23 agosto 2010

Nota de autor

Hola!!
Espero que estén disfrutando la historia.
Quería aclararles una cosa. Seguramente ustedes se preguntarán: ¿no era que los vampiros no podían llorar? Decidí cambiar ese detalle, pues me parece que de esa forma pueden expresar más sus sentimientos y le da más emoción. Es el único cambio. Lo demás está intacto.
Sigan disfrutando. Prometo tratar de subir el capítulo 9 lo antes posible.
Nos leemos pronto,
Avery
PD: Please!! Dejen comentarios!! Sinceramente, deseo saber cuál es su opinión respecto de estas tres parejas nuevas.

19 agosto 2010

8- Decepción

“Pasaré a buscarte a las 05:00 PM. Necesito hablar contigo. Holly”
Miré el reloj. Las cinco menos cuarto. Será mejor que me dé prisa, pensé, al tiempo que me dirigía al enorme guardarropa, tomaba mi campera y salía de mi habitación.
En lugar de bajar los escalones, me deslicé por la baranda de la escalera. En el segundo en que mis pies tocaron el suelo, oí el sonido de un claxon. Miré por la ventana y pude ver un flamante Volkswagen estacionado en la acera. Inmediatamente, abrí la puerta de la casa y salí afuera. Pude ver que bajaban la ventanilla del lado de la puerta del acompañante. Holly me saludó desde adentro.
Subí al auto. En menos de un segundo, estábamos en la carretera.
-Te llevaré a mi casa. Necesito decirte algo muy importante -dijo Holly-. No pude decírtelo anoche porque cualquiera puede escucharnos.
-¿Qué tan importante es? -cuestioné, confundida.
-Ya verás -se la veía triste.
-¿Es algo malo?
-Bueno… es difícil de decir. Ya te enterarás. Hemos llegado -anunció. Su casa no quedaba muy lejos de la mía.
-¡Guau! -exclamé-. Es preciosa.
-Espera a ver el interior -sonrió, antes de salir del auto.
Apenas entramos, pude ver lo elegante que era esa casa… o, mejor dicho, mansión. Ese lugar era grande, incluso más que el hogar de mi nueva familia; tenía artículos de gran valor, como vasijas de porcelana china que costaban fortuna. Y quién sabe qué más.
-¿Te gusta? -preguntó Holly.
-Me encanta. ¿Qué más hay, además de todo esto? -pregunté, señalando la sala con mi brazo.
-Tenemos una piscina bajo techo y otra en el jardín; sala de juegos y varias habitaciones -enumeró.
Antes de que pudiera decirle que me llevara a conocer el resto, vimos que dos chicas iban bajando las escaleras, al tiempo que charlaban animadamente. Ambas tenían cabello castaño lacio. Lo único que las diferenciaba, era el color de ojos. Una de ellas tenía ojos celestes, y la otra, verdes.
-Hola, Holly -saludaron al mismo tiempo.
-Hola -respondió-. Emma, ellas son mis hermanas: Alexis y Tessa -presentó, señalándolas respectivamente-. Chicas, ella es mi amiga: Emma.
-Hola, Emma -dijo la chica de ojos celestes, Alexis. La de ojos verdes era Tessa.
-Hola, chicas -respondí, algo tímida.
Tessa iba a decir algo cuando un chico de cabello castaño y ojos azules irrumpió en el lugar.
-Adam, mi otro hermano -presentó Holly-. Ven conmigo, Emma. Te llevaré a conocer el resto de la casa.
Dicho esto, salimos afuera.
-¡Pero que hermoso! A Esme le encantaría -dije.
-Estoy segura -Holly concordó conmigo.
El jardín parecía un inmenso bosque, lleno de pinos, abetos, robles, jacarandas y muchos más; flores: magnolias, rosas rojas y blancas, margaritas, orquídeas, e incluso una planta de lilium oriental rosa; una pileta enorme. Simplemente bello. La vegetación era lo que hacía que ese jardín fuera estupendo.
-¿Te gusta? -me preguntó Holly.
-¿Que si me gusta? ¡Me fascina! -exclamé.
-Emma, ya no puedo soportarlo más. Debo decirte algo.
-¿Qué sucede?
Rápidamente, Holly tomó mi brazo y me llevó a su habitación. Cuando llegamos pude ver que el cuarto de Holly parecía el de una princesa. Estaba pintada de rosa; había una cama de dos plazas, con dosel y sábanas blancas; una notebook blanca, la cual se hallaba sobre un escritorio rosa; peluches, al parecer, de su infancia.
Holly se sentó en la cama y me miró con preocupación. Hizo un gesto con la cabeza, indicándome, así, que la acompañara.
-Emma -empezó a hablar, con cierto nerviosismo en su voz, como si lo que tuviera que decirme no resultara sencillo para ella-. Hay algo que debes saber… sobre Jacob.
-¿Qué cosa? -pregunté, confundida.
-Él es… un… Es un hombre lobo -dijo, por fin.
Sentí que se me llenaban los ojos de lágrimas. ¿Qué él era qué? No podía ser posible. Mis sospechas eran ciertas. ¿Por qué nunca me lo había dicho? ¿Por qué?
-Emma, lamento haberte hecho llorar, pero era justo que lo supieras -me dijo Holly.
-Tú no tienes la culpa, es sólo que… ¿Por qué me lo contaste? -pregunté.
Holly se sonrojó.
-Emma… ¿recuerdas cuando Alice te mandó a buscar los cosméticos?
Asentí.
-Bueno… Alice me mandó a buscarte porque no sabíamos por qué tardabas…
-Lo que pasa es que me quedé entretenida -la interrumpí, temiendo que ella haya visto lo que estuvo a punto de ocurrir.
-No mientas.
-Pero si es verdad.
-¿Crees que no he visto que tú y Jacob estuvieron a punto de besarse, y que si no hubiese sido por Emmett, eso habría pasado? -preguntó.
Me quedé paralizada. Espero que sólo Holly haya visto eso, pensé.
-¿Qué sientes por él? -cuestionó.
La miré con los ojos bien abiertos por la pregunta que me acababa de hacer.
-¡¿Qué?! -exclamé.
-Ya me oíste. Te pregunte qué sientes por él.
-¿Por qué quieres saberlo?
-Porque… porque sé que lo que Jacob siente por ti es algo muy fuerte.
-¿Algo muy fuerte? ¿A qué te refieres con eso?
-Emma, él no te quiere… te ama. He observado la forma en que te mira. Te mira con ternura, como sólo lo hace un chico cuando está perdidamente enamorado de alguien.
-Pero la ley de los Vulturis dice que… -empecé a hablar.
-Conozco esa norma. Pero volviendo a la pregunta que te hice hace un rato, ¿qué sientes por él?
Sabía perfectamente cuáles eran mis sentimientos respecto a él.
-¿Y bien, Emma? -insistió.
-Yo… Holly, no puedo seguir ocultándolo -Holly me miró con duda-. Estoy enamorada de él. Lo he estado desde que lo vi por primera en la playa de La Push.
-Ah, sí, lo recuerdo. Tú creías que Jacob y yo éramos novios -recordó Holly.
Ambas reímos.
-Pero que tonta fui ese día -dije.
-No lo eres y déjame preguntarte algo más. A ti, ¿te gustaría estar con él?
-Es lo que más quiero, pero si desobedezco la ley y si nos descubren… no podría soportar que lo mataran.
Holly rió.
-¿Qué es tan gracioso? -la recriminé.
-No me burlo por tu situación. Escucha, Emma, si hay algo que debes saber de Jacob, es que él es un gran testarudo.
-¿Y qué con eso? -pregunté.
-¿Crees que él va a obedecer esa ley y no se va a acercar a ti? Emma, a Jacob no le importa que lo maten. Siempre y cuando pueda estar contigo, nada más importa -explicó.
Sonreí.
-Es muy noble de su parte, pero no me arriesgaría a eso -dije.
-Hazme caso, Emma. Tarde o temprano, te dirá lo que siente por ti. No lo olvides -Holly esbozó una enorme sonrisa.
-¿Por qué tan alegre? -cuestioné.
-Porque sé que con Jacob serás muy feliz -respondió.
-Sólo desearía que lo nuestro no estuviera prohibido. No sabes lo que se siente estar enamorada de alguien con quien no puedes estar -dije, con un dejo de tristeza en mi voz.
-Yo sí sé lo que se siente eso, Emma -dijo.
La miré con duda.
-Hay algo más que debes saber. Pero esta vez necesito que guardes el secreto -me rogó-. Promételo. Como amiga.
-Lo prometo -dije.
-Estoy… estoy comprometida, Emma.
La boca se me abrió de asombro.
-¿Qué tú qué? -pregunté, sin poder creer lo que había escuchado.
-No escuchaste mal. Estoy comprometida con un hombre que se llama Jack Russell.
Abrí la boca para decir algo, pero Holly siguió hablando.
-Déjame explicarte -me pidió.
Asentí lentamente. Todas estas noticias me habían tomado por sorpresa. Era demasiado para un solo día.
-Mi padre tiene un buffet de abogados, y el padre de Jack también tiene uno. Por lo que sé, si Jack y yo nos casamos, nuestros padres podrán juntar ambas empresas y ganar millones. Este compromiso fue arreglado antes de las conociera a ti, a Kate, a tu familia y a… Emmett.
-Pero tú… ¿qué sientes por Emmett? -pregunté.
-Amo a Emmett, Emma. Sin embargo, lo que nosotros tenemos es más… físico. Dudo que estemos juntos mucho tiempo. Creo que lo mejor es que me despose con Jack… por más que no lo ame.
En ese momento, estallé.
-¡No! ¡Esto no es correcto! Holly, no puedes casarte con alguien a quien no quieres. Se dice que en los matrimonios arreglados no hay felicidad. Además, eres la chica perfecta para Emmett. Eres lo que él ha estado esperando desde la muerte de Rosalie.
Se quedó callada durante unos segundos. Pude ver cómo caían sus lágrimas.
-¿Holly? -pregunté.
-Vete, Emma. Necesito estar sola.
Decidí darle su espacio. Esto era difícil para ella, pues estaba obligada a casarse con Jack sólo para que su padre pudiera ganar más dinero. Me parecía muy egoísta de su parte. Obviamente, sólo pensaba en sí mismo. Seguramente, no imagina cuánto sufriría su hija por presionarla a contraer matrimonio con alguien que no quiere y no conoce (creo).
Bajé las escaleras con tristeza. Kate, Holly y yo teníamos mucho en común: Holly ama a Emmett, y sin embargo no puede estar con él por culpa de su padre. Después, estoy yo. Amo a Jacob más que a cualquier cosa en el mundo. Lo conozco desde hace poco, pero luego de ver su reacción al enterarse de lo que Felix me hacía, no cabe duda de que él es diferente. Por último, está Kate. Ella sabe que algún día deberá casarse con alguien de “la realeza”. Patrick no sabe nada de eso, y Emmett no sabe lo de Holly. ¿Qué pasará el día que se enteren?
-Emma, ¿adónde vas? -preguntó una voz femenina. Di media vuelta para encontrarme con Tessa.
-Voy a mi casa -respondí.
-Adivino, ¿Holly te contó sobre su… compromiso?
-¿Cómo lo sabes? -cuestioné, sorprendida.
-Acabo de hablar con ella… Eh… ¿Quieres que te acompañe? -preguntó.
-No, no te molestes. De todas formas, mi casa no está muy lejos de aquí.
-Como quieras. Iré a ver a Holly -dicho esto, se fue a la habitación de su hermana.
Cuando ya no quedaron más escalones por bajar, corrí hasta la puerta para salir de ahí lo más rápido posible.

No podía dejar de pensar en las palabras que Holly me había dicho ese día. Todo esto me parecía una horrible pesadilla. La peor de todas.
Sólo una pregunta se repetía en mi mente una y otra vez. ¿Por qué razón Jacob no me había dicho lo que era realmente? ¿Que no era una simple persona? Ahora me sentía… decepcionada. Estoy sumamente enamorada de él, y debido a la ley de los Vulturis, no puedo estar con él.
En ese momento, divisé un papel pegado en la puerta-ventana que daba al balcón. Me acerqué, lo despegué y comencé a leerlo.
Emma, necesito hablar contigo. Te espero esta noche a las 09:00 PM, en el acantilado. Jacob
¿Qué debía hacer? ¿Debía ir o dejarlo ahí plantado?
Fui hasta la puerta de mi habitación y, al abrirla, llamé a la única que podía ayudarme en esos momentos.
-¡Kate! -grité su nombre.
Apareció a los pocos minutos.
-¿Algún problema? -preguntó.
-Necesito que me ayudes a decidir -respondí.
La hice pasar para que pudiéramos hablar sin que nadie se enterara de mi situación. Cuando salimos al balcón, le conté sobre la charla que tuvimos Holly y yo.
-¿Qué hago? -le pregunté, luego de finalizar con mi relato.
-Mmm… Te resultará extraño viniendo de mí. Si quieres mi más sincera opinión, creo que deberías ir con él.
-¿Eso piensas?
Asintió y miró el reloj.
-Será mejor que vayas. Faltan diez minutos para las nueve -me dijo.
En vez de perder tiempo bajando las escaleras, salí al balcón y salté desde ahí arriba. Corrí por todo el bosque hasta llegar al acantilado. Al llegar, pude observar que Jacob ya estaba allí, esperándome. Estaba mirando el mar, el cual no parecía tener fin. Me acerqué a él con lentitud. Aún no sabía si debía quedarme allí o dar media vuelta para irme a casa.
Finalmente, me decidí.
-Jacob -lo llamé, al tiempo que caminaba para quedar a su lado.
Jacob dejó de observar el agua. Ahora estaba mirándome a los ojos.
-Emma, hay algo que debes saber. Yo… no soy una persona común y corriente -dijo.
-Ya sé lo que eres -dije, con tono frío pero a la vez triste-. Un hombre lobo.
-¿Cómo lo sabes? -preguntó, sorprendido.
-Holly me lo contó -respondí, mirando el bosque en un intento de no mirarlo a los ojos-. ¿Por qué nunca me lo dijiste?
-No era fácil.
-Eso no es respuesta para mí.
Comencé a caminar para irme de ese lugar. Sin embargo, no pude dar ni siquiera dos pasos cuando sentí que Jacob me tomaba del brazo, logrando detenerme, me daba la vuelta y estampaba sus labios en los míos. Fue un beso corto, pero muy agradable y suave.
-Ahora puedes golpearme, como lo hizo Bella una vez. Lo bueno es que tú no te romperás la mano -rió.
En lugar de golpearlo o salir corriendo, me aproximé aún más a él, lo miré profundamente a los ojos y junté nuestros labios en un beso.
Su boca se acoplaba a la mía. Rodeó mi cintura con sus brazos, logrando apretarme aún más a él. Alcé los brazos para colocarlos alrededor de su cuello. Sus labios cálidos se movían con suavidad sobre los míos. Estar besando a Jacob era una sensación increíble, además de maravillosa. Era como si todo lo que nos rodeaba hubiese desaparecido y solo fuéramos él y yo. A pesar de que hacía mucho frío, sentía que tenía calor, y no sólo por el simple hecho de que la piel de Jacob ardía. Su boca recorrió la línea de mi mandíbula hasta llegar a mi cuello. Me sentía tan segura entre sus brazos que no quería que esto se acabara, hasta que recordé la ley.
Rápidamente, coloqué mis manos en su pecho con la intención de apartarlo. Sin embargo, él no parecía notarlo. Eso sólo lo complicaba más. Lo empujé con un poco de fuerza (la suficiente para no romperle un hueso) y fue ahí que reaccionó. Dejó de besarme, pero no me soltó.
-¿Qué ocurre, Emma? -preguntó, confundido.
-Nada. Es sólo que… Lo siento. Sabes que esto no puede pasar. Somos totalmente diferentes y eso es lo que nos impide estar juntos. No quiero que algo malo te suceda.
Me solté de su abrazo y salí corriendo. El dolor que se había almacenado en mi pecho era insoportable, y las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas con gran intensidad.
-¡Emma! -me llamó.
No quise detenerme, pues sabía que si lo hacía, las cosas empeorarían.

-Emma, ¿qué sucede? -me preguntó Esme cuando me vio entrar a la casa.
Era de esperarse que me preguntara si pasaba algo, puesto que tenía mi rostro bañado en lágrimas.
-Na… nada -respondí, me sequé las lágrimas y subí las escaleras para ir a mi habitación.
Al entrar, lo primero que hice fue salir al balcón para tomar un poco de aire. Rememoré lo que sucedió con Jacob hace apenas una media hora. Por fin lo había besado. Sentir sus cálidos labios sobre los míos; sus manos en mi cintura. Era, simplemente, una sensación hermosa.
En ese momento, escuché el latido de un corazón. Iba a asomarme cuando alguien apareció colgado en una de las ramas del árbol, el cual estaba a pocos centímetros de la baranda del balcón.
-Emma -la voz de Jacob me hizo estremecer.
-¿Qué haces aquí? -le pregunté, sorprendida.
-Hazte a un lado -ordenó.
-No estarás pensando en saltar desde ahí, ¿o sí?
-Sólo hazlo.
Me moví hacia un costado. Dio un salto impresionante, dejándome tranquila, pues temía que se lastimara. Apenas sus pies tocaron el suelo del balcón, se acercó a mí y colocó sus manos a cada lado de mi mejilla.
-¿Qué te pasó, Emma? ¿Por qué huiste de esa manera? -me preguntó.
Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos nuevamente. No hablé.
-Por favor, respóndeme -me rogó-. Yo… te amo.
-Tú… ¿me amas? -pregunté, atónita.
-Emma, te amo más que a nada en este mundo. Desde que te conocí, no he podido olvidarte. Por favor, no puedo vivir si no estás tú a mi lado.
No podía creerlo. Jacob me acababa de confesar lo que sentía por mí. Más lágrimas siguieron mojando mis mejillas y sus manos cálidas. Una enorme sonrisa se formó en mi rostro. Jacob también sonrió.
-¿Por qué sonríes? -preguntó, pegando su frente en la mía.
-Porque soy feliz y, además, porque yo también te amo -respondí.
Su sonrisa se ensanchó aún más. Acarició mi mejilla con su dedo pulgar, luego se inclinó y me besó. Sus labios se movieron con dulzura y calidez. Colocó sus brazos alrededor de mi cintura y me apretó aún más contra su cuerpo. Separó nuestros labios unos segundos, pero fue sólo para tomarme en brazos y sentarme en la baranda del balcón. Allí volvimos a juntar nuestras bocas en un beso más apasionado que el anterior. Rodeé su cintura con mis piernas, puesto que no quería dejar un solo centímetro de distancia entre nosotros. Sentí cómo deslizaba sus labios por mi cuello para luego seguir por mi hombro. Acerqué mi nariz a su garganta para aspirar su aroma. Si bien no era agradable, ya me había acostumbrado a él. Suspiré cuando mordió el lóbulo de mi oreja.
-Hacía mucho que deseaba hacer esto -me susurró en el oído.
Se sentó a mi lado y rodeó mi cintura con su brazo, de manera que pude apoyar mi cabeza en su hombro.
-Sé que te preocupa la ley de los Vulturis -dijo Jacob-, pero quiero que sepas que eso no me impedirá estar contigo, Emma.
-Testarudo -reí.
-Gracias.
Besó mis cabellos para luego besar mis labios con dulzura.
-¿Qué se siente ser un hombre lobo? -pregunté, con curiosidad.
-Puede ser divertido: eres veloz, te curas rápido. Sin embargo, odio la telepatía del grupo.
-¿Telepatía?
-Cuando nos transformamos en lobos, podemos comunicarnos con el pensamiento, leer las mentes de los demás. No es muy bueno que digamos, porque no tienes privacidad. Tus recuerdos pueden ser vistos por cualquiera de la manada.
-Comprendo.
-Ahora te toca a ti. ¿Qué se siente ser un vampiro?
-Puede ser divertido: eres veloz, no te mueres -respondí, citando la misma respuesta que él, exceptuando la última parte-. Lo malo… es beber sangre. Uno está sediento, pero debes controlarte. No es nada agradable.
Me quedé pensando en lo nuestro. ¿Qué pasaría si los Vulturis se enteraban que un vampiro y un hombre lobo eran más que amigos?
-¿Qué te tiene tan pensativa? -preguntó Jacob, mirándome a los ojos.
-Nada.
-Dímelo -insistió-. Sé que hay algo que te preocupa.
-Los Vulturis -contesté, con los ojos llenos de lágrimas.
Jacob colocó sus manos a cada lado de mi rostro.
-Emma, no te preocupes por eso ahora…
-¿Entonces qué haremos? -cuestioné.
Jacob pensó durante un momento. Una sonrisa se formó en su rostro.
-Seremos como Romeo y Julieta -respondió-. ¿Qué te parece?
Reí.
-De acuerdo -dije, no muy convencida-. Pero, ¿si nos descubren?
-Si tengo que imitar a Romeo y morir sólo para poder estar contigo, eso haré.
Sentí caer una lágrima. Me acerqué más a él para juntar nuestros labios e iniciar un beso.
-¡Emma! -me llamó Esme en ese instante.
Nos separamos con rapidez y nos levantamos de la baranda del balcón.
-¡Ya voy! -grité-. Vete -le susurré a Jacob, pero el muy testarudo no se iba-. Debes irte.
-Esto me recuerda la escena del balcón de Romeo y Julieta -rió.
-Tienes razón, pero aquí habrá un cambio de planes. Yo seré Romeo y tú serás Julieta. Muero por verte en uno de esos vestidos que usaban en esa época.
Jacob rodeó mi cintura con sus brazos.
-Muy gracioso, señorita. En ese caso, la que debe irse es usted.
Me di cuenta de que estaba en lo cierto. En la escena del balcón, la nodriza llama a Julieta, y ésta le dice a Romeo que debe irse.
-Te gané -me dijo.
-Te felicito. Ahora vete antes de que te vean -supliqué, con una sonrisa en los labios.
Me soltó y se aproximó a la baranda.
-Una cosa más, antes de marcharme -dijo.
Me tomó entre sus brazos para besarme con dulzura.
-Adiós, Emma -se despidió.
-Adiós, Jacob.
A los pocos segundos, ya estaba adentrándose en el bosque. Fue la mejor noche de mi vida. De eso no había dudas.
-¡Emma! -volvió a llamarme Esme.
Volví a entrar a mi habitación, cerré la puerta del balcón y bajé las escaleras con rapidez.

Nota de autor:
Espero que estén disfrutando la historia. Más adelante comenzarán los problemas, pero por ahora, todo será color de rosa.
Nos leemos pronto,
Avery

14 agosto 2010

7- Chicas vs. Chicos

-¿Qué prefieren ver? -preguntó Alice, mirando las películas que habíamos alquilado para nuestra noche de chicas-. ¿Terror, comedia, romance o aventura?
-Terror -respondió Kate, acomodándose en el colchón, el cual estaba colocado en el piso.
-Nunca me gustaron las películas de terror. Pero si no tengo opción, elegiré esa –dije, mientras me sentaba en el puff lila.
-¿Y ustedes qué dicen chicas? -Alice se dirigió a Holly y a Bella.
-Terror -contestaron las dos al mismo tiempo.
-¿Qué película alquilaron? -cuestioné. No había logrado ver los títulos, ya que Alice no me lo permitió.
-“Cuando un extraño llama” -Kate saltó de la emoción-. Es mi película de terror favorita.
-Apaguemos las luces -pidió Holly-, así se pondrá más interesante.
-No, por favor -rogó Bella-. Les prometo que si no quiero verla, me dormiré y podrán dejar la habitación a oscuras.
-Está bien -dijo Alice.
Puso la película y se sentó junto a Kate en el colchón. Esta era una de las películas de terror más feas, según Bella. Cuando comenzó, todas nos quedamos calladas. Esto iba a ponerse emocionante.

Conforme la noche avanzaba, la película también lo hacía. Estábamos en la parte en la que la niñera veía que la luz se encendía luego de recibir dos llamadas. Una fue una broma de sus amigos, pero la otra, era de un extraño, que le puso los pelos de punta.
-Esto se pone feo -susurró Kate.
Todas estábamos de acuerdo. La pobre chica se lo estaba pasando terriblemente mal. En ese momento, sonó mi celular.
-Lo siento -me disculpé-. Olvidé dejarlo en silencioso.
-No hay problema -dijo Alice, mientras ponía pausa.
Atendí y puse el altavoz.
-¿Diga?
Me quedé helada con lo que escuché. La llamada sonaba igual que en la película. Se oía la respiración de alguien. Miré a mis amigas, que estaban igual de asustadas. Rápidamente corté.
-¿Qué diablos fue eso? -preguntó Alice, preocupada-. ¿Qué número era?
-Era desconocido -le respondí.
-Esto no puede estar pasando -dijo Bella, realmente aterrada.
-Tienes razón -afirmó Holly.
-Vamos chicas, esto debe ser una broma telefónica -la voz de Kate temblaba por el miedo.
-Traeré a Jasper para que nos calme -dijo Alice, mientras se paraba y se dirigía a la puerta. Intentó abrirla, pero no pudo.
-¿Qué ocurre Alice? -le pregunté, llena de espanto.
Se dio la vuelta lentamente.
-Alguien cerró la puerta desde afuera.
De repente, se cortó la luz. Bella gritó tan fuerte que apostaría a que todo Forks la oyó.
Nos levantamos de nuestros lugares. Estábamos tan asustadas que echamos a correr dentro de la habitación buscando una salida.
-¡Ayúdennos! -grité con todas mis fuerzas.
-¡Alguien destrabe esta puerta! -gritó Kate, bastante alterada.
-¿Qué vamos a hacer? -preguntó Holly-. Estoy muy aterrada.
-¡Dejen de gritar como locas y cálmense! -pidió Alice elevando la voz por encima de los interminables gritos.
-Tú también deberías calmarte, Alice -le sugirió Bella.
-Sí, tienes razón -admitió-. Ahora les diré lo que haremos. Vamos a guardar silencio y a pensar una solución para poder salir de aquí.
Al rato nos sumimos en un profundo silencio. Me puse a pensar la manera de poder buscar una salida. No quería estar toda la vida encerrada ahí adentro.
En eso estaba cuando una mano se apoyó en mi hombro.
-¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! -grité como nunca antes lo había hecho.
Las chicas se quedaron paralizadas. Podía oír el acelerado ritmo de los corazones de Kate, Holly y Bella. Me di la vuelta lentamente para encontrarme con una figura oscura. Éste levantó la otra mano, en la cual sostenía un cuchillo. Iba a matarme, cosa que era imposible, pues yo no podía morir. Aún así, estaba aterrada. En el momento en el que iba a clavármelo en el cuerpo, escuchamos una risa. Esta risa provenía de la persona que nos estaba poniendo los pelos de punta.
Gracias al cielo, volvió la luz, y pudimos observar a ese alguien que nos había dado el peor susto de nuestras vidas.
-¡¡Edward!! -gritamos todas al mismo tiempo.
-Jamás creí que se asustarían tanto por una tonta película -dijo, con tono burlón.
-¡¿Cómo pudiste Edward?! -le gritó Alice-. ¡¿Acaso no pensaste en Bella?!
-Oigan, yo no fui el que planeo esta broma -se defendió.
-¿Broma? -pregunté.
Escuchamos varias risas que provenían del armario. Me levanté y me dirigí allí. Puse ambas manos en las manijas de la puerta y la abrí. Gran sorpresa me llevé cuando encontré a Jasper, Jacob y Patrick riéndose a más no poder. Noté que Jasper tenía una filmadora.
-¿Qué haces con esa filmadora? -le pregunté, enojada-. Queremos, porque hablo en nombre de todas las chicas, saber qué es lo que están haciendo.
-Bueno, -empezó Jasper- Emmett se enteró de que harían una noche de chicas y mirarían una película de terror. Entonces nos reunió a nosotros cuatro para que les jugáramos una broma.
-Conseguimos tu número de celular y nos las arreglamos para que no saliera el número del teléfono desde el cual te llamábamos -continuó Jacob-. Después nos dirigimos al interruptor y apagamos las luces de toda la casa, luego Patrick se acercó a la puerta y la cerró, porque sabíamos que cuando la habitación quedara a oscuras, ustedes saldrían en busca de linternas.
-El último paso de la broma le tocaba a Edward -esta vez siguió Patrick-. Le dijimos que se pusiera una capa y se les apareciera con un cuchillo para asustarlas. Esa fue…
-Hay algo que todavía no entiendo -le corté-. Si estuvieron todo el tiempo fuera de la habitación, ¿cómo fue que entraron al armario?
-Entramos por la ventana -contestó Jacob.
-¿En qué momento?
-Cuando empezaron a gritar como locas. Gritaban tan fuerte que no fue difícil escabullirnos y encerrarnos en el armario. Jasper trajo la filmadora y las filmó. Pero también escondimos una en el televisor. Así que tenemos toda la broma filmada.
-Jaja, muy gracioso -dije sarcásticamente-. Seguro que todo resultó demasiado fácil para ustedes.
-En realidad no -admitió-. Lo más difícil fue aguantarnos la risa. Creíamos que arruinaríamos la broma.
-¡La pagarán muy caro! -saltó Kate.- En especial tú, Patrick.
-Será mejor que salgan de aquí en cinco segundos antes de que ninguna de nosotras tenga piedad de ustedes -amenazó Alice.
Los chicos salieron de la habitación al oírla. Todos sabíamos que las venganzas de Alice no eran cosa de risa.
El lugar quedó sumido en silencio. Pero no en uno cualquiera. En unos cinco segundos, Kate estallaría de rabia. Cinco, cuatro, tres, dos, uno…
-¡¡Voy a matarlos por habernos hecho esto!! -gritó.
-Cálmate, Kate -traté de tranquilizarla.
-No lograremos nada si nos quedamos aquí de brazos cruzados -dijo Alice.
-¿Qué propones? -preguntó Holly.
Sólo necesitó decir una palabra.
-Venganza.
-¿Cómo haremos para vengarnos de ellos? -cuestioné.
-Piensen. Algo se nos tiene que ocurrir -Kate estaba dispuesta a todo con tal de que los chicos recibieran su merecido por lo que nos habían hecho.
A mí no se me ocurría nada. Para ser sincera, jamás había planeado una venganza contra alguna persona. Pero esto era diferente. Todas deseábamos castigar a ciertas personas que estaban riéndose en la habitación de al lado. Ni siquiera pude pensar en una idea. Un golpeteo en la puerta interrumpió todos mis pensamientos.
-Adelante -dijo Alice. En su voz se notaba el enojo.
-¿Qué les pasa que están todas con esa cara? -preguntó Carlisle.
Las cinco empezamos a hablar a la vez.
-Fueron los chicos… -empezó Kate.
-El celular de Emma sonó -interrumpió Alice.
-Entraron por la ventana -dije.
-Cortaron las luces -saltó Holly.
-¡Nos filmaron! -gritó Bella.
-¿Podrían por favor calmarse? -nos quedamos calladas-. Ahora, Kate, dime que fue lo que pasó.-Bueno. Estábamos con las chicas mirando una película de terror. En una de esas, sonó el celular de Emma y nos callamos para que pudiera atenderlo. Cuando lo hizo, todas nos asustamos porque la llamada sonaba igual que en la película.
»Alice quiso ir a buscar a Jasper para que nos tranquilizara, pero en el momento en que quiso abrir la puerta, descubrió que ésta estaba trabada por fuera. Para colmo, las luces se cortaron.
»Empezamos a gritar para que alguien viniera a ayudarnos. Pero como supimos que eso no nos favorecería, decidimos pensar una forma de salir. En ese momento, a Emma se le apareció un hombre atrás. Volvimos a entrar en pánico.
-¿Y luego que pasó? -cuestionó.
-Que lo cuente otra. Si te lo digo me pondré más furiosa de lo que ya estoy -dijo Kate a punto de estallar.
-Las luces volvieron y pudimos ver quien era ese hombre -Holly contempló a Bella-. Tu querido novio.
-Sabían que íbamos a ver la película “Cuando un extraño llama”, por eso planearon esta broma, con Emmett como el cerebro de la operación. Y por si esto fuera poco, ¡lo filmaron todo! -dijo Alice.
Carlisle quedó pensativo.
-Comprendo. Ustedes están enojadas porque los chicos les hicieron una mala jugada. Lo que quieren es… -observó a Alice- venganza.
-¡Sí! -exclamamos a coro.
-Pues bien. Se me acaba de ocurrir algo para que ellos paguen por lo que hicieron.
-¡¿Qué es?! -saltó Kate.
Se acercó más a nosotras y susurró su plan. Era el mejor escarmiento que recibirían.
-¿Están de acuerdo? -preguntó Carlisle cuando terminó de contarnos su idea.
-¡Efectivamente! -contestamos al mismo tiempo.
-¡Manos a la obra! -gritaron Karissa y Kristina, entrando en ese momento.
-¿Van a participar? -cuestionó Holly.
Las gemelas asintieron con una enorme sonrisa en sus rostros.
-Todos a sus puestos -dijo Carlisle.
Inmediatamente, nos pusimos a trabajar. Lo primero que debía hacer, era dirigirme a la habitación de Alice y traer todos sus estuches de cosméticos, que serían alrededor de veinte. Pero no estaba segura de que quisiera encaminarme hacia allá, porque para eso debía pasar por delante del dormitorio de los chicos.
Noté que la puerta de la pieza de ellos estaba cerrada. Suspiré, aliviada. Iba entrar a la habitación de Alice cuando empecé a escuchar el latido de un corazón. Por favor, que sea Kate, pensé. Me dí la vuelta lentamente. Allí, de pie, estaba Jacob. Me miraba de arriba abajo. Esa noche me había puesto un pijama que Alice había elegido para mí. Era una remera con tiritas y un short, ambos de color violeta. Odio que me vean vestida de esa forma. Para colmo, esta ropa marcaba demasiado mi busto y mi cintura.
Antes de que pudiera decirme algo, pasé a su lado con prisa, entré a la pieza de cierta persona que me obligó a ponerme este… pijama, tomé sus estuches repletos de maquillaje y salí. Él todavía estaba ahí, mirándome con sorpresa. Creo que no esperaba que yo reaccionara de esa forma.
En el momento en que iba a dirigirme al dormitorio donde se encontraba el resto de las chicas, Jacob me tomó del brazo, logrando detenerme.
-¿Qué fue eso? -preguntó.
-¿Qué cosa? -cuestioné.
-Mira, sé que estás molestas por la broma que les hicimos, pero no tienes por qué ignorarme.
-Yo…
Silenció mis labios con uno de sus dedos y, lentamente, comenzó a inclinar su rostro hacia el mío. Estaba a punto de besarme, igual que en el acantilado. Pero esto no debía ocurrir, y menos si no estamos solos. Ya podía sentir su aliento abrasador cerca de mi boca. Cerré los ojos, esperando sentir el roce de sus labios en los míos.
-¡Jacob! -gritó Emmett-. ¡¿A qué hora piensas venir?!
Jacob gruñó, tomó aire, como si quisiera contenerse de algo, y besó mi mejilla.
-Nos vemos -dijo, antes de irse con los chicos.
Me quedé allí, parada en medio del pasillo. Levanté una de mis manos hasta mi mejilla, donde aún podía sentir el contacto de su corto, pero cálido beso.
-¡Aquí estás! -exclamó Holly, apareciendo de la nada-. ¿Dónde te habías metido?
No contesté, por lo que me observó con atención.
-¿Te encuentras bien? -preguntó.
Asentí con lentitud.
-De acuerdo… -no parecía muy convencida-. Quiero hablar contigo sobre algo, pero otro día, porque aquí nos pueden escuchar.
-Está bien -contesté, recuperando el habla.
-Será mejor que vayamos yendo. Alice está esperando el maquillaje.
Llegamos junto a las demás en un abrir y cerrar de ojos.
-¡Por fin, Emma! Creímos que te habían raptado o algo por el estilo -comentó Alice cuando le entregué todos sus cosméticos.
-No exageres -dije.
-¿Entonces por qué te tardaste tanto? -me miró con suspicacia.
-Por nada en especial -contesté.
-Bueno, si no fue nada… ¡manos a la obra!
Rápidamente, nos pusimos a trabajar. Mientras Alice, Bella y Holly maquillaban a Carlisle y Karissa y Kristina buscaban ropa para la gran broma, Kate y yo tomábamos las cámaras para colocarlas en todos los rincones de la casa.
-¿Cómo van las cosas entre tú y Patrick? -le pregunté, entretanto me subía a una silla y colocaba la última filmadora.
-¿No dejarás de atormentarme con preguntas hasta que responda? -cuestionó, con una sonrisa en la cara.
-No. Vamos, cuéntame -insistí.
-De acuerdo. Como dije ayer, tenemos gustos parecidos. Y… siento algo por él…
-Kate, eso es un sentimiento, y tiene nombre. Se llama…
-¡No lo digas! -me interrumpió.
-Amor -logré decir.
-Estás loca. ¿Ya has podido conectar el cable?
Asentí y volvimos al dormitorio.
-¡Listo! Ya hemos cumplido con nuestra parte -anuncié cuando entramos.
-¡Estupendo! Vengan a ver nuestra obra de arte -dijo Holly.
Nos acercamos y sonreímos al ver a Carlisle.
-¡Es increíble! -exclamé-. Se han esmerado.
-Un muy buen trabajo. Parece el verdadero.
-Sólo falta la ropa. ¡Karissa! ¡Kristina! -llamó Holly.
Las gemelas aparecieron a los pocos segundos con un suéter rayado rojo y verde, pantalones, zapatillas y un sombrero, negros.
-Con esto completaremos el atuendo -dijo Karissa.
Finalmente podíamos distinguirlas. Holly nos contó que Karissa tiene un lunar en el cuello, mientras que Kristina lo tiene debajo del ojo izquierdo. Es el método que utiliza para saber quién es quién.
-Vístete, Carlisle -ordenó Kristina.
Carlisle entró al baño para cambiarse. Salió a los pocos segundos. Al verlo, nos quedamos mudas.
-Es… -empezó a decir Bella.
-¡Genial! -gritó Alice.
-Hay que proceder con la segunda fase del plan -dije.
Inmediatamente, fuimos todas, excepto las gemelas, que se quedaron con Carlisle para darle los últimos detalles al vestuario, a la pieza de los chicos. Holly, que fue la primera en llegar, tocó la puerta. Abrió Emmett.
-¿Qué pasa? -preguntó.
Kate se acercó y le entregó una película.
-¿”A Nightmare on Elm Street”? -leyó el título.
Los otros chicos se hicieron presentes.
-Los desafiamos a verla. Pero con las luces apagadas y la puerta cerrada... con llave -propuse.
Sonrieron.
-¡Aceptamos! -exclamó Patrick.
Sin darnos tiempo a decir algo más, nos dieron la llave para que cerráramos y entraron a ver la película.
Volvimos al dormitorio.
-¿Listo para la acción, Carlisle? -preguntó Kate.
-Más listo que nunca -respondió.
Silencioso como un ratón, salió de la habitación. Mientras tanto, Alice, Bella, Kate, Holly, Karissa, Kristina y yo nos sentamos alrededor del televisor para ver por la pantalla nuestra broma. Cuando lo encendimos y vimos que los chicos empezaron a ver la película, sonreímos. Nuestra venganza acababa de iniciar.
Estaban todos sentados, preparados para asustarse un rato, aunque dudaba que así fuera, puesto que ellos son, quizás, más valientes que nosotras. Pero con la sorpresa que les daría Carlisle, de seguro perderían todo su coraje.
-De acuerdo, equipo -comenzó a decir Emmett en medio de la película-, tenemos que planear la siguiente broma. Ese susto que les dimos fue sólo el comienzo.
-¿No podríamos dejarlas en paz, Emmett? -preguntó Edward-. Creo que de verdad te pasaste.
-Tiene razón -lo apoyó Jasper-. Bastó con ver sus caras para que nos diéramos cuenta de que pagaríamos por lo que les hicimos.
-¡Tonterías! Ellas apenas son capaces de cazar un alce -dijo Emmett, comenzando a reírse.
Todas lanzamos un gruñido por lo bajo, incluida Bella, pues lo que más nos molesta es que se burlen de nosotras.
-¿Por qué mejor no te dedicas a cerrar tu boca y mirar a Freddy? -le preguntó Patrick a Emmett.
-Porque ahora prefiero pensar en otra broma para hacerles a las chicas -contestó.
-Que inmaduro eres -observó Jacob.
Emmett puso cara de tristeza y miró a los demás.
-¿Creen que parezco eso?
Asintieron.
-Gracias, son muy buenos amigos -dijo.
Los chicos estallaron en estruendosas carcajadas. Después se concentraron en la película. O eso creímos.-Patrick, ¿qué sientes por Kate?
Todas nos volteamos para mirar a Kate. Patrick miró a Emmett con mucha seriedad.
-¿Y qué sientes tú con respecto a Holly? -preguntó.
-¿Por qué mejor no se callan y miran la película? -cuestionó Jacob.
-Se nota que los chicos tienen poco cerebro -dijo Kate.- Sufren escasa concentración. No pueden mirar cinco minutos el televisor que ya están diciendo alguna que otra estupidez.
Comenzamos a reír.
-Tienes razón, Kate. Evidentemente, somos nosotras las más inteligentes -manifestó Holly.
-Silencio -pidió Alice-. Se acerca la mejor parte de nuestra venganza.

Cuando terminó la película, comenzó la acción. Lo que ocurrió a continuación fue lo siguiente: los chicos la sacaron en cuanto empezaron los títulos. Mientras Edward se ocupaba de guardarla en la caja, Patrick se dirigía a la puerta para abrirla.
-¡Diablos! -exclamó-. Olvidé que les dimos la llave a las chicas.
-Déjamelo a mí -sugirió Emmett al tiempo que se disponía a echar la puerta debajo de un solo puñetazo.
-Esme te matará si haces eso -le recordó Jasper.
En ese momento, se apagaron las luces, o mejor dicho, nosotras lo hicimos.
-Lo que nos faltaba -dijo Jacob-. ¿Acaso podría ponerse peor?
-Es probable -comentamos con las chicas al unísono.
-¡Chicas! -llamó Emmett-. ¡El maldito foco se quemó! ¡Sáquenle llave a la puerta para que podamos salir!
Acabó de decir eso cuando alguien salió del ropero. Sigilosamente, se acercó a Emmett y colocó la mano derecha en su hombro. No podría explicar lo bien que lo pasamos cuando vimos la cara de susto de los chicos al ver a Freddy Krueguer en persona.
-Esto no está pasando -dijo Jasper.
Se disponía a enterrarles las garras cuando comenzó a oírse una risa apenas audible. Me acerqué al interruptor y volví a conectar la electricidad. Al hacerlo, los chicos pudieron ver bien a Freddy, aunque en realidad vieron a…
-¡Carlisle! -exclamó Edward.
Destrabé la puerta para entrar a la habitación junto con las chicas. Todas, al igual que Carlisle, estallamos en carcajadas.
-¿Qué significa esto? -preguntó Jacob. Podría jurar que temblaba de la ira.
-Estuvo muy… gra… gracioso -dijo Kate, pero lo hizo con dificultad ya que la respiración le fallaba debido a las interminables risas.
-No sé qué le ven de divertido. ¡Son realmente crueles! -gritó Emmett.
-Ustedes también lo fueron cuando nos hicieron esa “broma” -le recordé. Traté de decirlo con seriedad pero no pude. En ese momento lo único que me invadía era la alegría por el susto que les dimos y por ver que nuestra venganza había dado resultado.
La puerta se abrió.
-¿Qué significa todo ese ruido? -preguntó Esme. Al ver a Carlisle sonrió-. Me gusta ese atuendo.
-Podría decirse que las chicas son excelentes maquillando y vistiendo. ¡Parezco el Freddy Krueguer verdadero! -dijo Carlisle. Estaba realmente complacido con su disfraz.
-¡Todavía nos deben una explicación! -gritó Patrick-. ¡¿Por qué diablos nos hicieron esto?!
Decidí irme de ahí. Lo que menos quería era presenciar una discusión, y por algo tan tonto como una broma. El aire fresco me hará bien, pensé. Me dirigí a la puerta que daba al patio y salí. Era una noche como todas las demás pero había algo diferente en ésta. Debe ser porque me estoy divirtiendo con mis amigas.
De pronto, sentí que alguien me tocaba el hombro. Dí la vuelta y me encontré cara a cara con Felix.
-Hola, Emma -saludó-. ¿Qué haces vestida así acá afuera? -preguntó, mirándome de arriba abajo.
-Salí para tomar un poco de aire -respondí.
Se acercó a mí. Retrocedí.
-Tranquila -dijo, colocando sus manos en mi cintura e introduciéndolas bajo mi remera.
-¿Por qué cada vez que apareces empiezas a…?
No pude seguir hablando porque puso su boca sobre la mía. Sus manos se dirigieron hacia mi sujetador, donde intentó sacármelo. Se lo impedí empujándolo con todas mis fuerzas. Al estar libre de sus brazos, salí corriendo para volver a entrar a la casa, pero no pude porque Felix, que es mucho más rápido y fuerte que yo, me tomó del brazo y tiró de mí, con lo cual caí al suelo. Inmediatamente, sentí el peso de su cuerpo sobre el mío. Con una de sus manos cubrió mi boca para impedir que gritara mientras que, con la otra, intentó sacarme el short. Me tenía firmemente agarrada. Una pregunta resonaba una y otra vez en mi mente: ¿por qué siempre me hace esto? Pude sentir cómo mis lágrimas comenzaban a caer por mis mejillas cuando…
-¡Emma! -escuché que me llamaban.
Rápidamente, Felix se quitó de encima y salió huyendo, dejándome ahí en el suelo, con el rostro bañado en lágrimas y un miedo que comenzaba a apoderarse de mi cuerpo.
-¡Aquí está! -avisó una voz conocida.
Pude ver que alguien se arrodillaba a mi lado. Era Jacob.
-¿Qué te pasó? -preguntó.
Me ayudó a levantarme. Intentó secar mis lágrimas, pero éstas seguían cayendo más y más. Sin pensar, coloqué mis brazos alrededor de su cuello y comencé a sollozar. A los pocos segundos, pude sentir los suyos, rodeando mi cintura. No sé por qué, pero el estar de esa forma con Jacob me hacía sentir… segura.
-Tranquila -me dijo-. Lo que sea que te haya sucedido, ya sucedió.
Levantó mi rostro de manera que pudiera mirarlo a los ojos. Al verlos, mi cuerpo entero se estremeció por dentro. Alzó una de sus manos para colocarla en mi mejilla, donde comenzó a acariciar con su pulgar. Cerré los ojos y suspiré. Ese cálido roce era perfecto.
-¡Emma! -escuché que me llamaba Holly.
Rápidamente, Jacob retiró su mano.
-¿Qué sucedió? -preguntó con desesperación, al tiempo que me separaba de los brazos de Jacob.
Ojala no hubiese hecho eso. Deseaba sentir su presencia cerca de la mía de vuelta. No podía creer que sólo un abrazo suyo bastara para tranquilizarme.
Holly me miró con preocupación.
-¿Estás bien? -me preguntó.
Asentí lentamente.
A los pocos segundos, Kate se hizo presente.
-¿Alguien querría explicarme qué está pasando aquí? -cuestionó.
-No lo sabremos -respondió Jacob-, hasta que Emma nos cuente.
En ese momento, se escuchó la voz de la única persona a la cual le tenía miedo.
-¿Algún problema? -preguntó Felix.
Sabía perfectamente lo que estaba haciendo. Iba a hacerse el inocente y actuar como si no supiera lo que pasaba, cuando sabía tan bien como yo que él era el causante de todos los miedos que se apoderaban de mi cuerpo cada vez que estaba cerca.
-Algo le ocurrió a Emma, pero aún no sabemos qué cosa fue -le respondió Holly.
Pude notar que Jacob observaba a Felix con suspicacia, como si tuviera la impresión de que él sabía lo que había ocurrido. Sin pensarlo dos veces, se acercó a mí y rodeó mi cintura con sus cálidos brazos, envolviéndome en un abrazo protector.
Miré a Jacob y luego a Felix. Ambos se dirigían miradas asesinas.
Deseaba que Felix desapareciera de mi vida para siempre. No quería verlo ni en mis sueños. Sólo lograba causarme temor. Uno que nunca nadie me había hecho sentir antes. Abusador, era la única palabra que acudía a mi mente cada vez que aparecía. Aún no entendía por qué me utilizaba como si yo fuera un… objeto, más que una persona. Lo único que anhelaba era que dejara de abusar de mí. Había pasado por situaciones similares en mi vida pasada, y, lo que menos quería, era volver a vivirla.
En ese momento, Edward se hizo presente en el patio, junto con el resto de la familia.
-Dí la verdad, Emma -me dijo.
-Edward, ¿de qué estás hablando? -le preguntó Esme.
-Ella sabe perfectamente a qué me refiero -respondió-. Escuché tus pensamientos.
¡Dios mío!, pensé. Había olvidado que Edward podía escuchar todo lo que pensaba. Aunque por un lado, hubiese deseado que no se enterara, por otro, me aliviaba. Sabía que necesitaba ayuda. Yo no sería capaz de salir adelante sola.
-¿Y? -insistió Edward.
-No… no puedo -logré decir.
-¿Quieres que lo haga por ti?
Asentí.
Edward quedó callado unos segundos.
-Felix sabe qué es lo que le ocurrió a Emma -empezó a decir-. De hecho, él es el causante de lo que le acaba de pasar.
-¿Qué quieres decir? -preguntó Jacob. Pude sentir como sus brazos se tensaban.
-Él… ha estado abusando de Emma -contestó.
-¡Mentira! -saltó Felix.
-Si eso es mentira, explícanos por qué ella te tiene tanto miedo -dijo Edward.
Felix se quedó mudo.
-Emma, ¿por qué nunca me lo dijiste? -preguntó Kate, mirándome.
Sentí como las lágrimas comenzaban a rodar por mis mejillas.
-Creía… que todo se… solucionaría -respondí.
Jacob me apretó aún más contra él.
En ese momento, Kate se lanzó contra Felix. Lamentablemente, como él es mucho más rápido y fuerte que ella, pudo esquivarla. La tomó del brazo y la arrojó contra una piedra, logrando que ésta se partiera a la mitad.
-¡Kate! -grité.
Me deshice del cálido abrazo de Jacob para ir a verificar que mi amiga estuviera bien, ya que se había golpeado la cabeza. Apenas llegué junto a ella, sentí que dos manos me tomaban del brazo, me elevaban en el aire y me lanzaban lejos. Mi cuerpo chocó contra un árbol y caí con un ruido sordo al suelo. Intenté mirar a mi alrededor para saber quién me había hecho eso.
-Hola, Emma -dijo la voz de Felix-. No te preocupes por lo que haré ahora. No sentirás nada.
Tomó mi cabeza entre sus manos. Estaba dispuesto a decapitarme.
En ese momento, algo alejó a Felix, salvándome. Miré a un costado para poder ver quién me había ayudado, pero al descubrirlo, quedé paralizada. No había sido un miembro de la familia, era… era… ¡un lobo enorme de pelaje rojizo! ¡El mismo que me había perseguido por todo el bosque cuando llegué a Forks! No podía creerlo.
El lobo combatía con Felix. Me dí cuenta de que no podía hacerlo solo. Emmett, Jasper y Edward fueron a ayudarlo.
-¡Emma! -me llamó Esme.
Ella estaba a mi lado.
-Entra a la casa, ¡rápido! -me ordenó.
Me disponía a correr cuando el lobo se me acercó y clavó su mirada en la mía. Aún de noche, pude observar el color de sus ojos. Ojos negros. ¡No! ¡No es posible! Me observó durante unos pocos segundos y luego echó a correr hacia el bosque. Sin perder tiempo, me precipité a la casa. Lo último que vi de la lucha, fue a los chicos lidiando con Felix.
Una vez adentro, pude ver a Patrick, quien se hallaba al costado de una camilla, en la cual yacía Kate. Carlisle estaba revisándola.
-¿Cómo está? -le pregunté con desesperación.
-Mal. El golpe que recibió fue fuerte -respondió.
Se me llenaron los ojos de lágrimas. Holly se acercó a mí y me abrazó.
-Tranquila, Emma. Ya pasó lo peor -me dijo.
-Lo sé, es sólo que… -miré a Kate-. Mira lo que causé. Si no se hubiesen enterado, esto jamás habría pasado.
Esme apareció de la nada y apoyó una mano en mi espalda.
-Emma, eres parte de esta familia. Y, como dijo Carlisle una vez…
-Nosotros cuidamos a nuestra familia -completó Carlisle, rodeando por los hombros a Esme.
Sonreí a pesar de mi tristeza.
En ese instante, aparecieron Edward, Jasper, Emmett y Jacob.
-¿Qué ocurrió? -cuestionó Carlisle.
-Demetri se hizo cargo. Se llevó a Felix a Volterra -respondió Edward, al tiempo que se acercaba a Bella y tomaba su mano.
-¿No les hicieron daño? -cuestionó Karissa.
Emmett esbozó una enorme sonrisa.
-Por supuesto que no. Soy muy fuerte -alardeó.
-No seas presumido -le dijo Holly, riendo.
-Kate despertó -habló Kristina.
Miré la camilla y comprobé que Kate había abierto los ojos. Rápidamente, me acerqué a ella y la abracé.
-¿Estás bien? -le pregunté.
-Sí. Pero me hubiese gustado partirle la cara de un puñetazo a ese... Felix -dijo con enojo.
-Tonta, podrías haber muerto -dije.
-Ya que, al parecer, todos están bien, creo que sería bueno que Alice le traiga el regalo a Emma -Carlisle sonrió.
-¿Regalo? -pregunté.
Alice corrió y en menos de un minuto volvió, trayendo en sus manos una pequeña caja.
-Toma, es para ti -me dijo con una sonrisa de oreja a oreja al tiempo que me la daba.
Tomé el regalo en mis manos y abrí la tapa. Dentro de la caja había un delicado brazalete con un dije, el cual tenía grabado una mano, un león y unos cuantos tréboles. Parecía un símbolo.
-La mano significa promesa de fe, sinceridad y justicia; el león, coraje y el trébol, perpetuidad -me explicó Carlisle.
Entonces, me di cuenta de que todos llevaban este símbolo. Carlisle lo llevaba en un anillo; Esme, en un brazalete; Alice, en una gargantilla y Emmett, Jasper y Edward, en una muñequera.
-Todo miembro de la familia Cullen tiene ese símbolo -me dijo Esme-. Dame tu mano.
Aseguró el brazalete en mi muñeca izquierda.
-Bienvenida a la familia -dijo Carlisle.
Sentí que una lágrima corría por mi blanca mejilla. Alice se acercó y me abrazó.
-¡Ahora somos hermanas! -exclamó alegremente.
-De acuerdo, ahora me toca a mí darte la bienvenida -Emmett se acercó con una enorme sonrisa.
-Si yo fuera tú, correría -me previno Edward-. Te dará una bienvenida al estilo Emmett Cullen.
Antes de que pudiera hacer o decir algo, Emmett me cargó en su hombro y echó a correr hacia fuera.
-¡Bájame! -empecé a gritar, muerta de risa.
-No lo haré.
Corrió hasta llegar a un lago.
-¡Emmett, suéltala! -gritó Holly, quien venía siguiéndonos junto con el resto.
-¡Nunca! -exclamó.
Antes de que pudiera darme cuenta, estaba sumergida en el agua. Sin perder tiempo, nadé hacia la superficie. Era un alivio que ya no necesitara del aire para vivir, por lo que podía pasar más tiempo bajo el agua. Cuando salí al exterior, le dirigí a Emmett una mirada asesina.
-Me las pagarás, Emmett Cullen. Tarde o temprano, me vengaré -lo amenacé.
Emmett comenzó a reír.
-No puedes enojarte por eso, era una broma. Además, te hacía falta un buen baño, y dudo que te vengues.
-Tú no me conoces enojada -le dije, sonriendo maliciosamente-. Créeme, no te gustará saber cómo soy cuando alguien como tú me hace enfadar.
-Ya te pareces a Alice -observó Carlisle.
-Mejor ve a cambiarte, cielo -me recomendó Esme.
Asentí y dí media vuelta para volver a la casa a cambiarme el pijama por otro, ya que, gracias a Emmett, tenía toda la ropa mojada. Apenas caminé medio metro cuando Alice se acercó a mí y me dio un camisón negro que, según creo, me llegaba por arriba de la rodilla.
-Ponte esto -me dijo, con una sonrisa.
-Alice, no voy a ponerme eso -me crucé de brazos-. Es… demasiado corto.
-Emma, te diré lo mismo que suelo decirle a Bella. Vas a ponerte esto por las buenas o por las malas, y yo te sugeriría que lo hicieras por las buenas.
-¿Y si no quiero? -pregunté.
-Te haré cambiarte delante de la familia.
Rápidamente, tomé el camisón y corrí hacia la casa para entrar al baño. Lo último que necesitaba era que Alice me hiciera hacer semejante locura.
Al cambiarme, comprobé que mis sospechas eran ciertas. El camisón me llegaba por arriba de las rodillas y, para colmo, era algo escotado. Por suerte, no tanto. Cuando terminé de vestirme y salí del baño, pude notar que toda la familia se había metido a la casa.
-Bonito camisón -me dijo Emmett, con una sonrisa burlona.
Le dirigí a Alice una mirada asesina.
-Puedes darte por muerta tú también, Alice -le dije entre dientes.
-Lo siento -se disculpó, poniendo cara de cachorrito abandonado.
-Ay, no me pongas esa cara -le rogué, pues sabía que, con ese gesto, podía conseguir todo lo que se propusiera.
-Bueno, han sido demasiadas cosas por una noche. A dormir todos -ordenó Carlisle.
-Pero no podemos dormir. Recuerda que somos vampiros -bromeó Emmett.
Esme lo miró con tanta seriedad que Emmett tuvo que callarse y subir a su habitación.
Nosotras nos dirigimos a la pieza a descansar. Carlisle tiene razón, pensé, mientras me acomodaba entre las mantas y cerraba los ojos. Han sido muchas cosas por una noche. Primero, la broma de los chicos; luego, nuestra venganza; después, ese encuentro con Felix; más tarde, el regalo de mi nueva familia y, por último, la “broma” de Emmett y el camisón que me dio Alice.
Si así eran los días con las bromas de Emmett y la hiperactividad de Alice, no quería imaginarme el resto de ellos.

6- Compras, al estilo Alice Cullen

Íbamos en el Volvo, escuchando canciones por la radio. Estaban pasando “I gotta feeling” de Black Eyed Peas.
-I gotta feling, that tonight's gonna be a good night, that tonight's gonna be a good night, that tonight's gonna be a good good night -cantábamos.
-¿Saben? -dijo Alice, mientras manejaba-. Realmente presiento que mañana será una buena noche.
-¿Eso crees? -preguntó Holly.
-Por supuesto. Y además, será la mejor de todas -una enorme sonrisa se formó en su rostro.
-Cuéntanos -pidió Kate.
-No lo haré.
Asunto terminado. Alice se negaría a decirnos que ocurriría esa noche. Todas deseábamos saber que era lo que había visto.
-Eso no es justo. Se supone que eres nuestra amiga -le dije, con fingido enojo.
Me respondió sacándome la lengua. No pude sino reír.
Miré por la ventanilla. Habíamos salido camino a Seattle esa mañana luego de que llegara Patrick a la mansión Cullen. Recuerdo que cuando se encontró con Kate, ambos se habían quedado “helados” en sus lugares. Con Alice nos dirigimos unas miradas, y supe que ella pensaba lo mismo que yo. Ellos dos podrían terminar juntos. Aunque, para ser sincera, no me la imaginaba a Kate en una relación con un chico. Desde su punto de vista, el amor era cursi y tonto. Para mí, era todo lo contrario. Amor. El sentimiento más poderoso, según mis padres. Solían decir que era imposible que una persona no se enamorara. A todos nos llegaba el momento. Y a mí me había llegado el día de ayer, cuando vi esos ojos color negro noche por primera vez. Al verlos, sentí que todo a mi alrededor desaparecía y sólo estábamos él y yo.
Jacob.
No había podido dejar de pensar en él desde que habíamos regresado de La Push. Su rostro aparecía en mi mente una y otra vez. Sus labios carnosos, que parecían estar llamándome para que los besara; su mirada, que no sabría como describirla, pero sin duda era una mirada feroz y, a la vez, confiable; sus ojos color negro noche, que tenían un brillo especial… Aguarden un segundo. Esos ojos. Me resultaban conocidos. Como si ya los hubiese visto antes en otra parte.
Repasé mentalmente mi llegada a Forks. Había ido en taxi hasta La Push, luego me perdí en el bosque, y entonces me encontré con ese lobo. En ese instante empecé a correr… Ay, por dios. Ya recuerdo todo. Esos ojos los vi en el lobo de mi pesadilla. No podía ser posible. Una terrible conclusión me llegó. Era posible que Jacob fuera un…
-Emma -dijo Kate agitando la mano para llamar mi atención.
Sacudí mi cabeza.
-¿Qué ocurre? -pregunté.
-Llegamos hace aproximadamente diez minutos -estudió mi rostro atentamente-. Estuviste muy pensativa durante el viaje. ¿Está todo bien?
Asentí, aunque no estaba del todo segura de mi respuesta.
Alice nos había traído a una tienda de ropa para mujeres. Se vendía de todo, jeans, remeras, vestidos, zapatos, incluso ropa interior.
-Alice, ¿por qué nos trajiste aquí? -le pregunté desde el auto.
-Escucha, Emma, hay cosas más importantes que hacer, así que mueve tu hermoso trasero y sal de ahí adentro -ordenó.
Obedecí inmediatamente, pues lo que menos quería era hacerla enojar.
-Bien chicas, hoy gastaremos una buena suma de dinero en esta tienda -nos dijo.
Miré los precios que se veían en la vidriera y me sorprendí.
-¿Cómo se supone que pagaremos todo lo que compremos? –cuestioné.
-Ah, por eso no te preocupes -una sonrisa maliciosa se formó en el rostro de Alice-. No sólo he traído mis tarjetas de crédito, sino que también traje las de Edward y Emmett.
-¿Le robaste las tarjetas de crédito a Edward y a Emmett? -preguntó Bella.
-Tranquilízate, Bella, no las robé, se las pedí prestadas.
-Sí, claro -dijo con sarcasmo.
-Está bien, lo admito, se las robé a los chicos, ¿y qué?
-Alice, Edward te matará.
-Claro que no. Siempre puedo usarte como escudo para defenderme.
-¡Alice! -gritó Bella.
-Era broma. No seas tan tonta -se volvió hacia todas-. De acuerdo, basta de bromas, entremos a esa tienda y compremos hasta hartarnos.
Al entrar, descubrí que el lugar era realmente grande. Incluso más que el hospital de Forks.
-Buenas tardes -saludó una mujer delgada, alta y de cabello corto castaño. Vestía un uniforme de camisa blanca, con pantalones negros y zapatos del mismo color-. Mi nombre es Karen y tengo el honor de ayudarlas en sus compras.
-Muy amable de tu parte, Karen -Alice le sonrió.
-Gracias -dijo, ruborizándose-. Bien, ¿qué les gustaría mirar?
Antes de que pudiéramos dar una opinión, Alice se nos adelantó.
-Queremos ver la vestimenta de verano.
-Pero, Alice, nunca hace calor en Forks -le recordó Holly.
Ella se dio vuelta y le guiñó un ojo. Todas supimos que encontraría la forma de hacernos usar la ropa que eligiera. Según Bella, Alice siempre elegía la clase de ropa, en general, atrevida.
Karen nos guió hasta la sección de ropa de verano y allí nos pusimos a ver los distintos modelos de vestidos, pantalones y remeras que estaban en exhibición.
-Emma, ven a ver esto -dijo Holly, tomándome del brazo y llevándome donde se veían los vestidos.
Se acercó hasta los percheros y empezó a husmear los que habían hasta que dio con un vestido corte princesa que llegaba hasta la rodilla. El color parecía ser azul mezclado con verde.
-Tienes que probártelo -me tendió el vestido.
Tomé la prenda a regañadientes y me dirigí a los probadores. Me quité la ropa y me coloqué el vestido. Suspiré y abrí la cortina. Holly, al verme, sonrió.
-Por dios, ¡te ves increíble! -se acercó y me miró de todos los ángulos-. Tienes que comprarlo. ¡Alice! -la llamó.
Apareció en un abrir y cerrar de ojos.
-Emma, con ese vestido pareces una princesa de cuento de hadas. Cómpralo.
Rezongué.
-Alice, quiero decirte dos cosas. La primera, no exageres. La segunda, las princesas de los cuentos de hadas no usan vestidos que le llegan hasta las rodillas -la gente no solía alabarme tanto. Por esa razón, me incomodaba.
-Da igual, te ves estupenda.
Debía admitir que me quedaba bien.
-De acuerdo, lo compraré –dije, dándome por vencida y sabiendo que no tenía escapatoria.
-¡Hurra! -gritó Alice.
Me tapé los oídos.
-Te diré lo mismo que le dije a Kate el día en que nos hicimos amigas. “La próxima vez que quieras gritar, avísame”.
Kate rió al recordar ese momento en el que había gritado debido a que nos dirigíamos al mismo lugar. Para ese entonces, yo era una simple humana.
Volví a entrar al vestidor para cambiarme. Una vez que terminé, me entretuve mirando más vestidos. Algunos eran bonitos, pero otros… con decir que no se le vería bien ni a un ogro, les digo todo.
-Oh, por dios, tengo que probármelo -dijo Holly, al tiempo que entraba en un probador para probarse lo que sea que le haya gustado.
Me acerqué a Kate.
-¿Qué es lo que vio?
-Un vestido largo hasta los pies -respondió-. Son de esos vestidos de los Oscars.
-¿En serio?
Asintió.
Iba a preguntarle que sentía con respecto a Patrick cuando Bella vino corriendo y se escondió detrás de las perchas.
-Bella, ¿qué diablos haces? -le pregunté entre risas.
-Escondiéndome de Alice -respondió, asomando la cabeza para ver si ella estaba cerca.
-¿Por qué te escondes de ella? -preguntó Kate.
-Porque quiere que me pruebe una falda demasiado corta para mi gusto.
En ese momento apareció Alice, y Bella se escondió más adentro.
-¿Han visto a Bella?
Kate y yo negamos con la cabeza.
-Bueno, si la ven, díganle que tiene que…
-¡Listo! ¿Qué les parece? -Holly salió del probador, luciendo un vestido que le llegaba hasta los pies. Era color lila.
-¡Estupenda! -saltó Alice-. Ya mismo te lo llevas.
-Me encanta Holly. Pareces una princesa de cuento de hadas- le dije, citando la misma frase que me había dicho Alice.
Kate asintió. Holly esbozó una enorme sonrisa, complacida con el resultado.
Bella salió de su escondite, y al verla, se ofreció a acompañarla a pagar el vestido, pero Alice lo impidió.
-¿A dónde crees que vas? Todavía tienes que probarte esto -le dijo con tono de mandona, al mismo tiempo que alzaba una falda de jean.
Bella suspiró derrotada, tomó la falda y se metió al probador. Reí. Era difícil poder decirle que no a Alice. Sobretodo si su voz se tornaba enojada o ponía esa carita triste que daba pena.
Continué mirando la ropa hasta que divisé a una niña rubia de profundos ojos grises. Aparentaba unos ocho años, y al parecer estaba perdida, ya que su vista recorría el lugar una y otra vez, como si estuviera buscando a alguien.
Me acerqué a ella.
-¿Qué te pasa? -le pregunté, arrodillándome para poder mirarla a los ojos. Los tenía colorados, por lo que suponía que había estado llorando. (Por suerte, Alice me había conseguido unos lentes de contacto. Si no fuera por eso, la niña se asustaría al ver mis ojos rojos).
-Me perdí -varias lagrimitas rodaron por sus mejillas rosadas.
Las sequé con el pulgar.
-Tranquila, ven conmigo, y juntas vamos a encontrar a tu familia -la animé.
La pequeña sonrió. La tomé de la mano y comenzamos a dirigirnos hacia donde estaban las chicas.
-¿Cómo te llamas? -preguntó.
-Emma, ¿y tú?
-Lucy
-Que bonito nombre, Lucy.
Lucy se sonrojó. Se veía tan linda con ese sonrojo.
Siempre me habían gustado los niños. Cuando tenía 15 años, albergaba la esperanza de poder casarme con el hombre de mis sueños y formar con el mismo una familia. Lamentablemente, con todo lo que me había ocurrido, ese sueño se había hecho añicos. Ahora ya no sabía que era lo que esperaba de mi futuro. Sólo deseaba que no volviera a ocurrir lo que había ocurrido en el pasado.
-¡Mami! -gritó Lucy de repente, señalando con el dedo.
Miré en la dirección que señalaba y divisé a una mujer que tenía el mismo color de pelo que Lucy, con la diferencia que tenía ojos marrones.
Al ver a la pequeña que tomaba mi mano corrió en nuestra dirección. Al llegar, alzó a Lucy del suelo y depositó un beso en su mejilla rosada.
-¿Dónde estabas? No sabía donde te habías metido y me preocupé mucho por ti -le dijo.
-Lo siento mami -se disculpó Lucy en un débil susurro.
La mujer se percató de mi presencia.
-Muchas gracias por haberla cuidado -sus ojos se llenaron de lágrimas.
Sonreí.
-No tiene que disculparse, cualquiera hubiera hecho lo mismo.
-No. No muchas personas quieren a los niños. He conocido algunos que incluso, cuando sus hijos se perdían, hasta que la policía no los llamaba diciendo que tenían al pequeño con ellos, los padres no se enteraban de su desaparición.
-Oh, por dios, eso es terrible -a veces no entendía cómo las personas podían llegar a tener el corazón tan duro como una piedra.
-Lo sé, por eso te agradezco el que hayas atendido a Lucy. Soy Rachel -se presentó.
-Emma.
-Un placer conocerte. Disculpa pero debo irme. Una vez más, gracias.
-No tiene por qué agradecer.
-Adiós, Emma- se despidió Lucy.
Me acerqué a ella y besé su frente.
-Adiós, pequeña.
Rachel se alejó con Lucy. Jamás olvidaría a esa niña de cabello rubio y ojos grises. Era todo un encanto.
-¡Emma! -gritó una voz conocida a mis espaldas.
Me di la vuelta y vi a Alice con las chicas.
-¿Dónde diablos te habías metido? -preguntó, ofendida.
-Tranquilízate, Alice. Estaba mirando la ropa y encontré una niña que se había perdido. Hace apenas medio minuto se fue con su mamá -expliqué.
En ese momento, se oyó un ruido estruendoso.
-¡Ay, no! -dijo Holly de repente, mirando a nuestras espaldas.
-¿Qué sucede? -le pregunté.
-Es que… -empezó a decir.
Todas nos dimos vuelta para ver la razón de todo ese escándalo. Oímos gritar cerca de la tienda donde vendían vestidos de novia.
A los pocos segundos, dos chicas exactamente iguales salieron corriendo de ahí. Ambas eran rubias y de ojos verdes. Gemelas, pensé.
-¡Ayúdame, Karissa! No te quedes mirando, estúpida- dijo una mientras trataba de levantar un enorme vestido que se le había caído junto con el maniquí.
-¡Está bien! -respondió la otra-. Yo no fui la idiota que se tropezó con un maniquí, para empezar.
-¡¿Y quién fue la imbécil que me hizo caer?! -gritó, sumamente enojada.
Las dos gritaban y discutían a todo pulmón. Aunque las peleas no duraron mucho, pues un guardia se acercó a ellas, las tomó de los brazos y las empujó fuera del lugar.
-¡Ay, cuidado! ¡No me empuje! -bramó una.
-¡Cuidado! -dijo la otra.
Cuando las sacaron, miraron hacia donde estábamos nosotras.
-¡Holly! -gritaron las dos al unísono.
-Hola, chicas -saludó Holly. Parecía que estaba avergonzada-. Chicas, ellas son mis hermanas Karissa y Kristina.
Ahora que estaban más cerca, pude observarlas mejor. Tenían un gran parecido con Holly. La única diferencia era el color de ojos.
-Ellas son mis amigas: Emma, Kate, Alice y Bella -nos presentó, señalándonos respectivamente.
-¡Hola! ¿Cómo están? -dijo una de ellas. No sabía bien quién era quién.
-Bien, genial, estupendo, súper -contestó Alice, hiperactiva como siempre.
De repente, una de las gemelas salió corriendo, seguida por su hermana.
-¡¿Qué sucede?! -gritó Holly.
-¿Usted conoce a esas dos señoritas? -preguntó una voz gruesa a nuestras espaldas.
Nos dimos la vuelta lentamente y nos encontramos con un oficial de seguridad enorme. Pobre Holly, dije para mis adentros. Estaba realmente asustada.
-Sí, eh… son mis hermanas –respondió, con una sonrisa dulce.
El hombre pareció caer ante sus encantos. Sin embargo, sacudió la cabeza y le entregó un pedazo de papel.
-Tenga. Dígales que la si la próxima vuelve a ocurrir algo parecido, no hay salvación.
Cuando el oficial se marchó, Holly nos miró y leyó lo que le había dado. Todas estábamos intrigadas por saber lo que había escrito ahí.
-Sólo es una nota de advertencia –dijo.
En ese momento, las cinco estallamos en estruendosas carcajadas.
-Pudo haber sido peor -opiné.
-Karissa y Kristina pagarán por haberme hecho pasar vergüenza –juró Holly.
-Parecen simpáticas -observó Alice.
-Lo son, pero si hay algo que les gusta, es poner a las personas en situaciones incómodas.
-Igual que a Emmett -dije.
Holly rió.
-Lo sé. Me dijiste que se considera el más gracioso de la familia.
-Es muy divertido, pero sus bromas pueden llegar a cansarte -comentó Alice, poniendo cara de cansancio-. De acuerdo, ya no demoremos más. Todavía tenemos mucha ropa por mirar.
Nos encaminamos a las demás secciones, donde la loca de las compras nos hizo probar montones de prendas.
Como a las cinco horas pudimos salir de ahí adentro. Sé que es exagerado, pero Alice es capaz de comprar todo un día sin parar. En fin, la cosa es que llevábamos casi 20 bolsas cada una.
-Estoy un poco harta de ver tantas vidrieras. ¿Les molesta si me voy? -preguntó Kate.
No sabía que hacer. No quería dejar solas a las chicas en manos de Alice, y tampoco quería que Kate se fuera sola.
Rápidamente me miró.
-Emma, no vengas por mí. Quédate -me dijo.
-Pero… -iba a protestar, pero me dirigió una mirada desafiante, suspiré y cerré la boca.
-Bien, puedes irte -dijo Alice.
Kate se disponía a marcharse cuando la detuvo.
-No te irás con todas esas bolsas en la mano, ¿o sí? -preguntó, riendo. Se acercó a ella y se las sacó-. Tengo años de experiencia en cargar cosas. Nos quedaremos unas horas más.
Al decir eso, Bella, Holly y yo nos miramos. Dudaba que sólo anduviéramos por el centro comercial “unas horas más”.
-Se quedarán conmigo, ¿verdad? -cuando vimos la mirada suplicante de nuestra pequeña duende, no pudimos negarnos.
-Adiós, chicas -saludó Kate-. Gracias, Alice, la pasé súper.
Kate se marchó justo cuando Alice nos arrastró a las tres para ver unos abrigos. Seguimos mirando vidrieras hasta que el reloj dio las cinco.
-¿Hasta cuándo seguiremos dando vueltas? Estoy sumamente agotada -se quejó Bella.
-Sólo una parada más y volvemos a casa -respondió Alice.
-Dijiste eso como unas veinte veces -le recordé.
-Lo siento. Esta vez es en serio. Iremos hasta el video club a alquilar las películas para nuestra noche de chicas.
-¿Cuándo haremos la pijamada? –cuestionó Holly.
-Mañana por la noche.
Nos encaminamos hasta nuestro destino. Una vez que entramos en el local, estuvimos debatiendo por un largo rato cuáles llevaríamos. Al final, después de una hora, elegimos cuatro, todas de diferentes géneros: comedia, romance, aventura y terror. Pagamos y nos dirigimos, milagrosamente, al Volvo.
Abrimos el baúl y metimos todas las bolsas que habíamos tenido que cargar durante todo el día. Alice nos hizo comprar un montón de cosas: vestidos, formales e informales; jeans; remeras de todo tipo: con un hombro, musculosa, corte princesa, etc.; zapatos, botas y zapatillas; pijamas; y por último, ¡ropa interior demasiado atrevida!
Subimos al auto y Alice condujo hasta la casa. Sinceramente, esperaba que jamás me hiciera salir de compras con ella otra vez. Era realmente agotador. Incluso para un vampiro.
Cuando llegamos, como ninguna de nosotras tenía ganas de sacar las bolsas, directamente subí a mi habitación para poder descansar.
Me recosté en la cama y cerré los ojos. Debo decir que el primer rostro que pasó por mi cabeza fue el de Jacob. Esa noche soñé que estaba en sus brazos.

5- El don

-Me gustaría conocer a tu familia -me dijo Holly, mientras nos acompañaba a mí y a Kate a casa.
-Está bien. Puedes conocerlos de paso, ya que vienes con nosotras -afirmé, con una sonrisa.
Ella se puso a dar saltitos de alegría. No pude evitar reír. Me recordaba a Alice. Siempre estaba alegre y parecía que cada dos por tres le agarraba un ataque de hiperactividad. Sobretodo cuando se trataba de compras. ¡Es increíble! ¿Cómo alguien tan pequeño puede tener tanta energía?, suele decir Edward.
Jacob no venía con nosotras, ya que debía reunirse con unos amigos para tratar un asunto. No quiso mencionarnos cual era, así que no insistimos.
Ese día me enteré que Holly, al igual que Kate, es una semivampiro. Nos reveló su secreto debido a que supo que Kate y yo no éramos “personas normales”, así que por lo menos ya no había nada que ocultarnos entre nosotras.
Ella me agradaba, demasiado para haberla conocido hacía apenas unas horas. Era muy simpática y divertida. La clase de amiga con la cual no pararías de reír.
Finalmente, después de tanto caminar, llegamos.
-¡Guau! Que linda casa -admiró Holly.
Apenas entramos, salió Alice, nuestra pequeña duende hiperactiva, como la llamaba Emmett.
-¡Hola, Holly! -saludó.
-¿Cómo has…? -se quedó boquiabierta.
-Alice puede ver el futuro -le expliqué.
-Asombroso -exclamó.
Al rato se hicieron amigas, pues a Holly le gustaban las compras tanto como a Alice.
-Deberíamos organizar una salida de compras -fue la idea de Holly.
-¡Pero que buena idea me has dado! -luego me miró a mí, a Kate y a Bella, que apareció justo en ese momento-. Mañana iremos de compras todo el día, y después haremos un pijama party. Sólo chicas, nada de chicos.
-Por favor, todo menos las compras -rogó Bella.
-No, no y no. No aceptaré un no como respuesta -se enojó Alice-. ¿Ustedes qué dicen chicas? -se dirigió a Kate y a mí.
Ambas asentimos.
Alice se puso a dar saltitos de alegría.
-¡Estupendo! Bella, vendrás con nosotras por las buenas o por las malas, y te sugeriría que lo hicieras por las buenas -amenazó.
Bella suspiró, derrotada. Me habían dicho que no era conveniente hacer enojar a Alice, pues ésta era muy vengativa. También sabía que una de las cosas que más odiaba Bella era ir de compras. Eso y los deportes, claro.
Alice iba a decir algo, pero en eso se apareció el resto de la familia.
-Quiero presentarles a Holly -la presenté.
La pobre chica se había puesto tímida.
-Un placer conocerte, Holly -saludó Carlisle.
-El placer es mío -dijo ella, con educación.
Esme se acercó y la abrazó.
-Siempre nos agrada conocer gente nueva.
Amaba a Esme, era realmente maternal.
-Me recuerdas mucho a Rosalie -dijo Jasper-. La única diferencia es que ella tenía ojos color miel, mientras que los tuyos son celestes.
-¿Rosalie? -preguntó Holly, mirándome con confusión.
-Ella era la pareja de Emmett -le susurré. Por suerte, él no estaba ahí-. La asesinaron los neófitos, pero conservamos la esperanza de que algún día, vuelva a encontrar una chica que lo haga feliz, como lo hizo ella.
Jasper tenía razón. Ella tenía un cierto aire a Rosalie, pero Holly era mucho más hermosa.
-Sufrió mucho por su muerte -exclamó Edward de repente.
-Adivino, lees la mente, ¿no? -Holly sacó sus conclusiones.
Edward asintió.
-Me gustaría saber que fue lo que quiso decir Edward con eso -me dirigí a ella.
-Me preguntaba si Emmett se había angustiado -me explicó.
-Ah, ya entiendo -dije, sintiendo lástima por Emmett. Aparentemente, Rosalie había sido el amor de su vida.
Alice puso cara alegre.
-¿Por qué esa sonrisa? -le preguntó Carlisle.
-¡Este viernes iremos de compras!
-¿Con quién irás?
-Con Bella, Kate, Holly y Emma -ella estaba que no cabía en sí de felicidad.
-No las tortures demasiado –le advirtió Esme
-¡¿A quién vas a torturar esta vez, Alice?! -se escuchó el grito de Emmett en el piso de arriba.
Bajó las escaleras y se detuvo al ver a Holly. Ambos se miraron por un tiempo que parecía no terminar nunca.
En eso, un pensamiento cruzó por mi mente. Me los imaginaba juntos. Caminando de la mano. Mirándose con ojos de enamorado.
Creo que quedarían muy bien juntos, pensé.
-Te apoyo -me dijo Edward.
-Gracias.
-¿Nos estamos perdiendo de algo? -Carlisle nos miró con cara de “cuidado”.
-No -respondimos al unísono.
Tengo un plan para que Emmett pase un rato a solas con Holly.
Edward asintió, en señal de aprobación.
-Escucha, Holly -me dirigí a ella-. Desearía llevarte a conocer la casa, pero debo hablar con las chicas de un importante asunto de familia, y los demás, excepto Emmett, tienen cosas que hacer. -Esta vez, miré a Emmett-. ¿Qué dices? ¿Te gustaría llevarla de recorrido?
Emmett parpadeó de asombro.
-Se… seguro. Claro -dijo con ¿nerviosismo? ¿Desde cuando el gran Emmett Cullen se ponía nervioso ante una chica?
Holly, sin embargo, no parecía estar en ese estado, es más, parecía que estaba contenta con la sugerencia que hice.
Emmett se acercó a ella y le ofreció su brazo.
-¿Me harías el honor?
-Por supuesto -respondió Holly, con una sonrisa.
Cuando desaparecieron miré a Alice.
-¡Bien hecho! -me susurró.
-Gracias.
-Es muy simpática -dijo Esme.
-No podría estar más de acuerdo -Carlisle la rodeó por los hombros con un brazo y le sonrió.
-Creo que harían una pareja perfecta -exclamó Bella.
-Te apoyamos en eso -dijimos todos.
Bella se sonrojó. Edward se acercó a ella y la besó en los labios con dulzura.
-No hagan eso en público -los retó Alice.
Reí. En ese momento, comencé a sentirme extraña.
-Tengo sueño –dije.
Todos me miraron, sorprendidos. Entonces me di cuenta de lo que había dicho. ¿Sueño? Se suponía que los vampiros no dormían.
-No puede ser posible -dijo Jasper.
Carlisle se acercó y puso ambas manos en mis hombros.
-Emma, ¿es un chiste lo que acabas de decir? -me miró con severidad.
-No, es verdad. ¿Por qué inventaría algo como eso?
Estaba confundida. ¿Cómo era posible que tuviera sueño?
-Carlisle, es en serio. La veo dormir -Alice tenía la mirada perdida. Así era cada vez que “veía” algo.
Todos me miraron, extrañados.
-Iré a mi habitación -dije.
Subí las escaleras rápidamente. Quería escapar de esa conversación incómoda. Una vez que llegué, me eché en la cama y cerré los ojos.
Sonó el timbre y me dirigí a abrir la puerta. Cuando abrí, me encontré con un chico rubio y de ojos verdes.
-Hola -saludó.
-Hola -respondí.
-Mi nombre es Patrick Hander. Mi padre me ha enviado a esta dirección para que viva un tiempo con los Cullen.
-¿Entonces ellos esperaban tu llegada?
Asintió.
-¿Puedo pasar? -me preguntó.
-Claro.
Me hice a un lado para permitirle el paso. Entró y empezó a recorrer la casa con la mirada, como si estuviera estudiando cada detalle de la misma.
En ese momento, apareció Kate.
Al verla, a Patrick se le iluminó la cara, como si viera una estrella que bajó del cielo.
-Hola -dijo Kate.
-Hola -respondió.
Luego de que se saludaran y se presentaran, el resto de la familia se hizo presente.
-Bienvenido, Patrick -Carlisle lo saludó cordialmente-. ¿Conoces a mi familia?
-Mi padre me ha hablado mucho de ustedes.
Carlisle lo invitó a pasar al estudio para que pudieran hablar en privado.
Mientras tanto, subí a mi habitación a revisar mi celular, para ver si había recibido algún mensaje de Embry. En eso estaba cuando dos manos me tomaron por la cintura. Di media vuelta y me encontré cara a cara con Felix.
-¿Dónde te habías metido? -le pregunté. No lo había visto desde ayer.
-Tuve que atender unos asuntos importantes en Volterra.
-Ah -fue lo único que se me ocurrió decir.
-¿Pensaste en mí? -me miró la boca con deseo.
-Sí, claro -mentí.
A decir verdad, no había pensado en él ni un solo día. Sólo se cruzaba por mi mente el rostro de un chico moreno y de ojos oscuros, el mismo color que el de su cabello. Jacob aparecía en mis pensamientos una y otra vez. No lo había olvidado desde aquel día en el que habíamos conocido a Holly.
Felix me apretó más a su cuerpo y comenzó a besarme con furia. Mis labios trataban de seguir el ritmo de los suyos. No me gustaba para nada su forma de besar. Cuando quería, sus labios podían ser dulces. Sus manos me tenían firmemente agarrada. En ese instante, comenzaron a acariciar mi espalda, pero por debajo de mi remera. Las mías fueron hasta su pecho para apartarlo, que por suerte pude hacerlo, ya que yo era el vampiro más fuerte de esta casa.
-¿Por qué siempre haces eso?
Se quedó mudo. Lo había dejado sorprendido.
-Emma, yo…
-Sal de mi habitación -le ordené-. ¡Ahora!
No dijo nada. Sólo se limitó a irse.
Iba a cerrar la puerta cuando vi venir a Kate.
-Kate, necesito hablar contigo -la llamé.

Una mano acarició mi mejilla. Abrí los ojos poco a poco.
-Despierta, cielo -me dijo Esme, quien estaba sentada en la cama.
Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos. Mi madre solía despertarme de esa forma. Pero ahora estaba muerta. Esme me recordaba tanto a ella, que era como tenerla presente, sólo que estaba en otro cuerpo.
-Emma, no llores –me pidió, abrazándome.
Enjugué las lágrimas con el dorso de mi mano.
-¿Qué hora es? -pregunté, algo somnolienta.
Le echó un vistazo rápido al reloj.
-Las ocho y media de la mañana.
Me incorporé para poder sentarme.
-¿Desde hace cuanto que estoy dormida?
-Eran las nueve de la noche cuando vine a verte. Estabas profundamente dormida -contó.
Recordé lo que había ocurrido antes.
-¿Carlisle sigue creyendo que estoy inventando todo esto? -pregunté.
-No, tesoro -me respondió, con una sonrisa.
-¿Entonces?
-Sólo quiere tratar de averiguar por qué puedes dormir. Es todo.
Sentí alivio. No soportaría que se enojaran conmigo.
Me quedé pensando en el sueño que había tenido. Había sido realmente extraño. No sabía si contarle o no a Esme. Pero opté por hacerlo, ya que yo no podía estar mucho tiempo sin contar algo que me tuviera preocupada. Además, ahora era mi "madre", por lo que debía confiar en ella.
-Esme, acabo de tener un sueño rarísimo.
-¿Qué tipo de sueño?
Rápidamente le conté, con todos los detalles. Exceptuando la última parte.
-Es raro. ¿Tú sabes quien es Patrick Hander? -preguntó.
-No.
-¿Tienes algún problema si se lo cuento a Carlisle?
Negué con la cabeza. Quizá él pudiera ayudarme a descubrir lo que estaba pasando. Esme me sonrió, depositó un beso en mi frente y salió de mi habitación.
Todo esto me tenía asustada y preocupada, por lo que necesitaba hablar con mis amigas. Me gustaba ese término. Amigas. Deseaba que ellas pudieran ser la clase de amigas que he estado esperando por mucho tiempo.
Me levanté de la cama, dispuesta a contarles todo. Pero cuando fui a abrir la puerta, me las encontré a ellas dos. Aparentemente, habían venido aquí por una razón, que quizá coincidía con la mía.
-Queremos hablar contigo -dijo Holly.
-¿Sobre qué? -pregunté.
Entraron y cerraron la puerta con llave, para que nadie nos interrumpiera.
-Acabamos de escuchar a Esme hablando con Carlisle -contó Kate.
-¿Sobre qué hablaban? -me picaba la curiosidad.
-Sobre un sueño raro que tuviste -esta vez habló Holly.
-Escuchamos todo -Kate parecía preocupada, al igual que Holly-. ¿Sabes quién es Patrick Hander?
-No, no sé quien es él. No sé por qué lo vi en mis sueños. No sé por qué puedo dormir, al contrario de los demás vampiros -estaba alterada.
-Por eso mismo vinimos contigo. Holly sacó una conclusión.
La miré, esperando que hablara.
-¿Y si ese es tu don? ¿Si tu don es que puedes dormir y soñar cosas que se hacen realidad?
Me quedé boquiabierta.
-Es imposible -susurré.
-Nada es imposible -dijo Holly-. Kate me contó que tuviste una pesadilla. Y luego te escuchó contarle a Jacob todo lo que te ocurrió antes de ser transformada.
-¿Escuchaste esa conversación? -me aterré. Si escuchó todo lo que le había contado, probablemente había visto que estuvimos a punto de besarnos.
-Me escondí cerca de un arbusto. Pero no observé nada, porque me habrías descubierto -confesó, sinceramente.
Suspiré, aliviada. Gracias al cielo no observó nada, sólo escuchó.
-Creemos que quizás ese sea tu don –susurró Holly-. Incluso Carlisle lo cree así.
En ese momento, sonó el timbre.
-Es Patrick Hander -dije.
Las chicas me miraron con misterio. Luego destrabaron la puerta y nos fuimos abajo, para ver quien era el visitante. Tal como lo había dicho, era él. Carlisle me miró con una expresión rara en su rostro.
-Luego hablamos -me dijo.
Asentí.
Como ocurrió en mi sueño, Patrick se presentó y al ver a Kate, se le iluminó el rostro. Por último, se fue con Carlisle a hablar al estudio, para tener más privacidad.

Media hora más tarde, Patrick salió del estudio y caminó hacia mí.
-Carlisle quiere verte -me informó.
Mi cuerpo hubiera comenzado a temblar si siguiese siendo humana. Me encaminé al estudio y, tímidamente, toqué la puerta.
-Pase -se escuchó la voz de Carlisle.
Entré.
-Cierra la puerta y siéntate.
Obedecí inmediatamente.
-Supongo que te imaginaras por qué te llamé.
-Sí -contesté.
-Hemos estado discutiendo el tema, y con lo que Kate nos contó, llegamos a una conclusión. Ése es tu don.
-¿Seguro?
-Por supuesto.
Me dirigió una sonrisa.
-Creí que estabas enfadado conmigo –le dije.
Carlisle se sorprendió por mi comentario.
-Estás muy equivocada, Emma- dijo.- No estaba enfadado, sino confundido. Era extraño que tú tuvieras la capacidad para dormir. Pero ahora ya sabemos el por qué.
Sonreí.
-¿Estás mejor? -preguntó.
-Con lo que acabas de decir, sí.
-Bien. Ahora mejor vete con Alice. Tengo entendido que hoy irán de compras. Mejor no nos arriesgamos a que se vengue de nosotros porque llegaste tarde.
Reí.
-Gracias -dije.
-Una cosa más, Emma –habló Carlisle en el instante en que iba a salir por la puerta.
-¿Qué pasa?
-¿Cómo era el apellido de tu madre? –preguntó.
-Brandon –respondí-. ¿Por qué?
-Nada. Puedes retirarte.
Alice estaba afuera, golpeando el suelo con el pie, impaciente.
-¡Emma, por fin! ¿Lista para las compras? -me dirigió una enorme sonrisa.
Asentí. Pero cuando me disponía a salir, observó mi ropa.
-No irás vestida así -tomó mi mano y me llevó hasta su habitación.
Al entrar, descubrí que su armario era dos veces más grande que el mío.
-Te daré ropa para esta ocasión -dijo.
Enseguida se puso a buscar. Me lanzó un jean negro, una remera violeta, zapatos con tacón y bolso de cuero, negros.
-Eso te sentará bien. Pruébatelos.
No queriendo tener problemas, entré al baño y me cambié. La ropa me entraba a la perfección, y los zapatos hacían que mis piernas se vieran más largas y esbeltas.
Cuando salí, Alice sonrió de oreja a oreja.
-¡Estas estupenda!
-Gracias Alice. No cabe duda de que sabes que estilo le va a cada persona.
-Te lo agradezco -agradeció-. Ahora, ¿lista para todo un día de compras?
Asentí.
Bajamos las escaleras para reunirnos con las chicas, que ya estaban esperándonos.
Le pedimos prestado a Edward su Volvo, ya que en el Porsche de Alice no cabrían las miles de bolsas que traeríamos a la vuelta.

4- Permiso para entrar a La Push

-Iré a caminar un rato -le informé a Esme, quien estaba con Carlisle hablando de quien sabe que cosa.
-De acuerdo, cielo -me respondió con dulzura.
-Recuerda el límite -me advirtió Carlisle.
-Lo sé -reí. Por alguna razón, Esme y Carlisle me recordaban a mis difuntos padres.
Salí, y comencé a caminar, adentrándome al bosque, recordando todo lo que habían sucedido el día anterior.
Cuando volví de la caza, me explicaron muchas cosas acerca de los vampiros.
1- Soy inmortal.
2- Puedo nadar, correr y saltar a una velocidad inhumana.
3- No debo exponerme a la luz del sol, debido a que mi piel brilla como diamante.
4- No puedo comer alimentos humanos, sólo bebo sangre.
5- No puedo dormir.
6- No puedo tener hijos.
7- Debo ser capaz de controlarme para convivir con los humanos.
8- Es probable que tenga un don, pero no lo sabremos por un tiempo.
9- No tengo que ir a La Push si no quiero causar problemas.
10- Jamás, por lo que más quiera, debo enamorarme de un hombre lobo.
La última era la más importante de todas. Al parecer, hace muchos años, una vampiro se había enamorado de un hombre lobo. Estaba prohibido el amor entre ambas criaturas. Y lo sigue estando. Ellos decidieron ocultar lo que sentían el uno por el otro, pero tras unos meses, los descubrieron. Los llevaron ante los Vulturis y los mataron a ambos. A él lo quemaron, y a ella la decapitaron.
Todo eso me daba pánico. ¿Y si me enamoraba de un hombre lobo? Tan sólo pensar en que acabarían conmigo como lo hicieron con esa pareja, me daba escalofríos.
Sin embargo, no fue todo lo que había sucedido el día de ayer. No. Lo mejor de todo, fue lo que ocurrió al final.
Flashback
-Emma, hay algo que queremos decirte -me dijo Esme cuando terminaron la explicación acerca de mi nuevo “estilo” de vida, según Alice.
-¿Qué cosa?
Todos se miraron con alegría.
-¿Te gustaría ser parte de la familia? -preguntó Carlisle.
Mis ojos se llenaron de lágrimas. Había venido a Forks con la esperanza de cambiar mi vida, y qué mejor manera que teniendo una nueva familia.
A pesar de que los conocía muy poco, los Cullen me caían muy bien.
Carlisle era médico en el hospital y una persona a la cual podías comentarle todos tus problemas; Esme era cariñosa y maternal, sin duda, era de las pocas mujeres a las que puede leerse en sus ojos el amor que tiene por su familia; Edward era tranquilo, y muy sobre protector, según Emmett; Alice era hiperactiva y amaba con locura las compras; Emmett se declaraba a sí mismo el bromista de la familia, con un gran sentido del humor y siempre dispuesto a poner a todos en situaciones incómodas; Jasper, un chico muy callado y reservado, pero realmente simpático; y por último Bella, una chica demasiado torpe y vergonzosa, era parte de la familia, a pesar de que su apellido era Swan.
También estaba Rosalie, una joven hermosa de cabellos rubios, que lamentablemente había muerto a manos de neófitos.
Por suerte, Emmett ya había superado su muerte, aunque seguía extrañándola.
Esme rogaba al cielo porque encontrara una chica que lo hiciera sentir lo mismo que sintió por Rosalie.
-Me encantaría -les respondí con un gran sonrisa.
-Bienvenida a la familia, Emma -me dijo Esme, al tiempo que unas cuantas lágrimas rodaban por sus blancas mejillas, se acercaba y me abrazaba.
Poco a poco, el resto de los Cullen fue sumándose, hasta que ese pequeño gesto se convirtió en un abrazo familiar.
Fin del flashback

Ahora, mi nuevo nombre era Emma Stone Cullen. Me sentía inmensamente feliz.
Mientras iba caminando, pude observar que se acercaba un chico. Un chico extrañamente familiar. Era alto, de piel más o menos morena y cabello negro corto. Se parecía mucho a… No, no podía ser posible.
El chico, al verme, se quedó mirándome.
-¿Emma?
Sí, era él. Era Embry.
-¿Embry? -pregunté, mientras que una enorme sonrisa se formaba en mi rostro.
Echó a correr hacia mí, y al llegar me abrazó, me levantó del suelo y me dio unas vueltas en el aire.
-No puedo creerlo, realmente eres tú -le dije, una vez que me bajó.
-Yo tampoco puedo creerlo. Me enteré de lo que eres.
-Lo siento.
-¿Por qué lo sientes? -me miró con diversión-. Estas cosas no siempre se pueden evitar. Además, prefiero que seas un vampiro y apestes durante toda tu vida, a que estés muerta.
-Muy gracioso. Yo no soy la única que apesto. Apuesto a que eres un hombre lobo.
-Ganaste.
Ambos nos quedamos un rato así, con una sonrisa estúpida en nuestros rostros. El volver a vernos después de tantos años nos hacía muy felices. Comenzamos a caminar por todo el bosque. Hablábamos de todo lo que nos había ocurrido durante el tiempo que no nos vimos.
-Bien, me toca a mí. A ver, Embry Call, qué es lo que te voy a preguntar -pensé durante unos segundos-. Ya sé, ¿estás detrás de alguna chica?
-Diría que es al contrario, soy tan apuesto que muchas chicas andan detrás de mí.
-Presumido.
-Ya sabes, es algo que nació conmigo. Y a ti, ¿te persiguen muchos chicos?
-¿Tú qué crees? Jamás me han perseguido, y jamás lo harán. No soy esa clase de mujer que buscan los hombres. Las prefieren rubias y con curvas, no morochas y con un cuerpo sin chiste.
Embry se detuvo en seco, me tomó por los hombros y me giró de manera que quedamos frente a frente.
-Déjame decirte una sola cosa, Emma. Debes prometerme que nunca más, volverás a insultarte de ese modo.
-Pero… -me silenció poniendo dos dedos en mis labios.
-Emma, eres hermosa por naturaleza. No necesitas ser rubia. Además, apostaría cinco dólares a que cualquier hombre que pudiera tenerte como su novia, amante, amiga o lo que sea, sería dichoso. Prométeme que no volverás a hablar de ti de esa manera.
Quitó los dedos y los colocó en mi fría mejilla.
-¿Lo prometes?
-Lo prometo -sonreí.
Colocó sus brazos en mi cintura, y pronto me vi envuelta en un abrazo.
-Siempre supe que tú eras la única persona que podría consolarme -le dije, mientras apoyaba mi cabeza en su hombro.
-Lo sé. Ahora, sigamos con las preguntas -nos separamos y retomamos nuestra caminata.
-Hay algo que quiero preguntarte.
-¿Qué cosa?
-Bueno, me he enterado de que no puedo ir a La Push. ¿Tienen un jefe?
-Sí, pero no entiendo a qué viene el tema de que no puedas entrar en la reserva.
-Me gustaría que hablaras con él y le pidieras permiso para que me deje ir de vez en cuando allí, y a mi amiga Kate también.
Se pasó la mano por el pelo. Asumí que no sabía que decir.
-Mira, no creo que sea fácil preguntárselo. Le hemos dado el permiso a una semivampiro así que supongo que te dejará. Le rogaré si es necesario. Cuenta conmigo.
-¡Muchas gracias!
-No hay por que, Emma. Sabes que eres como mi hermana menor.
Asentí.
-Bueno, ¿dónde quedó nuestra conversación?- preguntó, rodeándome los hombros.
Y así continuamos todo el día, hablando. Fue el mejor día de mi vida. Finalmente me había encontrado con mi amigo.

Estaba en la habitación que me habían dado mis padres adoptivos. Era color crema. Mi ventana dejaba ver el bosque, y allí había un balcón; mi cama era de una plaza; al lado, había una mesita de luz color blanco, donde fueron colocados la lámpara y el teléfono. También estaba mi pequeña biblioteca, donde puse todos mis libros. Y por último, estaban el placard, que Alice se ocuparía de llenar, mi equipo de música y mi notebook.
No era mucho lo que había, pero a mí me gustaba tal cual era.
Me recosté en la cama con uno de mis libros. Ni siquiera pude leer la primera página, porque sonó el teléfono. Atendí en el segundo timbrazo.
-¿Diga?
-Emma, soy yo -se escuchó la voz de Embry.
-¡Embry! -exclamé con alegría-. ¿Cómo estás?
-Bien, ¿y tú?
-Bien. ¿A qué se debe el motivo de tu llamada?
-Tengo excelentes noticias.
-¿Cuáles? -pregunté con impaciencia. Cuando Embry decía que eran noticias excelentes, realmente eran noticias excelentes.
-¡Tienes el permiso para entrar a La Push!
Tuve que tapar el agujero del tubo para no dejarlo sordo por el grito que pegué.
-¡Me has alegrado el día!
-Me alegro que estés contenta, pero hay una condición.
-¿Cuál?
-Si tú o tu amiga cazan en nuestra zona, no sólo les retiraremos el permiso, sino que revelaremos su existencia.
-De acuerdo. Me haré cargo de eso. Gracias por tus noticias excelentes.
-De nada, Emma. Sabes que estoy para ayudarte.
-Te quiero mucho.
-Yo también. Nos vemos.
-Adiós.
Corté la llamada, sintiéndome más feliz que nunca. Tenía permiso para ir a La Push. Podía visitar a Embry cuando quisiera.
Inmediatamente, guardé el libro donde correspondía, salí de mi habitación y bajé las escaleras.
-¡Kate! -grité.
Apareció a los pocos segundos.
-¿Qué ocurre, Emma?
-¿Te apetecería ir conmigo a caminar a La Push esta tarde?
-Pero no podemos ir allí. Recuerda que…
-Tú no te preocupes por eso -le corté-. He hablado con un amigo mío, pidió permiso para permitirnos el acceso, y han aceptado, pero con la condición de que no cacemos en sus tierras.
-En ese caso, iré -dijo, esbozando una sonrisa.
-Excelente.
Luego de eso, volví a subir. Al llegar, salí al balcón y observé el bosque, lleno de pinos. Estaba inmensamente feliz.

-Que hermoso atardecer, ¿no? -me preguntó Kate.
-Sí. Mi papá y yo solíamos verlo todos los días. Nos subíamos al techo, nos sentábamos, y observábamos -conté.
-¿En serio?
Asentí.
Kate y yo íbamos caminando descalzas por la playa. La arena estaba tibia, y el agua mojaba nuestros pies. Era muy agradable.
Jamás había tenido buenos amigos con quien compartir momentos como éste. Tan sólo pensar en los “amigos” que tuve, me provocaba tristeza. Nunca me habían tratado bien. Me usaban para las tareas y para desahogarse. No respetaban mis tiempos. Ni siquiera respetaban mi vida.
Decidí alejarme de ellos desde que abusaron de mi incapacidad para defenderme.
Flashback
-Emma, hay algo que debo decirte. Búscame en el gimnasio a la salida -me dijo Nicole.
-De acuerdo -respondí, con una sonrisa.
Nicole era lo que podía considerarse mi “amiga”. Yo era demasiado tímida para hacer amigos por mí misma.

El timbre de salida sonó, y me dirigí a encontrarme con Nicole.
Mientras iba caminando, me pareció notar que alguien me seguía. No quise voltear, así que caminé más rápido. Ella me estaba esperando en la puerta.
-Hola, Nicole -la saludé.
Ni siquiera me saludó, sólo se dignó a tomarme del brazo y hacerme entrar, cerrando la puerta.
-¿Qué es lo que quieres decirme? -pregunté, algo incómoda.
-Más bien, mostrarte -esbozó una sonrisa. Pero ésta era una sonrisa maliciosa-. Tengo una sorpresa que quiero darte por tu cumpleaños. ¿Cumples 18?
-Sí, pero todavía faltan tres meses.
-Eso no importa. Sólo espero que te guste mi regalo.
Acabó de decir eso cuando entraron cuatro chicos que estaban en el último año. Retrocedí, pero alguien me agarró por detrás, y cuando empecé a gritar, tapó mi boca con su mano.
Finalmente, se acercaron los demás y comenzaron a manosearme, abusando de mí. Lo peor de todo, fue que me quitaron la ropa, dejándome totalmente expuesta.
Nicole sonrió.
-Ya cumplí con mi parte. Ahora páguenme.
Uno de ellos le di unos cuantos billetes.
-Un placer hacer negocios contigo -le dijo.
Nicole me había engañado. Sólo había sido mi “amiga” porque esos chicos querían algo físico conmigo. Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.
-¿Qué te pasa? -preguntó el que me tapaba la boca, con fingida preocupación-. ¿Acaso estás asustada? Disfrutarás esto. Créenos.
Uno a uno fue violándome esa noche. La peor noche que pasé en toda mi vida.
Cuando acabaron, salieron del gimnasio, muertos de risa, llevándose toda mi ropa con ellos. Tenía miedo, y mucho frío. Aún no podía creer que me hubiesen hecho pasar esto.
La puerta se abrió y entró la mujer que se encargaba de la limpieza del colegio. Al verme en ese estado, se acercó corriendo hacia mí.
-¿Estás bien? -me preguntó, ayudándome a ponerme de pie, mientras se sacaba el delantal para que me cubriera.
Negué con la cabeza, y las lágrimas volvieron a brotar de mis ojos nuevamente.
Fin del flashback

-Mira eso -me dijo Kate, señalando a dos personas que iban acercándose.
Ambos venían de la mano, riéndose. Parecían tener entre dieciséis y diecisiete años. Seguramente eran novios.
-Seguro es una pareja de idiotas enamorados, ¿no crees? -preguntó.
-¿Pero qué dices? -respondí-. Se ven bien juntos, pero no logro verlos desde esta distancia.
Seguimos caminando hasta que los alcanzamos. Entonces los pude ver mejor. La chica tenía cabello rubio, lacio y ondulado; ojos celestes, claros y profundos, y era delgada. El chico tenía cabello color negro noche, igual que sus ojos; buen físico y su piel era más bien morena rojiza. Me resulta muy familiar. Me parecía haber visto su rostro en alguna parte, pero sobre todo, su mirada. Tenía una mirada seria, pero era a la vez divertida.
¿De dónde lo conocía? ¿Dónde lo había visto? Me puse a pensar, hasta que recordé.
¡Bingo! Era el chico que había estado en la mansión Cullen el día en que desperté, siendo un vampiro.
-Hola -saludó la chica.
-Hola -respondimos con Kate al unísono.
-Soy Holly Shannon -una enorme sonrisa se formó en su rostro-. ¿Y ustedes?
-Soy Kate Vulturi y ella es…
-Emma -le corté-. Soy Emma Stone. O mejor dicho, Emma Stone Cullen.
-Mucho gusto. Es un placer para mí conocer gente nueva -dijo, con entusiasmo.
El chico de ojos oscuros me estudiaba con la mirada. Si no fuera porque era un vampiro, me hubiese sonrojado.
Holly lo miró y le pisó el pie.
-¡Auch! ¿Por qué hiciste eso, Holly?- preguntó, agarrándose el pie.
-Deja de mirar a Emma y preséntate.
¡Mierda! Seguro que Kate también lo notó. Que bueno que no puede leer mentes como Edward, sino, estaría perdida, pensé.
-Me gustaría saber quien eres- dijo Kate, mirando al chico y luego a mí.
-Soy…- empezó a decir.
-Eres muy lento para presentarte, Jake -lo cortó Holly-. Mejor te presentaré por ti. Chicas, les presento a mi mejor amigo, Jacob Black.
Un momento. ¿Dijo mejor amigo? ¿Entonces no eran novios? No sé por qué, pero eso me puso contenta.
-Esperen un segundo -dije-. ¿Dijiste amigo? ¿Entonces eso significa que no son novios?
Holly y Jacob se miraron y estallaron en estruendosas carcajadas.
-Por supuesto que no -me explicó Jacob-. Sólo somos amigos. Nada más.
-Pues la imagen que reflejaban de lejos parecía decir exactamente lo contrario -Kate lo miró con cara de “a mí no me engañas”.
-Él dice la verdad, Kate -lo defendió Holly.
-¿Qué estaban haciendo? -pregunté, cambiando de tema para evitar que se pelearan.
-Caminando -respondió Jacob, como si fuera lo más obvio del mundo.
-¿Quieren pasear con nosotros? -preguntó Holly.
-¿Te molesta? -me dirigí a Kate.
-No, vamos.
-¡Perfecto! -saltó Holly.
Inmediatamente me tomó del brazo e hizo lo mismo con el brazo de Kate.
Los cuatro emprendimos la marcha.
Mientras íbamos caminando, con Jacob detrás nuestro, me puse a pensar en las miradas que me dirigía. No me incomodaba. Y, además, en ningún momento las había dirigido a mi cuerpo. Todo el tiempo me miró a los ojos, como si quisiera memorizar mi rostro en su mente
Lo primero que hacían todos los hombres de Londres (el lugar donde vivía antes de mudarme a Forks), bueno, quizás no todos, era mirar el tipo de cuerpo que poseía cada mujer. Si era bueno, enseguida querían algo con ellas; si no, te despreciaban. Al menos, así eran ellos.
-Jake, ¿es que no piensas integrarte en el grupo? -le preguntó Holly, mientras nos deteníamos para que nos alcanzara.
-Son cosas de chicas. No quiero intervenir –respondió. Luego sonrió-. Aunque me muero por saber de que están hablando.
-¿Por qué no hacemos algo que nos entretenga a todos? -pregunté.
-Buena idea -aprobó Kate-. ¿Qué les parece si hacemos salto de acantilado?
-Suena bien -dijo Jacob.
-¡Estupendo! -Holly estaba emocionada.
-¿Y tú qué dices, Emma? -me preguntó Jacob.
Me quedé pensativa. El acantilado. El lugar donde estuve a punto de morir. Aún lo recordaba, como si hubiera ocurrido hace unos minutos.
Flashback
Un extraño sonido interrumpió mis pensamientos. No, por favor, que no sea lo que estoy pensando.
Desgraciadamente, un pedazo de roca se rompió. La mala suerte es que era donde estaba parada. Ni siquiera pude gritar. Todo esto me tomó por sorpresa.
Comencé a caer a gran velocidad. Al poco rato, quedé sumergida en el mar. El agua estaba helada. Mi cuerpo se congelaba tanto que no lo sentía.
Fin del flashback

-Tierra llamando a Emma -Holly interrumpió mi recuerdo, agitando su mano delante de mi rostro.
Tardé unos cuantos segundos en reaccionar.
-¿Ocurre algo? -preguntó Kate.
-No, nada –respondí.
-Entonces, vamos a hacer salto de acantilado.
Antes de que pudiera darme cuenta, estaba frente al acantilado. Kate y Holly ya se habían lanzado. Yo aún no me animaba a eso. Sabía que era inmortal, pero ese recuerdo me volvía a la mente una y otra vez.
Me acerqué hasta la orilla y miré hacia abajo. Las olas se movían con brusquedad. Iguales a las de aquel día. Sin pensarlo dos veces, di unos cuantos pasos atrás, hasta que choqué con alguien. Dí media vuelta, para encontrarme cara a cara con Jacob.
-¿Estás bien? -preguntó, mirando mis ojos, rojos como la sangre.
-No -respondí sinceramente.
-Hay algo que nos ocultaste a los tres. ¿Puedo saber de qué se trata?
-No creo que te importe -bajé la cabeza, mirando al piso.
Jacob puso dos dedos bajo mi barbilla, obligándome a alzar la vista.
-Sí me importa. Me gustaría saber por qué te aterra el acantilado.
Decidí contarle todo.
-Bueno -empecé-, cuando llegué a La Push comencé a caminar, adentrándome en el bosque, y me perdí.
-¿Por qué viniste a La Push?
-Bueno, tengo un amigo mío que vive aquí, y prometió ayudarme a superar la muerte de mis padres.
-Lo lamento -se disculpó.
-No tienes que hacerlo. No lo sabías.
-Lo sé. Ahora, continúa.
Asentí.
-Me perdí en el bosque y miré para todos lados con la esperanza de encontrar a alguien que pudiera guiarme. Pero en vez de una persona, encontré un animal.
»Esa criatura parecía un lobo. Era enorme, de pelaje rojizo y ojos oscuros. Miraba en mi dirección. Me entró el pánico y eché a correr, con el lobo pisándome los talones. Corrí y corrí hasta que llegué aquí. No podía seguir camino. Traté de dar marcha atrás, pero me bloqueó la salida.- Jacob me escuchaba atentamente.- No sabía que hacer. Estaba en estado de shock, hasta que un pedazo de roca se rompió donde estaba parada y caí. Las olas eran fuertes e hicieron que me golpeara la cabeza contra algo sólido.
» Fue ahí que lo vi. Felix se acercó a toda velocidad y me sacó del agua. Después de eso, todo se volvió negro. Me sentía muy débil. Ni siquiera tenía fuerzas para abrir los ojos. Lo peor de todo es que sabía que estaba muriendo. Pero luego…
-Te transformaron -completó.
-Sí.
-Ahora entiendo. Este lugar te trae esos recuerdos a la mente.
Asentí.
Jacob puso una de sus manos en mi mejilla.
-Lamento mucho que hayas tenido que pasar todo eso.
-Fue horrible.
-No me lo imagino -tocó mis labios con uno de sus dedos.
Me miró profundamente a los ojos. Luego cerró los suyos y comenzó a inclinar su rostro hacia el mío.
No sabía si detenerlo o no. Mi mente me decía que lo detuviera, pero mi corazón, que ya no palpitaba, me decía que disfrutara este momento. Sabía que iba a besarme. Pero, ¿qué debía hacer? No era una decisión fácil. Es decir, apenas lo conocía. Pero qué más da. Decidí seguir a mi corazón. Cerré los ojos, esperando que sus labios rozaran los míos.
-¡Emma! -gritó Kate.
Abrimos los ojos y nos separamos rápidamente.
-¿Qué ocurre? -pregunté.
-Ven a hacer salto de acantilado con nosotras.
Miré a Jacob, quien me dirigió una mirada de ánimo.
-Está bien.
Kate sonrió de oreja a oreja.

Esa noche, mientras miraba el hermoso paisaje que me ofrecía la terraza, pensaba en lo que Jacob y yo habíamos estado a punto de hacer.
Jacob. Tan sólo mencionar su nombre hacía que mi cuerpo sintiera una extraña sensación. Una que jamás había experimentado. Sólo significaba una cosa.
Acababa de enamorarme de Jacob Black.