleras en dirección al cuarto de Alice.
-Desde luego, cortos, ajustados y escotados -respondió, riendo.
Estoy perdida, pensé.
Cuando llegamos y entramos, vimos que Kate, Karissa, Kristina, Tessa y Alexis estaban ahí, esperándonos.
-De acuerdo, chicas -empezó a hablar Alice-. Ha llegado el momento de darles sus disfraces para la mejor fiesta de disfraces de todos los tiempos de mañana.
Fue a su guardarropa y sacó siete percheros, de los cuales colgaban los disfraces. Para que no se ensuciaran ni nada, Alice les había puesto una bolsa de nylon antes de guardarlos.
-Las nombraré y tendrán que venir a buscarlos. Y no quiero quejas -añadió, mirándome. Luego empezó a llamarnos-. Kate, este es tuyo.
-¡Me encanta! -exclamó, tomándolo y sentándose en la cama.
-Karissa y Kristina -las chicas se acercaron con una enorme sonrisa en sus rostros a tomarlos-. Tessa y Alexis -le entregó a cada una su respectivo disfraz-. Y, por último, Holly y Emma.
De haber seguido siendo humana, me habría desmayado al ver mi disfraz.
-Alice, no puedo ponerme esto -le espeté.
-¿Por qué no? Es perfecto para ti.
-Porque…
En ese momento, escuchamos una voz conocida que venía desde la planta baja. Me tensé. Era Felix.
-¿Qué está haciendo él aquí? -preguntó Kate, llena de furia, al mismo tiempo que dejaba el disfraz a un lado, salía de la habitación y bajaba a averiguar.
Holly me rodeó los hombros con su brazo, brindándome apoyo.
-Tranquila, Emma -me dijo.
-Pero, ¿y si mañana se presenta en la fiesta? -cuestioné, llena de pánico.
-No lo hará. Estaremos alertas por si decide entrar a esta casa -me aseguró Alice-. No permitiremos que vuelva a hacerte lo mismo que aquella noche. Por lo menos, nunca antes te sucedió. De no haber evitado lo que Felix estuvo a punto de hacerte…
-No, Alice. No es la primera vez que me ocurre algo así -la contradecí, sentándome en la cama, con Holly a mi lado.
Alice me miró con sorpresa.
-¿Qué quisiste decir con eso, Emma? -me preguntó, acomodándose al otro lado.
-Hay algo que deben saber… sobre mi pasado. Pero esperaremos a que venga Kate.
Hablando de Roma, justo en ese momento, entró Kate.
-¿Hubo algún problema? -le preguntó Karissa.
-No. Quiso venir a hablar con Emma y pedirle disculpas por lo que pasó esa noche. Lo eché de aquí diciéndole que si se acercaba a ella, podía considerarse vampiro muerto -nos contó. Observó mi cara-. ¿Ocurre algo, Emma?
-Algo que quiere contarnos. Pero estaba esperando a que vinieras -le explicó Tessa.
-Habla -dijo, arrodillándose a los pies de la cama-. Soy toda oídos.
-Verán, antes de que yo naciera… -empecé a narrar mi pasado.
Al terminar, pude ver que las chicas me miraban con tristeza. Holly me abrazó con fuerza.
-No sabíamos eso, Emma -me dijo Alice-. ¿No te sentías preparada para contarnos?
Negué con la cabeza.
-Por eso tenía mucho miedo esa noche. No quería volver a pasar por lo mismo -les expliqué.
-Y pensar que Felix es uno de mis guardias. Si no él no fuera tan fuerte, lo mataría -dijo Kate.
-Hombres. Se piensan que son los mejores -observó Alexis-. No les importa lo que sufrimos.
-Tienes razón -concordó Tessa-. Ellos son de piedra y nosotras de corazón. Al menos, nosotras tenemos sentimientos. Sé que no todos los chicos son así, pero la gran mayoría son unos insensibles.
-Todo esto me recuerda la canción de Beyonce -dijo Karissa.
-¡Es verdad! -exclamó Kristina-. “Si yo fuera un chico, sólo por una vez, yo me vestiría como quiero…” -empezó a cantar.
-“Con lo que vea primero y me voy” -la siguió Karissa.
Al poco rato, todas nos enganchamos.
-“Si yo fuera un chico, sé que podría saber, comprender mucho mejor lo que es amar a una mujer. Sabría escuchar, pues conozco el dolor de perder a quien se quiere porque ignoras lo que tienes, y quedas sin saber que pasó” -cantamos el estribillo.

La gran noche llegó. Las chicas y yo nos encontrábamos en la habitación de Alice, preparándonos para poder asistir. No podía dejar de mirarme en el gran espejo que tenía colgado en una pared. Tenía puesta una falda escocesa color roja que me llegaba a la mitad del muslo; una camisa blanca, ajustada, la cual estaba anudada por debajo de mi busto, con lo cual dejaba mi vientre al aire; una corbata haciendo juego con la falda; medias transparentes y, por último, zapatos con un poco de taco.
-Alice, no creo que pueda bajar vestida así -dijo.
Por el reflejo del cristal, pude ver que se paró detrás de mí. Sonrió.
-Emma, este disfraz de colegiala te queda estupendo.
-¿Eso crees? -pregunté.
-¡Por supuesto! -exclamó-. Ahora ven -dijo, tomándome del brazo-. Todavía tenemos que peinarte y maquillarte.
Me hizo sentarme en una silla frente a una mesa, sobre la que había sombra para ojos, lápiz labial, rubor, rímel, delineador, un secador de pelo, un cepillo para el pelo, horquillas, aros, pulseras, collares y anillos.
-Holly, ¿podrías ayudarme con el maquillaje? -le preguntó Alice a Holly, quien ya estaba lista.
-Claro. No hay problema -respondió.
Esa noche, ella estaba increíble, al igual que todas las chicas. Aclaración: todos los vestidos que usaban las chicas llegaban a la mitad de los muslos, con lo cual, a los chicos podían darles una perfecta visión de las piernas. Holly llevaba puesto un vestido blanco con botoncitos rojos y mangas que tenían unos pequeños moños rojos. En la cabeza, llevaba un gorrito blanco con el dibujo de la cruz roja. Sin duda, era una doctora que haría babear a Emmett.
Kate estaba usando un vestido negro, una cinta roja que rodeaba su cintura, guantes del mismo color, botas negras con taco que le llegaban hasta las rodillas y, como toque final, una bincha negra con cuernitos rojos y un tridente del mismo color. Patrick abriría los ojos muy grandes cuando la viera a esta diablita.
Tessa tenía puesto un vestido a rayas negras y amarillas. Al final del traje tenía una especie de volado negro y un moño del mismo color debajo del busto. Tenía cosidas un par de alas en la parte de atrás de la prenda. Me encantaba como le quedaba su disfraz de abejita. Se veía muy adorable.
Alexis llevaba puesto un vestido negro con un delantal blanco encima de este. En el cuello tenía una cinta negra con un moño del mismo color, y usaba unas medias blancas que le llegaban a las rodillas y zapatos negros. En la mano traía un plumerito para completar el disfraz de mucama.
Karissa y Kristina tenían puesto unos corsé, algo ajustados, y zapatos con taco negros; medias transparentes. Para completar el vestuario, un pequeño pompón en la parte de atrás del corsé y unas orejitas en la cabeza les daba el aspecto de dos conejitas dulces.
Alice nos sorprendió a todas. Creíamos que también usaría algo corto, pero estaba usando un largo vestido color celeste, casi blanco. En los pies lucía unos hermosos zapatitos con un poco de taco. Como toque final, en la cabeza tenía puesta una pequeña coronita. Jamás nos imaginamos que se vería tan hermosa con el disfraz de Cenicienta. Parecía más una novia camino al altar que una princesa de cuento de hadas.
-Estás lista -anunció Holly. Me había hecho unos cuantos bucles que caían por mi espalda como cascada-. Te ves muy bien, Emma -se acercó a mi oído-. Sé que a Jacob le encantará verte vestida así.
Qué bueno que ya no me sonrojo, pensé.
-Déjame darte un toque de brillo, sombra de ojos, rímel, rubor y estarás preparada para bajar -dijo Alice.
Luego de maquillarme, finalmente bajamos las escaleras para comenzar la fiesta.

El living de la casa estaba irreconocible. Habían sacado los sillones y el televisor plasma, con lo cual quedó un espacio grande para que la gente pudiera bailar. Las mesas con la comida y las bebidas se hallaban a un costado, de modo que no estorbaran mucho a los invitados. En el techo habían colgado una bola de disco. Los rincones de la casa estaban repletos de jarrones con rosas, tulipanes y algunas orquídeas. También podía sentirse el delicioso aroma a jazmín, ya que colocaron unas cuantas velas aromáticas.
En el patio, unos cuantos sillones (algunos “escondidos” detrás de unos arbustos para que, según Emmett, algunas parejas tuvieran privacidad), pequeños faroles que iluminaban el lugar con velas, la fragancia a bosque y la luna brillando, le daban al lugar un aspecto hermoso.
Mientras bajaba la escalera, pude notar las miradas lujuriosas que recibían las chicas, en especial Kate y Holly. Era increíble la cantidad de gente que había invitado Alice.
Reí para mis adentros cuando Patrick, quien llevaba puestos unos jeans blancos y una camisa haciendo juego, besó a Kate con pasión, como para indicar a los demás chicos que ella le pertenecía a él. Emmett hizo lo mismo con Holly.
Al parecer, es típico de Forks besar a sus parejas para aclarar a quién pertenece cada quién, pensé.
Me escabullí por los costados para evitar que me vieran con esta ropa. En ese momento, dos manos me tomaron de los brazos y unos labios se posaron en mi cuello.
-Señorita, usted no debería estar aquí. ¿Por qué no está en su salón? -preguntó una voz que conocía con claridad.
Jacob me hizo dar media vuelta para besarme con intensidad. Cuando separó nuestros labios, miré alrededor, pues temía que alguno de mi familia nos hubiese visto. Suspiré aliviada cuando me di cuenta de que no fue así.
-Tranquila -me dijo, mordiendo el lóbulo de mi oreja-. Estamos bastante escondidos en este lugar, y, además, no me arriesgarían a que nos descubrieran. ¿Crees que soportaría que te arrancaran de mis brazos?
-No te creo capaz -dije, con una sonrisa. Observé que traía un jean azul y una camisa que marcaba el contorno de los músculos de su pecho. Eso hubiera sido suficiente para que me desmayara.
Él rió y luego se inclinó para darme un suave beso en los labios.
-Por cierto, vino alguien especial.
-¿Quién? -cuestioné.
Jacob señaló a la pista, donde un chico disfrazado de policía intentaba pasar entre las numerosas personas que bailaban. Sonreí al verlo.
-¡Embry! -exclamé.
Embry vino corriendo y, al llegar, me envolvió en un de esos abrazos de oso que te dejan sin respiración.
-¡Cuánto me alegro de verte, Emma!
-¿Y esto? -le pregunté, señalando su disfraz de policía.
-Cortesía de Alice -respondió.
Rodé los ojos.
-Nunca lo hubiera imaginado.
Miré a un costado y vi que varios chicos muy parecidos a Embry nos observaban. Eso me incomodó un poco.
-¿Quiénes son ellos? -cuestioné.
Embry miró en la misma dirección.
-Son amigos. Te los presentaré -dijo, rodeando mis hombros con uno de sus brazos y llevándome a donde estaban.
Jacob nos siguió detrás. Si hubiese sido por mí, me habría lanzado sobre él para besarlo con pasión. Lamentablemente, no podía hacer eso delante de tanta gente, y menos delante de mi familia, por lo que tengo que aguantarme las ganas.
-Emma, ellos son Paul, Jared, Quil y Seth -los presentó, señalándolos respectivamente.
Pude observar que todos se parecían mucho. Eran de tez morena, cabello y ojos oscuros (uno de ellos los tenía claros) y con buen estado físico. Por la pestilencia, me di cuenta de que eran licántropos.
-¿Así que tú eres la vampiro de la que Embry siempre habla? –preguntó Paul, un chico que me asustaba un poco con su cara de pocos amigos.
-Supongo que sí –respondí. Noté que Jacob se moría por decirle algo acerca de la forma en que me había hablado, pero se quedó callado.
-Sabes que tú eres una enemiga, ¿verdad? –continuó.
Asentí.
-También sabes que si llegas a causar problemas, las consecuencias serán graves.
-Déjala, Paul –intervino el más joven de ellos, Seth-. Recuerda que a ella no le agrada mucho la idea de ser lo que es.
-Es verdad –dije.
-Nos han dicho muchas cosas buenas sobre ti –habló Quil, quien, junto con Jacob, era el mejor amigo de Embry.
-¿Podríamos hablar de otra cosa? –rogué-. No me gusta que la gente hable sólo de mí. Me incomoda.
-Excelente fiesta –comentó Jared, mirando la decoración-. ¿Quién lo adornó?
-Alice –contesté.
-¿La compradora compulsiva? –cuestionó Seth, riendo.
Todos estallaron en estruendosas carcajadas, excepto Paul. Me di cuenta de que no dejaba de observarme con desconfianza.
-Tengo que hablar contigo, Paul –le dijo Embry, quien, al parecer, también lo había notado-. Jacob, ¿podrías quedarte un segundo con ella? –le preguntó.
-Claro que no –respondió, gustoso por la oferta que le había hecho mi amigo.
Embry hizo una señal a los demás para que lo acompañaran. Al instante, desaparecieron por la puerta.
-¿Hice algo malo? –le pregunté a Jacob.
-Por supuesto que no, cielo –respondió, acariciando mi mejilla-. Él sólo quiere platicar acerca de esa mirada que te dirigía. Los demás fueron con ellos por si acaso Paul se transforma.
-¿No se transforman con la luna llena?
Negó con la cabeza.
-Eso ocurre cuando estamos enojados. Sientes que una hilera de fuego te recorre todo el cuerpo… Es difícil. A veces quieres controlarlo, pero no puedes. Paul tiende a enojarse con mucha facilidad, por lo que podría convertirse en lobo en cualquier segundo.
»Además, puede ser peligroso. Si te transformas cerca de un humano, puedes lastimarlo. La prometida de Sam, Emily, tiene una cicatriz de un lado de la cara. Sam se la hizo. No pudo ser capaz de dominarse… y ella estaba muy cerca. Él se siente muy mal por eso.
Comprendí que ser hombre lobo tenía sus conflictos, como el que me acababa de decir.
-¿Y Emily está mejor? ¿La herida fue muy grave? –le pregunté.
-La marca va desde la comisura de sus labios hasta el costado del ojo. Pero ya no hablemos más de esto. Otro día te contaré mejor, ¿de acuerdo?
Asentí. Jacob tomó mi mano y me llevó a uno de los recovecos de la casa, donde nadie pudiera vernos juntos.
En ese momento, el salón entero se oscureció. Una suave melodía comenzó a sonar y, al poco rato, una voz conocida empezó a corear la letra de la canción.

You lift my feet of the ground
You spin me around
You make me crazier, crazier
Feels like I’m falling and I
I lost in your eyes
You make me crazier, crazier, crazier


Cuando la melodía comenzó a resonar en el ambiente, las parejas se fueron juntando para bailar. El ritmo era lento, y la letra, hermosa. Jacob me apartó de la pista, ya que en el centro estaban todos los que nos conocían. Me arrinconó en una de las esquinas, rodeó mi cintura con sus brazos, me acercó más a su cuerpo y comenzamos a mecernos al compás de la canción.
-Me encanta esta canción -le dije.
Jacob inclinó su rostro hacia el mío de manera que podía sentir su abrasador aliento en mis labios.
-¿Se puede saber por qué? -preguntó.
Sonreí.
-Porque el estribillo describe a la perfección cómo me siento cuando estoy contigo -respondí.
Esbozó una enorme sonrisa antes de juntar nuestros labios en un beso dulce. Nuestras bocas se acoplaban y se movían como si fueran una sola. Dirigí mis manos a sus hombros para luego descender por su musculoso pecho. Podía escuchar con claridad el rítmico latido de su corazón. Apoyé mi mano ahí, sin dejar de besarlo. Pude sentir sus manos en mi desnuda cintura. Cuando rozó la piel de mi vientre, todo mi cuerpo se estremeció. Sabía que esto terminaría de otra forma si yo lo dejaba avanzar. Aún no me sentía preparada para ese paso, debido a lo ocurrido con Felix y mi pasado. Pero ahora era diferente. Mi mente no estaba muy clara en este momento, por lo que, cuando Jacob separó nuestros labios en busca de aire, tomé su mano y lo llevé al jardín, donde habían unas pocas personas. Todas borrachas, por cierto. Sin prestarles atención, seguí caminando.
-Emma, ¿a dónde vamos? -me preguntó Jacob, confundido.
-Ya verás -respondí.
Nos escabullimos por detrás de un árbol que había a unos pocos pasos de distancia. Había unos cuantos sillones de cuero negros, iluminados por unos pequeños faroles y la luz de la luna, dándole un aspecto celestial.
Solté la mano de Jacob y me senté en uno de ellos. Él se sentó a mi lado.
-¿Ocurre algo? -me preguntó, colocando una de sus manos cálidas en mi mejilla.
-Nada.
-Se nota. Vamos, puedes contarme.
Cerré los ojos y disfruté de la caricia que me otorgaba con su dedo pulgar.
-Emma, no llevaremos mucho tiempo juntos, pero sé que hay algo que te preocupa. Cuéntame, cielo.
-Tengo miedo -le dije, mirándolo.
-¿De qué?
-De él. Estoy muy asustada. Temo que él regrese.
Noté que el cuerpo de Jacob se tensó, por lo que me di cuenta de que ya sabía a quién me refería. Tomó mi rostro entre sus manos y me miró con seriedad.
-Quiero que escuches con atención, Emma. Mientras yo esté aquí, no voy a permitir que él te ponga las manos encima. No sería capaz de soportar que te hagan daño, y mucho menos si sufres porque él te causó dolor. No estoy dispuesto a perderte. Significas mucho para mí.
»Eres la razón por la quiero vivir, la razón por la que mi corazón late. Mi amor, no sabes lo bien que me has hecho. Antes de que llegaras a Forks, mi mundo estaba oscurecido por las sombras, pero tú me sacaste de allí con una sonrisa de esas que me gustan y que sólo me gusta verlas dibujarse aquí -tocó mis labios con su dedo índice-. Te amo con mi vida. Amo tus ojos, aunque sean rojos y asusten un poco -reímos-; amo que tus labios rocen los míos -me besó con dulzura-; amo el sonido de tu voz. Sería capaz de reconocerla aún si fuera ciego. Amo la suavidad de tu piel -acarició mi cintura, logrando estremecerme-, pero sobre todo, te amo porque, a pesar de ser diferentes, me has dado una oportunidad para amarte.
»Nunca me cansaré de decírtelo. Te amo con todo mi corazón, mi hermosa y dulce Emma.
Cuando dijo aquellas palabras, no pude evitar contener las lágrimas. Jacob las secó con sus labios. Acercamos nuestras bocas e iniciamos un beso cargado de amor y pasión. Mis dedos se dirigieron a los botones de su camisa para sacársela. A los pocos segundos, ésta cayó, de manera que pude recorrer su musculoso pecho con mis manos.
En ese momento, sentí el sillón en mi espalda y el cuerpo cálido de Jacob sobre el mío. Enrollé su cintura con mis piernas para tenerlo más cerca. Mientras él besaba mi cuello y yo acariciaba su espalda, sus manos comenzaron a recorrer mis piernas para luego terminar en el nudo de mi camisa. Inmediatamente, supe cuál era su objetivo, pero al parecer, no quería hacer algo que a mí no me gustara. Como no pensaba con claridad, decidí ayudarlo. Desabotoné el primer botón de mi blusa y los otros dos, con lo cual dejaba a la vista el sostén de encaje blanco que Alice había insistido en que me pusiera. “Es el sostén perfecto… para que los chicos caigan a tus pies”, había dicho Kate. Cuando me disponía a deshacer el nudo, Jacob tomó mis manos y las apartó de allí.
-Déjame hacerlo -dijo, con un aire travieso en los ojos.
Lentamente, lo desató, rozando de vez en cuando la piel de mi vientre, volviéndome loca. Mi camisa, al igual que la suya, terminó en el suelo. Jacob me apretó contra su pecho, dirigió su boca a mis hombros, tomó unos de los tirantes del sostén entre sus dientes y comenzó a deslizarlo por mi brazo, repitiendo lo mismo con el otro. Al terminar, sus manos viajaron a mi espalda para poder desabrocharlo. Apenas desapareció mi prenda, sentí su boca en mis senos, con lo cual di un pequeño gemido.
En ese momento, oímos el crujir de una rama. Rápidamente, miramos alrededor, esperando ver a alguien, pero no vimos ni siquiera una sombra, y eso que ambos podemos ver bien en la oscuridad.
-¿Qué fue eso? -pregunté, temerosa de que nos hayan descubierto.
-No sé, Emma -respondió Jacob, apretándome contra su pecho en un intento de calmarme.
-¿Crees que…?
-Espero que no.
Nos separamos lentamente. Mientras él recogía su camisa y se la ponía, yo hacía un esfuerzo por colocarme el sostén, cosa que no podía hacer con rapidez debido a la sensación que tenía acerca de que alguien o algo nos estuvo observando. Sentí los dedos de Jacob tomando el broche y cerrarlo con facilidad.
-Gracias -susurré, algo avergonzada.
-De nada -dijo, dándome la blusa.
Algo incómoda por lo que acababa de suceder entre Jacob y yo, abotoné la camisa y volví a hacer el nudo. Iba a irme de allí cuando me tomó del brazo, obligándome a detenerme. No avancé más, pero mantuve mi mirada clavada en el suelo.
-¿Cómo te sientes? -me preguntó, colocando dos dedos bajo mi barbilla y alzando mi rostro para mirarme a los ojos.
-¿Qué quieres decir?
-Es por lo que acaba de suceder, ¿verdad?
Me mordí el labio inferior. ¿Tan obvia soy?, pregunté para mis adentros.
-Creo que ya tengo mi respuesta –dijo con seriedad.
-¿Estás enojado? -pregunté, con miedo.
Él sonrió y luego me besó con dulzura.
-Por supuesto que no, cielo. Me preocupaste. Temía que lo que pasó hace poco fuera algo que tú no querías. No quiero que te sientas presionada ni nada por el estilo.
Suspiré.
-Mejor volvamos antes de que noten nuestra ausencia -dijo, tomando mi mano y entrelazando nuestros dedos.
Caminamos hasta llegar de nuevo al salón. Lamentablemente, tuvimos que separarnos antes de entrar, algo que ninguno de los dos deseaba.
-Y ahora -se oyó de pronto la voz del DJ-, aquí tienen otra canción lenta para bailar. Pero deberán hacerlo con otra pareja, no pueden elegir la misma.
La música comenzó a sonar nuevamente en el ambiente. Todas las chicas hicieron muecas cuando se enteraron que no podían bailar con sus “novios”. Fue muy gracioso verlas. Otras, sin embargo, aprovecharon para buscar a los chicos más lindos y tener un rato con ellos. De repente, una mano me tocó el hombro. Di media vuelta y me encontré con un chico absolutamente divino. Era de tez blanca, cabello castaño y ojos azules. Tenía, además, un excelente físico, aunque no tanto como mi Jacob.
-¿Podemos bailar? -me preguntó, ofreciéndome su mano.
Miré para los costados, pero no había señales de ese lobito que me volvía loca. El chico seguía observándome, esperando mi respuesta.
-Está bien –respondí, colocando mi mano sobre la suya.
En el momento en que sentí su piel, me di cuenta de que no era un vampiro, pero tampoco era un humano. Cuando me acercó más a su cuerpo, percibí un aroma delicioso. Sangre. Intenté alejarme de él, pero era imposible, ya que me tenía firmemente agarrada.
-¿Algún problema? –preguntó.
-No, es sólo que… -piensa rápido, Emma-. No quiero...
-¿Hacerme daño?
Lo miré sorprendida. El chico acercó su boca a mi oído.
-No te preocupes por eso. Sé que eres un vampiro. Yo soy semivampiro –me susurró-. Por cierto, soy Nick. ¿Y tú?
-Emma.
-Muy bien, Emma, bailemos.
Tomó mis brazos para colocarlos alrededor de su cuello; luego rodeó mi cintura con los suyos, con lo cual comenzamos a bailar, siguiendo el compás de la canción. Me sentía algo rara. Era absurdo que ya me hubiese acostumbrado a los fuertes brazos de mi lobito y sus cálidos labios rozando mi boca, mi mejilla y mi garganta. Deseaba que fuera él quien me abrazara en esos momentos.
Observé a los costados para ubicar a las chicas. Pude ver a Kate bailando con un chico de pelo castaño que llevaba antifaz. Me resultaba muy familiar. Holly estaba con un chico de cabello rubio, ojos azules y buen físico. Emmett, mientras bailaba con una chica rubia, muy hermosa, miraba a Holly con adoración y al chico con ganas de matarlo. Reí.
-¿Cuál es el chiste? –preguntó Nick, sonriendo.
Miró en la misma dirección. Al comprender, rió y miró detrás de mí.
-A nosotros nos está pasando algo parecido. Ese chico no ha dejado de mirarte desde que empezamos a bailar. Parece que tienes un admirador –dijo Nick, mirando hacia un costado.
Seguí la dirección de su mirada. Ahí estaba Jacob, de brazos cruzados, mirando a Nick con cara de pocos amigos. Por su expresión corporal, supe que él tenía ganas de venir a propinarle un puñetazo en la cara. Por suerte, la canción había terminado.
-Gracias por permitirme este baile –dijo Nick-. Espero que nos volvamos a ver.
Antes de alejarse, besó mi mejilla. Me quedé algo asombrada por su forma de actuar, pero no me importaba en lo más mínimo. Por lo menos, ahora podía disfrutar del resto de la fiesta con Jacob.
-¿Qué fue eso? –oí su voz a mis espaldas.
Al principio, me asusté, ya que sonaba con furia, pero luego me di cuenta de que simplemente estaba celoso. Decidí jugar un poco con él.
-¿A qué te refieres? –le pregunté, tratando de sonar indiferente.
-Sabes perfectamente a lo que me refiero –su voz y su cuerpo temblaban por la ira.
-Ah, ¿te refieres a Nick, mi ex-novio?
Jacob me miró con sorpresa cuando dije eso. Me moría por reírme.
-¿Tu qué?
-Ex-novio. Éramos muy unidos y todo lo hacíamos juntos –mentí-. Tuvimos que separarnos porque tuve que mudarme a Londres. Le dije a Alice que quería invitarlo, ya que habían pasado unos tres años desde que nos habíamos visto por última vez.
-¿Por qué no me lo habías dicho?
-Es que…
Inmediatamente, no pude aguantar más y lancé la carcajada. Por suerte, la música estaba lo suficientemente fuerte, por lo que no me escuchó nadie.
-¿Estabas jugando conmigo? –me preguntó, enojado.
-Debiste ver tu cara –dije, sin dejar de reírme.
-A mí no me parece gracioso.
-Lo siento, Jacob –me disculpé entre risas.
-Eso no es suficiente.
Lo agarré por los volados de la camisa y lo acerqué más a mí.
-¿Y ahora? –pregunté, recorriendo su cuello con mi nariz y mis labios.
-No.
-Por favor.
Desabotoné el primer botón de su camisa, haciendo lo mismo con el resto.
-¿Me perdonas? –acaricié su pecho con mis manos.
-No.
Este chico sí que era testarudo. Rodeé su cuello con mis brazos y tiré de él hasta que mi espalda chocó con la puerta que daba acceso a la biblioteca. Jacob giró la cerradura y entramos. Apenas cerró la puerta, junté nuestros labios, primero en un beso dulce y luego en uno más salvaje. Nos desplomamos en el sillón que había detrás de mí, sintiendo así, su cálido cuerpo sobre el mío.
-¿Ya estoy perdonada?
-Es ridículo que me hayas convencido con un simple beso. Creo que tendré que ser más firme en el futuro –dijo, besando mi cuello.
-No lo lograrás. Tú nunca te puedes resistir.
-Como si tú sí pudieras.
-Demuéstramelo –lo desafié.
Estampó su boca contra la mía, al tiempo que sentía sus manos recorriendo cada centímetro de mis piernas, logrando que me arqueara contra su cuerpo.
-Te dije que tú tampoco podías –susurró en mi oreja, mordiendo el lóbulo de ésta.
De repente, escuchamos el ruido de un vidrio que se rompía y luego algunos gritos. Nos apartamos con rapidez y salimos de la biblioteca. Los gritos provenían de afuera, por lo que nos asomamos para ver cuál era el problema. Una chica tenía un corte en la frente y la sangre chorreaba, manchándole el vestido. Al sentir el aroma del delicioso líquido color carmesí que veían mis ojos en esos momentos, intenté lanzarme sobre ella para clavar mis colmillos en su garganta y beber de su jugo. Antes de que pudiera dar un paso, Jacob me tomó por los brazos, deteniéndome para que no cometiera una imprudencia.
-Vamos adentro –dijo.
Me llevó al salón de la casa. Adentro, sólo había unas pocas personas y mi familia, excepto Alice, quien se estaba dirigiendo afuera para curar a la chica malherida.
-No resisto la tentación. Necesito beber su sangre –le dije a Jacob, intentando liberarme de sus firmes brazos.
-No, Emma. Debes controlarte.
-¡No puedo! –grité, logrando que toda mi familia viniera a ver qué estaba pasando.
Jacob me abrazó con fuerza, de manera que escondí mi cara en su pecho, derramando algunas lágrimas.
-¿Qué pasa, Emma? –me preguntó Emmett.
-¡No puedo controlarme! –seguí gritando-. ¡Tengo mucha sed!
-Llevémosla a la biblioteca –propuso Kate.
Jacob me tomó en brazos y caminó en dirección al lugar del que acabábamos de salir hacía apenas unos diez minutos. Suavemente, me depositó en el sillón. Emmett, Holly, Kate, Patrick, Jasper, Jacob y yo éramos los únicos que estábamos ahí. Holly se sentó a mi lado, rodeándome con su brazo. Una oleada de paz me recorrió desde la cabeza hasta la punta de los pies.
-Gracias, Jasper –le dije.
-De nada.
La puerta se abrió en ese instante. Alice entró acompañada del chico con el que había bailado Kate. Cerró la puerta con llave. Me paré del sillón junto con Holly, quien no me soltaba.
-Creo que aquí tenemos al culpable –dijo, quitándole el antifaz que aún llevaba puesto.
-¡Felix! –exclamó Kate, sorprendida.
-¿Qué haces en esta casa? Tú ya no eres bienvenido aquí –le dijo Emmett entre dientes.
-No vine a causar problemas. Sólo vine a divertirme un poco –añadió, mirándome de arriba abajo. Sonrió con malicia-. Te ves muy hermosa, Emma. De hecho, todas se ven bien.
-¡Déjalas en paz! –bramó Patrick-. Fuiste tú quien causó todo este alboroto. Admítelo.
Felix lo miró con seriedad.
-Yo no he hecho daño a nadie.
-¡Mentira! –saltó Holly-. Casi matas a Kate, abusaste de Emma y trataste de matar a una inocente humana. Has causado demasiados problemas con tu presencia.
-¡Yo no lo hice! –gritó Felix.
Emmett, Jasper y Patrick se encargaron de sacarlo de la casa. Jacob se quedó con nosotras para tratar de tranquilizar a Holly, quien estaba sumamente enojada.
-Él no lo hizo –dijo Kate.
-¿Qué quieres decir? –le preguntó Alice.
-Felix no causó este desastre.
-¡¿Cómo puedes defenderlo después de todo lo que hizo?! –gritó Jacob, comenzando a temblar.
-Jake, ¡tranquilízate! –exclamó Holly-. Ven conmigo- dicho esto, salieron de ahí.
-Al menos no te hizo nada, Emma –dijo Kate-. Sé que después de lo que te ha hecho tienes derecho a desconfiar de él, pero te aseguro que no fue.
-¿Entonces quién? –pregunté.
-Lo averiguaremos mañana. Salgamos de aquí –dijo Alice, al tiempo que nos llevaba fuera de la biblioteca-. Les dije a todos que se fueran a sus casas. Muchos estaban borrachos, por lo que más de la mitad de los invitados no recordará nada de lo que pasó. Limpié la herida de la chica que fue lastimada y corté la hemorragia. Estará mejor en unos cuantos días. Mientras tanto, ¿por qué mejor no se van a dormir? Mañana tendremos que limpiar todo esto –señaló la sala con la mano.
Estaba hecho un desastre. La comida y algunos vasos de plástico estaban esparcidos en el suelo, el piso algo pegajosos por las bebidas que habían volcado en él, pétalos de flores por todas partes y el olor de la sangre se sentía en cada rincón de la casa.
-Creo que tienes razón -dije, subiendo a mi habitación para ponerme el pijama y dormir un poco.


Nota de autor:
Hola! Aquí les dejo el capítulo 9 de esta historia de amor entre Jacob y Emma. Y sí, las cosas van a empezar a ponerse un poquito calientes, pero bueno, esta pareja suele ser muy pasional.
Trataré de subir el capítulo 10 lo antes posible, pero les pido que me tengan paciencia, ya que con el colegio, no tengo mucho tiempo libre.
Besos,
Avery

23 agosto 2010

Nota de autor

Hola!!
Espero que estén disfrutando la historia.
Quería aclararles una cosa. Seguramente ustedes se preguntarán: ¿no era que los vampiros no podían llorar? Decidí cambiar ese detalle, pues me parece que de esa forma pueden expresar más sus sentimientos y le da más emoción. Es el único cambio. Lo demás está intacto.
Sigan disfrutando. Prometo tratar de subir el capítulo 9 lo antes posible.
Nos leemos pronto,
Avery
PD: Please!! Dejen comentarios!! Sinceramente, deseo saber cuál es su opinión respecto de estas tres parejas nuevas.

19 agosto 2010

8- Decepción

“Pasaré a buscarte a las 05:00 PM. Necesito hablar contigo. Holly”
Miré el reloj. Las cinco menos cuarto. Será mejor que me dé prisa, pensé, al tiempo que me dirigía al enorme guardarropa, tomaba mi campera y salía de mi habitación.
En lugar de bajar los escalones, me deslicé por la baranda de la escalera. En el segundo en que mis pies tocaron el suelo, oí el sonido de un claxon. Miré por la ventana y pude ver un flamante Volkswagen estacionado en la acera. Inmediatamente, abrí la puerta de la casa y salí afuera. Pude ver que bajaban la ventanilla del lado de la puerta del acompañante. Holly me saludó desde adentro.
Subí al auto. En menos de un segundo, estábamos en la carretera.
-Te llevaré a mi casa. Necesito decirte algo muy importante -dijo Holly-. No pude decírtelo anoche porque cualquiera puede escucharnos.
-¿Qué tan importante es? -cuestioné, confundida.
-Ya verás -se la veía triste.
-¿Es algo malo?
-Bueno… es difícil de decir. Ya te enterarás. Hemos llegado -anunció. Su casa no quedaba muy lejos de la mía.
-¡Guau! -exclamé-. Es preciosa.
-Espera a ver el interior -sonrió, antes de salir del auto.
Apenas entramos, pude ver lo elegante que era esa casa… o, mejor dicho, mansión. Ese lugar era grande, incluso más que el hogar de mi nueva familia; tenía artículos de gran valor, como vasijas de porcelana china que costaban fortuna. Y quién sabe qué más.
-¿Te gusta? -preguntó Holly.
-Me encanta. ¿Qué más hay, además de todo esto? -pregunté, señalando la sala con mi brazo.
-Tenemos una piscina bajo techo y otra en el jardín; sala de juegos y varias habitaciones -enumeró.
Antes de que pudiera decirle que me llevara a conocer el resto, vimos que dos chicas iban bajando las escaleras, al tiempo que charlaban animadamente. Ambas tenían cabello castaño lacio. Lo único que las diferenciaba, era el color de ojos. Una de ellas tenía ojos celestes, y la otra, verdes.
-Hola, Holly -saludaron al mismo tiempo.
-Hola -respondió-. Emma, ellas son mis hermanas: Alexis y Tessa -presentó, señalándolas respectivamente-. Chicas, ella es mi amiga: Emma.
-Hola, Emma -dijo la chica de ojos celestes, Alexis. La de ojos verdes era Tessa.
-Hola, chicas -respondí, algo tímida.
Tessa iba a decir algo cuando un chico de cabello castaño y ojos azules irrumpió en el lugar.
-Adam, mi otro hermano -presentó Holly-. Ven conmigo, Emma. Te llevaré a conocer el resto de la casa.
Dicho esto, salimos afuera.
-¡Pero que hermoso! A Esme le encantaría -dije.
-Estoy segura -Holly concordó conmigo.
El jardín parecía un inmenso bosque, lleno de pinos, abetos, robles, jacarandas y muchos más; flores: magnolias, rosas rojas y blancas, margaritas, orquídeas, e incluso una planta de lilium oriental rosa; una pileta enorme. Simplemente bello. La vegetación era lo que hacía que ese jardín fuera estupendo.
-¿Te gusta? -me preguntó Holly.
-¿Que si me gusta? ¡Me fascina! -exclamé.
-Emma, ya no puedo soportarlo más. Debo decirte algo.
-¿Qué sucede?
Rápidamente, Holly tomó mi brazo y me llevó a su habitación. Cuando llegamos pude ver que el cuarto de Holly parecía el de una princesa. Estaba pintada de rosa; había una cama de dos plazas, con dosel y sábanas blancas; una notebook blanca, la cual se hallaba sobre un escritorio rosa; peluches, al parecer, de su infancia.
Holly se sentó en la cama y me miró con preocupación. Hizo un gesto con la cabeza, indicándome, así, que la acompañara.
-Emma -empezó a hablar, con cierto nerviosismo en su voz, como si lo que tuviera que decirme no resultara sencillo para ella-. Hay algo que debes saber… sobre Jacob.
-¿Qué cosa? -pregunté, confundida.
-Él es… un… Es un hombre lobo -dijo, por fin.
Sentí que se me llenaban los ojos de lágrimas. ¿Qué él era qué? No podía ser posible. Mis sospechas eran ciertas. ¿Por qué nunca me lo había dicho? ¿Por qué?
-Emma, lamento haberte hecho llorar, pero era justo que lo supieras -me dijo Holly.
-Tú no tienes la culpa, es sólo que… ¿Por qué me lo contaste? -pregunté.
Holly se sonrojó.
-Emma… ¿recuerdas cuando Alice te mandó a buscar los cosméticos?
Asentí.
-Bueno… Alice me mandó a buscarte porque no sabíamos por qué tardabas…
-Lo que pasa es que me quedé entretenida -la interrumpí, temiendo que ella haya visto lo que estuvo a punto de ocurrir.
-No mientas.
-Pero si es verdad.
-¿Crees que no he visto que tú y Jacob estuvieron a punto de besarse, y que si no hubiese sido por Emmett, eso habría pasado? -preguntó.
Me quedé paralizada. Espero que sólo Holly haya visto eso, pensé.
-¿Qué sientes por él? -cuestionó.
La miré con los ojos bien abiertos por la pregunta que me acababa de hacer.
-¡¿Qué?! -exclamé.
-Ya me oíste. Te pregunte qué sientes por él.
-¿Por qué quieres saberlo?
-Porque… porque sé que lo que Jacob siente por ti es algo muy fuerte.
-¿Algo muy fuerte? ¿A qué te refieres con eso?
-Emma, él no te quiere… te ama. He observado la forma en que te mira. Te mira con ternura, como sólo lo hace un chico cuando está perdidamente enamorado de alguien.
-Pero la ley de los Vulturis dice que… -empecé a hablar.
-Conozco esa norma. Pero volviendo a la pregunta que te hice hace un rato, ¿qué sientes por él?
Sabía perfectamente cuáles eran mis sentimientos respecto a él.
-¿Y bien, Emma? -insistió.
-Yo… Holly, no puedo seguir ocultándolo -Holly me miró con duda-. Estoy enamorada de él. Lo he estado desde que lo vi por primera en la playa de La Push.
-Ah, sí, lo recuerdo. Tú creías que Jacob y yo éramos novios -recordó Holly.
Ambas reímos.
-Pero que tonta fui ese día -dije.
-No lo eres y déjame preguntarte algo más. A ti, ¿te gustaría estar con él?
-Es lo que más quiero, pero si desobedezco la ley y si nos descubren… no podría soportar que lo mataran.
Holly rió.
-¿Qué es tan gracioso? -la recriminé.
-No me burlo por tu situación. Escucha, Emma, si hay algo que debes saber de Jacob, es que él es un gran testarudo.
-¿Y qué con eso? -pregunté.
-¿Crees que él va a obedecer esa ley y no se va a acercar a ti? Emma, a Jacob no le importa que lo maten. Siempre y cuando pueda estar contigo, nada más importa -explicó.
Sonreí.
-Es muy noble de su parte, pero no me arriesgaría a eso -dije.
-Hazme caso, Emma. Tarde o temprano, te dirá lo que siente por ti. No lo olvides -Holly esbozó una enorme sonrisa.
-¿Por qué tan alegre? -cuestioné.
-Porque sé que con Jacob serás muy feliz -respondió.
-Sólo desearía que lo nuestro no estuviera prohibido. No sabes lo que se siente estar enamorada de alguien con quien no puedes estar -dije, con un dejo de tristeza en mi voz.
-Yo sí sé lo que se siente eso, Emma -dijo.
La miré con duda.
-Hay algo más que debes saber. Pero esta vez necesito que guardes el secreto -me rogó-. Promételo. Como amiga.
-Lo prometo -dije.
-Estoy… estoy comprometida, Emma.
La boca se me abrió de asombro.
-¿Qué tú qué? -pregunté, sin poder creer lo que había escuchado.
-No escuchaste mal. Estoy comprometida con un hombre que se llama Jack Russell.
Abrí la boca para decir algo, pero Holly siguió hablando.
-Déjame explicarte -me pidió.
Asentí lentamente. Todas estas noticias me habían tomado por sorpresa. Era demasiado para un solo día.
-Mi padre tiene un buffet de abogados, y el padre de Jack también tiene uno. Por lo que sé, si Jack y yo nos casamos, nuestros padres podrán juntar ambas empresas y ganar millones. Este compromiso fue arreglado antes de las conociera a ti, a Kate, a tu familia y a… Emmett.
-Pero tú… ¿qué sientes por Emmett? -pregunté.
-Amo a Emmett, Emma. Sin embargo, lo que nosotros tenemos es más… físico. Dudo que estemos juntos mucho tiempo. Creo que lo mejor es que me despose con Jack… por más que no lo ame.
En ese momento, estallé.
-¡No! ¡Esto no es correcto! Holly, no puedes casarte con alguien a quien no quieres. Se dice que en los matrimonios arreglados no hay felicidad. Además, eres la chica perfecta para Emmett. Eres lo que él ha estado esperando desde la muerte de Rosalie.
Se quedó callada durante unos segundos. Pude ver cómo caían sus lágrimas.
-¿Holly? -pregunté.
-Vete, Emma. Necesito estar sola.
Decidí darle su espacio. Esto era difícil para ella, pues estaba obligada a casarse con Jack sólo para que su padre pudiera ganar más dinero. Me parecía muy egoísta de su parte. Obviamente, sólo pensaba en sí mismo. Seguramente, no imagina cuánto sufriría su hija por presionarla a contraer matrimonio con alguien que no quiere y no conoce (creo).
Bajé las escaleras con tristeza. Kate, Holly y yo teníamos mucho en común: Holly ama a Emmett, y sin embargo no puede estar con él por culpa de su padre. Después, estoy yo. Amo a Jacob más que a cualquier cosa en el mundo. Lo conozco desde hace poco, pero luego de ver su reacción al enterarse de lo que Felix me hacía, no cabe duda de que él es diferente. Por último, está Kate. Ella sabe que algún día deberá casarse con alguien de “la realeza”. Patrick no sabe nada de eso, y Emmett no sabe lo de Holly. ¿Qué pasará el día que se enteren?
-Emma, ¿adónde vas? -preguntó una voz femenina. Di media vuelta para encontrarme con Tessa.
-Voy a mi casa -respondí.
-Adivino, ¿Holly te contó sobre su… compromiso?
-¿Cómo lo sabes? -cuestioné, sorprendida.
-Acabo de hablar con ella… Eh… ¿Quieres que te acompañe? -preguntó.
-No, no te molestes. De todas formas, mi casa no está muy lejos de aquí.
-Como quieras. Iré a ver a Holly -dicho esto, se fue a la habitación de su hermana.
Cuando ya no quedaron más escalones por bajar, corrí hasta la puerta para salir de ahí lo más rápido posible.

No podía dejar de pensar en las palabras que Holly me había dicho ese día. Todo esto me parecía una horrible pesadilla. La peor de todas.
Sólo una pregunta se repetía en mi mente una y otra vez. ¿Por qué razón Jacob no me había dicho lo que era realmente? ¿Que no era una simple persona? Ahora me sentía… decepcionada. Estoy sumamente enamorada de él, y debido a la ley de los Vulturis, no puedo estar con él.
En ese momento, divisé un papel pegado en la puerta-ventana que daba al balcón. Me acerqué, lo despegué y comencé a leerlo.
Emma, necesito hablar contigo. Te espero esta noche a las 09:00 PM, en el acantilado. Jacob
¿Qué debía hacer? ¿Debía ir o dejarlo ahí plantado?
Fui hasta la puerta de mi habitación y, al abrirla, llamé a la única que podía ayudarme en esos momentos.
-¡Kate! -grité su nombre.
Apareció a los pocos minutos.
-¿Algún problema? -preguntó.
-Necesito que me ayudes a decidir -respondí.
La hice pasar para que pudiéramos hablar sin que nadie se enterara de mi situación. Cuando salimos al balcón, le conté sobre la charla que tuvimos Holly y yo.
-¿Qué hago? -le pregunté, luego de finalizar con mi relato.
-Mmm… Te resultará extraño viniendo de mí. Si quieres mi más sincera opinión, creo que deberías ir con él.
-¿Eso piensas?
Asintió y miró el reloj.
-Será mejor que vayas. Faltan diez minutos para las nueve -me dijo.
En vez de perder tiempo bajando las escaleras, salí al balcón y salté desde ahí arriba. Corrí por todo el bosque hasta llegar al acantilado. Al llegar, pude observar que Jacob ya estaba allí, esperándome. Estaba mirando el mar, el cual no parecía tener fin. Me acerqué a él con lentitud. Aún no sabía si debía quedarme allí o dar media vuelta para irme a casa.
Finalmente, me decidí.
-Jacob -lo llamé, al tiempo que caminaba para quedar a su lado.
Jacob dejó de observar el agua. Ahora estaba mirándome a los ojos.
-Emma, hay algo que debes saber. Yo… no soy una persona común y corriente -dijo.
-Ya sé lo que eres -dije, con tono frío pero a la vez triste-. Un hombre lobo.
-¿Cómo lo sabes? -preguntó, sorprendido.
-Holly me lo contó -respondí, mirando el bosque en un intento de no mirarlo a los ojos-. ¿Por qué nunca me lo dijiste?
-No era fácil.
-Eso no es respuesta para mí.
Comencé a caminar para irme de ese lugar. Sin embargo, no pude dar ni siquiera dos pasos cuando sentí que Jacob me tomaba del brazo, logrando detenerme, me daba la vuelta y estampaba sus labios en los míos. Fue un beso corto, pero muy agradable y suave.
-Ahora puedes golpearme, como lo hizo Bella una vez. Lo bueno es que tú no te romperás la mano -rió.
En lugar de golpearlo o salir corriendo, me aproximé aún más a él, lo miré profundamente a los ojos y junté nuestros labios en un beso.
Su boca se acoplaba a la mía. Rodeó mi cintura con sus brazos, logrando apretarme aún más a él. Alcé los brazos para colocarlos alrededor de su cuello. Sus labios cálidos se movían con suavidad sobre los míos. Estar besando a Jacob era una sensación increíble, además de maravillosa. Era como si todo lo que nos rodeaba hubiese desaparecido y solo fuéramos él y yo. A pesar de que hacía mucho frío, sentía que tenía calor, y no sólo por el simple hecho de que la piel de Jacob ardía. Su boca recorrió la línea de mi mandíbula hasta llegar a mi cuello. Me sentía tan segura entre sus brazos que no quería que esto se acabara, hasta que recordé la ley.
Rápidamente, coloqué mis manos en su pecho con la intención de apartarlo. Sin embargo, él no parecía notarlo. Eso sólo lo complicaba más. Lo empujé con un poco de fuerza (la suficiente para no romperle un hueso) y fue ahí que reaccionó. Dejó de besarme, pero no me soltó.
-¿Qué ocurre, Emma? -preguntó, confundido.
-Nada. Es sólo que… Lo siento. Sabes que esto no puede pasar. Somos totalmente diferentes y eso es lo que nos impide estar juntos. No quiero que algo malo te suceda.
Me solté de su abrazo y salí corriendo. El dolor que se había almacenado en mi pecho era insoportable, y las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas con gran intensidad.
-¡Emma! -me llamó.
No quise detenerme, pues sabía que si lo hacía, las cosas empeorarían.

-Emma, ¿qué sucede? -me preguntó Esme cuando me vio entrar a la casa.
Era de esperarse que me preguntara si pasaba algo, puesto que tenía mi rostro bañado en lágrimas.
-Na… nada -respondí, me sequé las lágrimas y subí las escaleras para ir a mi habitación.
Al entrar, lo primero que hice fue salir al balcón para tomar un poco de aire. Rememoré lo que sucedió con Jacob hace apenas una media hora. Por fin lo había besado. Sentir sus cálidos labios sobre los míos; sus manos en mi cintura. Era, simplemente, una sensación hermosa.
En ese momento, escuché el latido de un corazón. Iba a asomarme cuando alguien apareció colgado en una de las ramas del árbol, el cual estaba a pocos centímetros de la baranda del balcón.
-Emma -la voz de Jacob me hizo estremecer.
-¿Qué haces aquí? -le pregunté, sorprendida.
-Hazte a un lado -ordenó.
-No estarás pensando en saltar desde ahí, ¿o sí?
-Sólo hazlo.
Me moví hacia un costado. Dio un salto impresionante, dejándome tranquila, pues temía que se lastimara. Apenas sus pies tocaron el suelo del balcón, se acercó a mí y colocó sus manos a cada lado de mi mejilla.
-¿Qué te pasó, Emma? ¿Por qué huiste de esa manera? -me preguntó.
Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos nuevamente. No hablé.
-Por favor, respóndeme -me rogó-. Yo… te amo.
-Tú… ¿me amas? -pregunté, atónita.
-Emma, te amo más que a nada en este mundo. Desde que te conocí, no he podido olvidarte. Por favor, no puedo vivir si no estás tú a mi lado.
No podía creerlo. Jacob me acababa de confesar lo que sentía por mí. Más lágrimas siguieron mojando mis mejillas y sus manos cálidas. Una enorme sonrisa se formó en mi rostro. Jacob también sonrió.
-¿Por qué sonríes? -preguntó, pegando su frente en la mía.
-Porque soy feliz y, además, porque yo también te amo -respondí.
Su sonrisa se ensanchó aún más. Acarició mi mejilla con su dedo pulgar, luego se inclinó y me besó. Sus labios se movieron con dulzura y calidez. Colocó sus brazos alrededor de mi cintura y me apretó aún más contra su cuerpo. Separó nuestros labios unos segundos, pero fue sólo para tomarme en brazos y sentarme en la baranda del balcón. Allí volvimos a juntar nuestras bocas en un beso más apasionado que el anterior. Rodeé su cintura con mis piernas, puesto que no quería dejar un solo centímetro de distancia entre nosotros. Sentí cómo deslizaba sus labios por mi cuello para luego seguir por mi hombro. Acerqué mi nariz a su garganta para aspirar su aroma. Si bien no era agradable, ya me había acostumbrado a él. Suspiré cuando mordió el lóbulo de mi oreja.
-Hacía mucho que deseaba hacer esto -me susurró en el oído.
Se sentó a mi lado y rodeó mi cintura con su brazo, de manera que pude apoyar mi cabeza en su hombro.
-Sé que te preocupa la ley de los Vulturis -dijo Jacob-, pero quiero que sepas que eso no me impedirá estar contigo, Emma.
-Testarudo -reí.
-Gracias.
Besó mis cabellos para luego besar mis labios con dulzura.
-¿Qué se siente ser un hombre lobo? -pregunté, con curiosidad.
-Puede ser divertido: eres veloz, te curas rápido. Sin embargo, odio la telepatía del grupo.
-¿Telepatía?
-Cuando nos transformamos en lobos, podemos comunicarnos con el pensamiento, leer las mentes de los demás. No es muy bueno que digamos, porque no tienes privacidad. Tus recuerdos pueden ser vistos por cualquiera de la manada.
-Comprendo.
-Ahora te toca a ti. ¿Qué se siente ser un vampiro?
-Puede ser divertido: eres veloz, no te mueres -respondí, citando la misma respuesta que él, exceptuando la última parte-. Lo malo… es beber sangre. Uno está sediento, pero debes controlarte. No es nada agradable.
Me quedé pensando en lo nuestro. ¿Qué pasaría si los Vulturis se enteraban que un vampiro y un hombre lobo eran más que amigos?
-¿Qué te tiene tan pensativa? -preguntó Jacob, mirándome a los ojos.
-Nada.
-Dímelo -insistió-. Sé que hay algo que te preocupa.
-Los Vulturis -contesté, con los ojos llenos de lágrimas.
Jacob colocó sus manos a cada lado de mi rostro.
-Emma, no te preocupes por eso ahora…
-¿Entonces qué haremos? -cuestioné.
Jacob pensó durante un momento. Una sonrisa se formó en su rostro.
-Seremos como Romeo y Julieta -respondió-. ¿Qué te parece?
Reí.
-De acuerdo -dije, no muy convencida-. Pero, ¿si nos descubren?
-Si tengo que imitar a Romeo y morir sólo para poder estar contigo, eso haré.
Sentí caer una lágrima. Me acerqué más a él para juntar nuestros labios e iniciar un beso.
-¡Emma! -me llamó Esme en ese instante.
Nos separamos con rapidez y nos levantamos de la baranda del balcón.
-¡Ya voy! -grité-. Vete -le susurré a Jacob, pero el muy testarudo no se iba-. Debes irte.
-Esto me recuerda la escena del balcón de Romeo y Julieta -rió.
-Tienes razón, pero aquí habrá un cambio de planes. Yo seré Romeo y tú serás Julieta. Muero por verte en uno de esos vestidos que usaban en esa época.
Jacob rodeó mi cintura con sus brazos.
-Muy gracioso, señorita. En ese caso, la que debe irse es usted.
Me di cuenta de que estaba en lo cierto. En la escena del balcón, la nodriza llama a Julieta, y ésta le dice a Romeo que debe irse.
-Te gané -me dijo.
-Te felicito. Ahora vete antes de que te vean -supliqué, con una sonrisa en los labios.
Me soltó y se aproximó a la baranda.
-Una cosa más, antes de marcharme -dijo.
Me tomó entre sus brazos para besarme con dulzura.
-Adiós, Emma -se despidió.
-Adiós, Jacob.
A los pocos segundos, ya estaba adentrándose en el bosque. Fue la mejor noche de mi vida. De eso no había dudas.
-¡Emma! -volvió a llamarme Esme.
Volví a entrar a mi habitación, cerré la puerta del balcón y bajé las escaleras con rapidez.

Nota de autor:
Espero que estén disfrutando la historia. Más adelante comenzarán los problemas, pero por ahora, todo será color de rosa.
Nos leemos pronto,
Avery