14 agosto 2010

5- El don

-Me gustaría conocer a tu familia -me dijo Holly, mientras nos acompañaba a mí y a Kate a casa.
-Está bien. Puedes conocerlos de paso, ya que vienes con nosotras -afirmé, con una sonrisa.
Ella se puso a dar saltitos de alegría. No pude evitar reír. Me recordaba a Alice. Siempre estaba alegre y parecía que cada dos por tres le agarraba un ataque de hiperactividad. Sobretodo cuando se trataba de compras. ¡Es increíble! ¿Cómo alguien tan pequeño puede tener tanta energía?, suele decir Edward.
Jacob no venía con nosotras, ya que debía reunirse con unos amigos para tratar un asunto. No quiso mencionarnos cual era, así que no insistimos.
Ese día me enteré que Holly, al igual que Kate, es una semivampiro. Nos reveló su secreto debido a que supo que Kate y yo no éramos “personas normales”, así que por lo menos ya no había nada que ocultarnos entre nosotras.
Ella me agradaba, demasiado para haberla conocido hacía apenas unas horas. Era muy simpática y divertida. La clase de amiga con la cual no pararías de reír.
Finalmente, después de tanto caminar, llegamos.
-¡Guau! Que linda casa -admiró Holly.
Apenas entramos, salió Alice, nuestra pequeña duende hiperactiva, como la llamaba Emmett.
-¡Hola, Holly! -saludó.
-¿Cómo has…? -se quedó boquiabierta.
-Alice puede ver el futuro -le expliqué.
-Asombroso -exclamó.
Al rato se hicieron amigas, pues a Holly le gustaban las compras tanto como a Alice.
-Deberíamos organizar una salida de compras -fue la idea de Holly.
-¡Pero que buena idea me has dado! -luego me miró a mí, a Kate y a Bella, que apareció justo en ese momento-. Mañana iremos de compras todo el día, y después haremos un pijama party. Sólo chicas, nada de chicos.
-Por favor, todo menos las compras -rogó Bella.
-No, no y no. No aceptaré un no como respuesta -se enojó Alice-. ¿Ustedes qué dicen chicas? -se dirigió a Kate y a mí.
Ambas asentimos.
Alice se puso a dar saltitos de alegría.
-¡Estupendo! Bella, vendrás con nosotras por las buenas o por las malas, y te sugeriría que lo hicieras por las buenas -amenazó.
Bella suspiró, derrotada. Me habían dicho que no era conveniente hacer enojar a Alice, pues ésta era muy vengativa. También sabía que una de las cosas que más odiaba Bella era ir de compras. Eso y los deportes, claro.
Alice iba a decir algo, pero en eso se apareció el resto de la familia.
-Quiero presentarles a Holly -la presenté.
La pobre chica se había puesto tímida.
-Un placer conocerte, Holly -saludó Carlisle.
-El placer es mío -dijo ella, con educación.
Esme se acercó y la abrazó.
-Siempre nos agrada conocer gente nueva.
Amaba a Esme, era realmente maternal.
-Me recuerdas mucho a Rosalie -dijo Jasper-. La única diferencia es que ella tenía ojos color miel, mientras que los tuyos son celestes.
-¿Rosalie? -preguntó Holly, mirándome con confusión.
-Ella era la pareja de Emmett -le susurré. Por suerte, él no estaba ahí-. La asesinaron los neófitos, pero conservamos la esperanza de que algún día, vuelva a encontrar una chica que lo haga feliz, como lo hizo ella.
Jasper tenía razón. Ella tenía un cierto aire a Rosalie, pero Holly era mucho más hermosa.
-Sufrió mucho por su muerte -exclamó Edward de repente.
-Adivino, lees la mente, ¿no? -Holly sacó sus conclusiones.
Edward asintió.
-Me gustaría saber que fue lo que quiso decir Edward con eso -me dirigí a ella.
-Me preguntaba si Emmett se había angustiado -me explicó.
-Ah, ya entiendo -dije, sintiendo lástima por Emmett. Aparentemente, Rosalie había sido el amor de su vida.
Alice puso cara alegre.
-¿Por qué esa sonrisa? -le preguntó Carlisle.
-¡Este viernes iremos de compras!
-¿Con quién irás?
-Con Bella, Kate, Holly y Emma -ella estaba que no cabía en sí de felicidad.
-No las tortures demasiado –le advirtió Esme
-¡¿A quién vas a torturar esta vez, Alice?! -se escuchó el grito de Emmett en el piso de arriba.
Bajó las escaleras y se detuvo al ver a Holly. Ambos se miraron por un tiempo que parecía no terminar nunca.
En eso, un pensamiento cruzó por mi mente. Me los imaginaba juntos. Caminando de la mano. Mirándose con ojos de enamorado.
Creo que quedarían muy bien juntos, pensé.
-Te apoyo -me dijo Edward.
-Gracias.
-¿Nos estamos perdiendo de algo? -Carlisle nos miró con cara de “cuidado”.
-No -respondimos al unísono.
Tengo un plan para que Emmett pase un rato a solas con Holly.
Edward asintió, en señal de aprobación.
-Escucha, Holly -me dirigí a ella-. Desearía llevarte a conocer la casa, pero debo hablar con las chicas de un importante asunto de familia, y los demás, excepto Emmett, tienen cosas que hacer. -Esta vez, miré a Emmett-. ¿Qué dices? ¿Te gustaría llevarla de recorrido?
Emmett parpadeó de asombro.
-Se… seguro. Claro -dijo con ¿nerviosismo? ¿Desde cuando el gran Emmett Cullen se ponía nervioso ante una chica?
Holly, sin embargo, no parecía estar en ese estado, es más, parecía que estaba contenta con la sugerencia que hice.
Emmett se acercó a ella y le ofreció su brazo.
-¿Me harías el honor?
-Por supuesto -respondió Holly, con una sonrisa.
Cuando desaparecieron miré a Alice.
-¡Bien hecho! -me susurró.
-Gracias.
-Es muy simpática -dijo Esme.
-No podría estar más de acuerdo -Carlisle la rodeó por los hombros con un brazo y le sonrió.
-Creo que harían una pareja perfecta -exclamó Bella.
-Te apoyamos en eso -dijimos todos.
Bella se sonrojó. Edward se acercó a ella y la besó en los labios con dulzura.
-No hagan eso en público -los retó Alice.
Reí. En ese momento, comencé a sentirme extraña.
-Tengo sueño –dije.
Todos me miraron, sorprendidos. Entonces me di cuenta de lo que había dicho. ¿Sueño? Se suponía que los vampiros no dormían.
-No puede ser posible -dijo Jasper.
Carlisle se acercó y puso ambas manos en mis hombros.
-Emma, ¿es un chiste lo que acabas de decir? -me miró con severidad.
-No, es verdad. ¿Por qué inventaría algo como eso?
Estaba confundida. ¿Cómo era posible que tuviera sueño?
-Carlisle, es en serio. La veo dormir -Alice tenía la mirada perdida. Así era cada vez que “veía” algo.
Todos me miraron, extrañados.
-Iré a mi habitación -dije.
Subí las escaleras rápidamente. Quería escapar de esa conversación incómoda. Una vez que llegué, me eché en la cama y cerré los ojos.
Sonó el timbre y me dirigí a abrir la puerta. Cuando abrí, me encontré con un chico rubio y de ojos verdes.
-Hola -saludó.
-Hola -respondí.
-Mi nombre es Patrick Hander. Mi padre me ha enviado a esta dirección para que viva un tiempo con los Cullen.
-¿Entonces ellos esperaban tu llegada?
Asintió.
-¿Puedo pasar? -me preguntó.
-Claro.
Me hice a un lado para permitirle el paso. Entró y empezó a recorrer la casa con la mirada, como si estuviera estudiando cada detalle de la misma.
En ese momento, apareció Kate.
Al verla, a Patrick se le iluminó la cara, como si viera una estrella que bajó del cielo.
-Hola -dijo Kate.
-Hola -respondió.
Luego de que se saludaran y se presentaran, el resto de la familia se hizo presente.
-Bienvenido, Patrick -Carlisle lo saludó cordialmente-. ¿Conoces a mi familia?
-Mi padre me ha hablado mucho de ustedes.
Carlisle lo invitó a pasar al estudio para que pudieran hablar en privado.
Mientras tanto, subí a mi habitación a revisar mi celular, para ver si había recibido algún mensaje de Embry. En eso estaba cuando dos manos me tomaron por la cintura. Di media vuelta y me encontré cara a cara con Felix.
-¿Dónde te habías metido? -le pregunté. No lo había visto desde ayer.
-Tuve que atender unos asuntos importantes en Volterra.
-Ah -fue lo único que se me ocurrió decir.
-¿Pensaste en mí? -me miró la boca con deseo.
-Sí, claro -mentí.
A decir verdad, no había pensado en él ni un solo día. Sólo se cruzaba por mi mente el rostro de un chico moreno y de ojos oscuros, el mismo color que el de su cabello. Jacob aparecía en mis pensamientos una y otra vez. No lo había olvidado desde aquel día en el que habíamos conocido a Holly.
Felix me apretó más a su cuerpo y comenzó a besarme con furia. Mis labios trataban de seguir el ritmo de los suyos. No me gustaba para nada su forma de besar. Cuando quería, sus labios podían ser dulces. Sus manos me tenían firmemente agarrada. En ese instante, comenzaron a acariciar mi espalda, pero por debajo de mi remera. Las mías fueron hasta su pecho para apartarlo, que por suerte pude hacerlo, ya que yo era el vampiro más fuerte de esta casa.
-¿Por qué siempre haces eso?
Se quedó mudo. Lo había dejado sorprendido.
-Emma, yo…
-Sal de mi habitación -le ordené-. ¡Ahora!
No dijo nada. Sólo se limitó a irse.
Iba a cerrar la puerta cuando vi venir a Kate.
-Kate, necesito hablar contigo -la llamé.

Una mano acarició mi mejilla. Abrí los ojos poco a poco.
-Despierta, cielo -me dijo Esme, quien estaba sentada en la cama.
Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos. Mi madre solía despertarme de esa forma. Pero ahora estaba muerta. Esme me recordaba tanto a ella, que era como tenerla presente, sólo que estaba en otro cuerpo.
-Emma, no llores –me pidió, abrazándome.
Enjugué las lágrimas con el dorso de mi mano.
-¿Qué hora es? -pregunté, algo somnolienta.
Le echó un vistazo rápido al reloj.
-Las ocho y media de la mañana.
Me incorporé para poder sentarme.
-¿Desde hace cuanto que estoy dormida?
-Eran las nueve de la noche cuando vine a verte. Estabas profundamente dormida -contó.
Recordé lo que había ocurrido antes.
-¿Carlisle sigue creyendo que estoy inventando todo esto? -pregunté.
-No, tesoro -me respondió, con una sonrisa.
-¿Entonces?
-Sólo quiere tratar de averiguar por qué puedes dormir. Es todo.
Sentí alivio. No soportaría que se enojaran conmigo.
Me quedé pensando en el sueño que había tenido. Había sido realmente extraño. No sabía si contarle o no a Esme. Pero opté por hacerlo, ya que yo no podía estar mucho tiempo sin contar algo que me tuviera preocupada. Además, ahora era mi "madre", por lo que debía confiar en ella.
-Esme, acabo de tener un sueño rarísimo.
-¿Qué tipo de sueño?
Rápidamente le conté, con todos los detalles. Exceptuando la última parte.
-Es raro. ¿Tú sabes quien es Patrick Hander? -preguntó.
-No.
-¿Tienes algún problema si se lo cuento a Carlisle?
Negué con la cabeza. Quizá él pudiera ayudarme a descubrir lo que estaba pasando. Esme me sonrió, depositó un beso en mi frente y salió de mi habitación.
Todo esto me tenía asustada y preocupada, por lo que necesitaba hablar con mis amigas. Me gustaba ese término. Amigas. Deseaba que ellas pudieran ser la clase de amigas que he estado esperando por mucho tiempo.
Me levanté de la cama, dispuesta a contarles todo. Pero cuando fui a abrir la puerta, me las encontré a ellas dos. Aparentemente, habían venido aquí por una razón, que quizá coincidía con la mía.
-Queremos hablar contigo -dijo Holly.
-¿Sobre qué? -pregunté.
Entraron y cerraron la puerta con llave, para que nadie nos interrumpiera.
-Acabamos de escuchar a Esme hablando con Carlisle -contó Kate.
-¿Sobre qué hablaban? -me picaba la curiosidad.
-Sobre un sueño raro que tuviste -esta vez habló Holly.
-Escuchamos todo -Kate parecía preocupada, al igual que Holly-. ¿Sabes quién es Patrick Hander?
-No, no sé quien es él. No sé por qué lo vi en mis sueños. No sé por qué puedo dormir, al contrario de los demás vampiros -estaba alterada.
-Por eso mismo vinimos contigo. Holly sacó una conclusión.
La miré, esperando que hablara.
-¿Y si ese es tu don? ¿Si tu don es que puedes dormir y soñar cosas que se hacen realidad?
Me quedé boquiabierta.
-Es imposible -susurré.
-Nada es imposible -dijo Holly-. Kate me contó que tuviste una pesadilla. Y luego te escuchó contarle a Jacob todo lo que te ocurrió antes de ser transformada.
-¿Escuchaste esa conversación? -me aterré. Si escuchó todo lo que le había contado, probablemente había visto que estuvimos a punto de besarnos.
-Me escondí cerca de un arbusto. Pero no observé nada, porque me habrías descubierto -confesó, sinceramente.
Suspiré, aliviada. Gracias al cielo no observó nada, sólo escuchó.
-Creemos que quizás ese sea tu don –susurró Holly-. Incluso Carlisle lo cree así.
En ese momento, sonó el timbre.
-Es Patrick Hander -dije.
Las chicas me miraron con misterio. Luego destrabaron la puerta y nos fuimos abajo, para ver quien era el visitante. Tal como lo había dicho, era él. Carlisle me miró con una expresión rara en su rostro.
-Luego hablamos -me dijo.
Asentí.
Como ocurrió en mi sueño, Patrick se presentó y al ver a Kate, se le iluminó el rostro. Por último, se fue con Carlisle a hablar al estudio, para tener más privacidad.

Media hora más tarde, Patrick salió del estudio y caminó hacia mí.
-Carlisle quiere verte -me informó.
Mi cuerpo hubiera comenzado a temblar si siguiese siendo humana. Me encaminé al estudio y, tímidamente, toqué la puerta.
-Pase -se escuchó la voz de Carlisle.
Entré.
-Cierra la puerta y siéntate.
Obedecí inmediatamente.
-Supongo que te imaginaras por qué te llamé.
-Sí -contesté.
-Hemos estado discutiendo el tema, y con lo que Kate nos contó, llegamos a una conclusión. Ése es tu don.
-¿Seguro?
-Por supuesto.
Me dirigió una sonrisa.
-Creí que estabas enfadado conmigo –le dije.
Carlisle se sorprendió por mi comentario.
-Estás muy equivocada, Emma- dijo.- No estaba enfadado, sino confundido. Era extraño que tú tuvieras la capacidad para dormir. Pero ahora ya sabemos el por qué.
Sonreí.
-¿Estás mejor? -preguntó.
-Con lo que acabas de decir, sí.
-Bien. Ahora mejor vete con Alice. Tengo entendido que hoy irán de compras. Mejor no nos arriesgamos a que se vengue de nosotros porque llegaste tarde.
Reí.
-Gracias -dije.
-Una cosa más, Emma –habló Carlisle en el instante en que iba a salir por la puerta.
-¿Qué pasa?
-¿Cómo era el apellido de tu madre? –preguntó.
-Brandon –respondí-. ¿Por qué?
-Nada. Puedes retirarte.
Alice estaba afuera, golpeando el suelo con el pie, impaciente.
-¡Emma, por fin! ¿Lista para las compras? -me dirigió una enorme sonrisa.
Asentí. Pero cuando me disponía a salir, observó mi ropa.
-No irás vestida así -tomó mi mano y me llevó hasta su habitación.
Al entrar, descubrí que su armario era dos veces más grande que el mío.
-Te daré ropa para esta ocasión -dijo.
Enseguida se puso a buscar. Me lanzó un jean negro, una remera violeta, zapatos con tacón y bolso de cuero, negros.
-Eso te sentará bien. Pruébatelos.
No queriendo tener problemas, entré al baño y me cambié. La ropa me entraba a la perfección, y los zapatos hacían que mis piernas se vieran más largas y esbeltas.
Cuando salí, Alice sonrió de oreja a oreja.
-¡Estas estupenda!
-Gracias Alice. No cabe duda de que sabes que estilo le va a cada persona.
-Te lo agradezco -agradeció-. Ahora, ¿lista para todo un día de compras?
Asentí.
Bajamos las escaleras para reunirnos con las chicas, que ya estaban esperándonos.
Le pedimos prestado a Edward su Volvo, ya que en el Porsche de Alice no cabrían las miles de bolsas que traeríamos a la vuelta.

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