14 agosto 2010

6- Compras, al estilo Alice Cullen

Íbamos en el Volvo, escuchando canciones por la radio. Estaban pasando “I gotta feeling” de Black Eyed Peas.
-I gotta feling, that tonight's gonna be a good night, that tonight's gonna be a good night, that tonight's gonna be a good good night -cantábamos.
-¿Saben? -dijo Alice, mientras manejaba-. Realmente presiento que mañana será una buena noche.
-¿Eso crees? -preguntó Holly.
-Por supuesto. Y además, será la mejor de todas -una enorme sonrisa se formó en su rostro.
-Cuéntanos -pidió Kate.
-No lo haré.
Asunto terminado. Alice se negaría a decirnos que ocurriría esa noche. Todas deseábamos saber que era lo que había visto.
-Eso no es justo. Se supone que eres nuestra amiga -le dije, con fingido enojo.
Me respondió sacándome la lengua. No pude sino reír.
Miré por la ventanilla. Habíamos salido camino a Seattle esa mañana luego de que llegara Patrick a la mansión Cullen. Recuerdo que cuando se encontró con Kate, ambos se habían quedado “helados” en sus lugares. Con Alice nos dirigimos unas miradas, y supe que ella pensaba lo mismo que yo. Ellos dos podrían terminar juntos. Aunque, para ser sincera, no me la imaginaba a Kate en una relación con un chico. Desde su punto de vista, el amor era cursi y tonto. Para mí, era todo lo contrario. Amor. El sentimiento más poderoso, según mis padres. Solían decir que era imposible que una persona no se enamorara. A todos nos llegaba el momento. Y a mí me había llegado el día de ayer, cuando vi esos ojos color negro noche por primera vez. Al verlos, sentí que todo a mi alrededor desaparecía y sólo estábamos él y yo.
Jacob.
No había podido dejar de pensar en él desde que habíamos regresado de La Push. Su rostro aparecía en mi mente una y otra vez. Sus labios carnosos, que parecían estar llamándome para que los besara; su mirada, que no sabría como describirla, pero sin duda era una mirada feroz y, a la vez, confiable; sus ojos color negro noche, que tenían un brillo especial… Aguarden un segundo. Esos ojos. Me resultaban conocidos. Como si ya los hubiese visto antes en otra parte.
Repasé mentalmente mi llegada a Forks. Había ido en taxi hasta La Push, luego me perdí en el bosque, y entonces me encontré con ese lobo. En ese instante empecé a correr… Ay, por dios. Ya recuerdo todo. Esos ojos los vi en el lobo de mi pesadilla. No podía ser posible. Una terrible conclusión me llegó. Era posible que Jacob fuera un…
-Emma -dijo Kate agitando la mano para llamar mi atención.
Sacudí mi cabeza.
-¿Qué ocurre? -pregunté.
-Llegamos hace aproximadamente diez minutos -estudió mi rostro atentamente-. Estuviste muy pensativa durante el viaje. ¿Está todo bien?
Asentí, aunque no estaba del todo segura de mi respuesta.
Alice nos había traído a una tienda de ropa para mujeres. Se vendía de todo, jeans, remeras, vestidos, zapatos, incluso ropa interior.
-Alice, ¿por qué nos trajiste aquí? -le pregunté desde el auto.
-Escucha, Emma, hay cosas más importantes que hacer, así que mueve tu hermoso trasero y sal de ahí adentro -ordenó.
Obedecí inmediatamente, pues lo que menos quería era hacerla enojar.
-Bien chicas, hoy gastaremos una buena suma de dinero en esta tienda -nos dijo.
Miré los precios que se veían en la vidriera y me sorprendí.
-¿Cómo se supone que pagaremos todo lo que compremos? –cuestioné.
-Ah, por eso no te preocupes -una sonrisa maliciosa se formó en el rostro de Alice-. No sólo he traído mis tarjetas de crédito, sino que también traje las de Edward y Emmett.
-¿Le robaste las tarjetas de crédito a Edward y a Emmett? -preguntó Bella.
-Tranquilízate, Bella, no las robé, se las pedí prestadas.
-Sí, claro -dijo con sarcasmo.
-Está bien, lo admito, se las robé a los chicos, ¿y qué?
-Alice, Edward te matará.
-Claro que no. Siempre puedo usarte como escudo para defenderme.
-¡Alice! -gritó Bella.
-Era broma. No seas tan tonta -se volvió hacia todas-. De acuerdo, basta de bromas, entremos a esa tienda y compremos hasta hartarnos.
Al entrar, descubrí que el lugar era realmente grande. Incluso más que el hospital de Forks.
-Buenas tardes -saludó una mujer delgada, alta y de cabello corto castaño. Vestía un uniforme de camisa blanca, con pantalones negros y zapatos del mismo color-. Mi nombre es Karen y tengo el honor de ayudarlas en sus compras.
-Muy amable de tu parte, Karen -Alice le sonrió.
-Gracias -dijo, ruborizándose-. Bien, ¿qué les gustaría mirar?
Antes de que pudiéramos dar una opinión, Alice se nos adelantó.
-Queremos ver la vestimenta de verano.
-Pero, Alice, nunca hace calor en Forks -le recordó Holly.
Ella se dio vuelta y le guiñó un ojo. Todas supimos que encontraría la forma de hacernos usar la ropa que eligiera. Según Bella, Alice siempre elegía la clase de ropa, en general, atrevida.
Karen nos guió hasta la sección de ropa de verano y allí nos pusimos a ver los distintos modelos de vestidos, pantalones y remeras que estaban en exhibición.
-Emma, ven a ver esto -dijo Holly, tomándome del brazo y llevándome donde se veían los vestidos.
Se acercó hasta los percheros y empezó a husmear los que habían hasta que dio con un vestido corte princesa que llegaba hasta la rodilla. El color parecía ser azul mezclado con verde.
-Tienes que probártelo -me tendió el vestido.
Tomé la prenda a regañadientes y me dirigí a los probadores. Me quité la ropa y me coloqué el vestido. Suspiré y abrí la cortina. Holly, al verme, sonrió.
-Por dios, ¡te ves increíble! -se acercó y me miró de todos los ángulos-. Tienes que comprarlo. ¡Alice! -la llamó.
Apareció en un abrir y cerrar de ojos.
-Emma, con ese vestido pareces una princesa de cuento de hadas. Cómpralo.
Rezongué.
-Alice, quiero decirte dos cosas. La primera, no exageres. La segunda, las princesas de los cuentos de hadas no usan vestidos que le llegan hasta las rodillas -la gente no solía alabarme tanto. Por esa razón, me incomodaba.
-Da igual, te ves estupenda.
Debía admitir que me quedaba bien.
-De acuerdo, lo compraré –dije, dándome por vencida y sabiendo que no tenía escapatoria.
-¡Hurra! -gritó Alice.
Me tapé los oídos.
-Te diré lo mismo que le dije a Kate el día en que nos hicimos amigas. “La próxima vez que quieras gritar, avísame”.
Kate rió al recordar ese momento en el que había gritado debido a que nos dirigíamos al mismo lugar. Para ese entonces, yo era una simple humana.
Volví a entrar al vestidor para cambiarme. Una vez que terminé, me entretuve mirando más vestidos. Algunos eran bonitos, pero otros… con decir que no se le vería bien ni a un ogro, les digo todo.
-Oh, por dios, tengo que probármelo -dijo Holly, al tiempo que entraba en un probador para probarse lo que sea que le haya gustado.
Me acerqué a Kate.
-¿Qué es lo que vio?
-Un vestido largo hasta los pies -respondió-. Son de esos vestidos de los Oscars.
-¿En serio?
Asintió.
Iba a preguntarle que sentía con respecto a Patrick cuando Bella vino corriendo y se escondió detrás de las perchas.
-Bella, ¿qué diablos haces? -le pregunté entre risas.
-Escondiéndome de Alice -respondió, asomando la cabeza para ver si ella estaba cerca.
-¿Por qué te escondes de ella? -preguntó Kate.
-Porque quiere que me pruebe una falda demasiado corta para mi gusto.
En ese momento apareció Alice, y Bella se escondió más adentro.
-¿Han visto a Bella?
Kate y yo negamos con la cabeza.
-Bueno, si la ven, díganle que tiene que…
-¡Listo! ¿Qué les parece? -Holly salió del probador, luciendo un vestido que le llegaba hasta los pies. Era color lila.
-¡Estupenda! -saltó Alice-. Ya mismo te lo llevas.
-Me encanta Holly. Pareces una princesa de cuento de hadas- le dije, citando la misma frase que me había dicho Alice.
Kate asintió. Holly esbozó una enorme sonrisa, complacida con el resultado.
Bella salió de su escondite, y al verla, se ofreció a acompañarla a pagar el vestido, pero Alice lo impidió.
-¿A dónde crees que vas? Todavía tienes que probarte esto -le dijo con tono de mandona, al mismo tiempo que alzaba una falda de jean.
Bella suspiró derrotada, tomó la falda y se metió al probador. Reí. Era difícil poder decirle que no a Alice. Sobretodo si su voz se tornaba enojada o ponía esa carita triste que daba pena.
Continué mirando la ropa hasta que divisé a una niña rubia de profundos ojos grises. Aparentaba unos ocho años, y al parecer estaba perdida, ya que su vista recorría el lugar una y otra vez, como si estuviera buscando a alguien.
Me acerqué a ella.
-¿Qué te pasa? -le pregunté, arrodillándome para poder mirarla a los ojos. Los tenía colorados, por lo que suponía que había estado llorando. (Por suerte, Alice me había conseguido unos lentes de contacto. Si no fuera por eso, la niña se asustaría al ver mis ojos rojos).
-Me perdí -varias lagrimitas rodaron por sus mejillas rosadas.
Las sequé con el pulgar.
-Tranquila, ven conmigo, y juntas vamos a encontrar a tu familia -la animé.
La pequeña sonrió. La tomé de la mano y comenzamos a dirigirnos hacia donde estaban las chicas.
-¿Cómo te llamas? -preguntó.
-Emma, ¿y tú?
-Lucy
-Que bonito nombre, Lucy.
Lucy se sonrojó. Se veía tan linda con ese sonrojo.
Siempre me habían gustado los niños. Cuando tenía 15 años, albergaba la esperanza de poder casarme con el hombre de mis sueños y formar con el mismo una familia. Lamentablemente, con todo lo que me había ocurrido, ese sueño se había hecho añicos. Ahora ya no sabía que era lo que esperaba de mi futuro. Sólo deseaba que no volviera a ocurrir lo que había ocurrido en el pasado.
-¡Mami! -gritó Lucy de repente, señalando con el dedo.
Miré en la dirección que señalaba y divisé a una mujer que tenía el mismo color de pelo que Lucy, con la diferencia que tenía ojos marrones.
Al ver a la pequeña que tomaba mi mano corrió en nuestra dirección. Al llegar, alzó a Lucy del suelo y depositó un beso en su mejilla rosada.
-¿Dónde estabas? No sabía donde te habías metido y me preocupé mucho por ti -le dijo.
-Lo siento mami -se disculpó Lucy en un débil susurro.
La mujer se percató de mi presencia.
-Muchas gracias por haberla cuidado -sus ojos se llenaron de lágrimas.
Sonreí.
-No tiene que disculparse, cualquiera hubiera hecho lo mismo.
-No. No muchas personas quieren a los niños. He conocido algunos que incluso, cuando sus hijos se perdían, hasta que la policía no los llamaba diciendo que tenían al pequeño con ellos, los padres no se enteraban de su desaparición.
-Oh, por dios, eso es terrible -a veces no entendía cómo las personas podían llegar a tener el corazón tan duro como una piedra.
-Lo sé, por eso te agradezco el que hayas atendido a Lucy. Soy Rachel -se presentó.
-Emma.
-Un placer conocerte. Disculpa pero debo irme. Una vez más, gracias.
-No tiene por qué agradecer.
-Adiós, Emma- se despidió Lucy.
Me acerqué a ella y besé su frente.
-Adiós, pequeña.
Rachel se alejó con Lucy. Jamás olvidaría a esa niña de cabello rubio y ojos grises. Era todo un encanto.
-¡Emma! -gritó una voz conocida a mis espaldas.
Me di la vuelta y vi a Alice con las chicas.
-¿Dónde diablos te habías metido? -preguntó, ofendida.
-Tranquilízate, Alice. Estaba mirando la ropa y encontré una niña que se había perdido. Hace apenas medio minuto se fue con su mamá -expliqué.
En ese momento, se oyó un ruido estruendoso.
-¡Ay, no! -dijo Holly de repente, mirando a nuestras espaldas.
-¿Qué sucede? -le pregunté.
-Es que… -empezó a decir.
Todas nos dimos vuelta para ver la razón de todo ese escándalo. Oímos gritar cerca de la tienda donde vendían vestidos de novia.
A los pocos segundos, dos chicas exactamente iguales salieron corriendo de ahí. Ambas eran rubias y de ojos verdes. Gemelas, pensé.
-¡Ayúdame, Karissa! No te quedes mirando, estúpida- dijo una mientras trataba de levantar un enorme vestido que se le había caído junto con el maniquí.
-¡Está bien! -respondió la otra-. Yo no fui la idiota que se tropezó con un maniquí, para empezar.
-¡¿Y quién fue la imbécil que me hizo caer?! -gritó, sumamente enojada.
Las dos gritaban y discutían a todo pulmón. Aunque las peleas no duraron mucho, pues un guardia se acercó a ellas, las tomó de los brazos y las empujó fuera del lugar.
-¡Ay, cuidado! ¡No me empuje! -bramó una.
-¡Cuidado! -dijo la otra.
Cuando las sacaron, miraron hacia donde estábamos nosotras.
-¡Holly! -gritaron las dos al unísono.
-Hola, chicas -saludó Holly. Parecía que estaba avergonzada-. Chicas, ellas son mis hermanas Karissa y Kristina.
Ahora que estaban más cerca, pude observarlas mejor. Tenían un gran parecido con Holly. La única diferencia era el color de ojos.
-Ellas son mis amigas: Emma, Kate, Alice y Bella -nos presentó, señalándonos respectivamente.
-¡Hola! ¿Cómo están? -dijo una de ellas. No sabía bien quién era quién.
-Bien, genial, estupendo, súper -contestó Alice, hiperactiva como siempre.
De repente, una de las gemelas salió corriendo, seguida por su hermana.
-¡¿Qué sucede?! -gritó Holly.
-¿Usted conoce a esas dos señoritas? -preguntó una voz gruesa a nuestras espaldas.
Nos dimos la vuelta lentamente y nos encontramos con un oficial de seguridad enorme. Pobre Holly, dije para mis adentros. Estaba realmente asustada.
-Sí, eh… son mis hermanas –respondió, con una sonrisa dulce.
El hombre pareció caer ante sus encantos. Sin embargo, sacudió la cabeza y le entregó un pedazo de papel.
-Tenga. Dígales que la si la próxima vuelve a ocurrir algo parecido, no hay salvación.
Cuando el oficial se marchó, Holly nos miró y leyó lo que le había dado. Todas estábamos intrigadas por saber lo que había escrito ahí.
-Sólo es una nota de advertencia –dijo.
En ese momento, las cinco estallamos en estruendosas carcajadas.
-Pudo haber sido peor -opiné.
-Karissa y Kristina pagarán por haberme hecho pasar vergüenza –juró Holly.
-Parecen simpáticas -observó Alice.
-Lo son, pero si hay algo que les gusta, es poner a las personas en situaciones incómodas.
-Igual que a Emmett -dije.
Holly rió.
-Lo sé. Me dijiste que se considera el más gracioso de la familia.
-Es muy divertido, pero sus bromas pueden llegar a cansarte -comentó Alice, poniendo cara de cansancio-. De acuerdo, ya no demoremos más. Todavía tenemos mucha ropa por mirar.
Nos encaminamos a las demás secciones, donde la loca de las compras nos hizo probar montones de prendas.
Como a las cinco horas pudimos salir de ahí adentro. Sé que es exagerado, pero Alice es capaz de comprar todo un día sin parar. En fin, la cosa es que llevábamos casi 20 bolsas cada una.
-Estoy un poco harta de ver tantas vidrieras. ¿Les molesta si me voy? -preguntó Kate.
No sabía que hacer. No quería dejar solas a las chicas en manos de Alice, y tampoco quería que Kate se fuera sola.
Rápidamente me miró.
-Emma, no vengas por mí. Quédate -me dijo.
-Pero… -iba a protestar, pero me dirigió una mirada desafiante, suspiré y cerré la boca.
-Bien, puedes irte -dijo Alice.
Kate se disponía a marcharse cuando la detuvo.
-No te irás con todas esas bolsas en la mano, ¿o sí? -preguntó, riendo. Se acercó a ella y se las sacó-. Tengo años de experiencia en cargar cosas. Nos quedaremos unas horas más.
Al decir eso, Bella, Holly y yo nos miramos. Dudaba que sólo anduviéramos por el centro comercial “unas horas más”.
-Se quedarán conmigo, ¿verdad? -cuando vimos la mirada suplicante de nuestra pequeña duende, no pudimos negarnos.
-Adiós, chicas -saludó Kate-. Gracias, Alice, la pasé súper.
Kate se marchó justo cuando Alice nos arrastró a las tres para ver unos abrigos. Seguimos mirando vidrieras hasta que el reloj dio las cinco.
-¿Hasta cuándo seguiremos dando vueltas? Estoy sumamente agotada -se quejó Bella.
-Sólo una parada más y volvemos a casa -respondió Alice.
-Dijiste eso como unas veinte veces -le recordé.
-Lo siento. Esta vez es en serio. Iremos hasta el video club a alquilar las películas para nuestra noche de chicas.
-¿Cuándo haremos la pijamada? –cuestionó Holly.
-Mañana por la noche.
Nos encaminamos hasta nuestro destino. Una vez que entramos en el local, estuvimos debatiendo por un largo rato cuáles llevaríamos. Al final, después de una hora, elegimos cuatro, todas de diferentes géneros: comedia, romance, aventura y terror. Pagamos y nos dirigimos, milagrosamente, al Volvo.
Abrimos el baúl y metimos todas las bolsas que habíamos tenido que cargar durante todo el día. Alice nos hizo comprar un montón de cosas: vestidos, formales e informales; jeans; remeras de todo tipo: con un hombro, musculosa, corte princesa, etc.; zapatos, botas y zapatillas; pijamas; y por último, ¡ropa interior demasiado atrevida!
Subimos al auto y Alice condujo hasta la casa. Sinceramente, esperaba que jamás me hiciera salir de compras con ella otra vez. Era realmente agotador. Incluso para un vampiro.
Cuando llegamos, como ninguna de nosotras tenía ganas de sacar las bolsas, directamente subí a mi habitación para poder descansar.
Me recosté en la cama y cerré los ojos. Debo decir que el primer rostro que pasó por mi cabeza fue el de Jacob. Esa noche soñé que estaba en sus brazos.

2 comentarios:

  1. La verdad no me gusta la historia por ciertas cosas:
    -Los capitulos son muy largos y con tantos personajes se hace aburrido.
    -El personaje de Emma no puede ser más trágico: su pasado, su situación con Jacob, etc... no puede ser todo taan malo.
    -No me gusta el personaje de Kate, me parece demasiado soberbia a veces...
    En mi opinion no me gusta mucho, se apreciar otro tipo de escritura, quizá será por eso...

    ResponderEliminar
  2. Kimberly:
    Si no vas a decir críticas más constructivas, CALLATE LA BOCA!! ¬¬
    A MI me gusta esta historia, a MIS amigas y a otras personas también. Si a VOS no te gusta, PROBLEMA TUYO!
    Yo me tomo mi tiempo para escribir esta historia que les gusta a varias personas, asi que haceme un favor: andate a criticar a otra persona.
    Otra chica que ha estado comentando esta historia me da buenos consejos para no cometer el mismo error dos veces, algo que vos no haces. Lo único que haces es insultarla. Yo le tengo cariño a esta historia y me lleva bastante tiempo escribirla.
    Otra cosa, si tenes problema con los capítulos largos, leete un cuento para bebés, que ocupan 4 ó 5 hojas, pero así son MIS capítulos. Y los escribo largos porque como tardo en escribir la historia, entre el colegio y todo, les dejo uno largo para que disfrutarlo, al menos hasta que suba el siguiente.
    La próxima vez, o te callas la boca, o me decis una crítica para ayudarme y no para criticarme.
    Avery.
    PD: Una de mis amigas dice que no te metas con Kate porque te vas a arrepentir...

    ResponderEliminar