14 agosto 2010

3- Nueva vida

Estaba acostada en una camilla, en una enorme habitación, donde doce personas me miraban fijo. Entre ellas, estaban Kate, Demetri y Felix.
Un hombre rubio, de ojos color miel, pálido, alto e increíblemente guapo, se acercó lentamente a mí.
-Hola Emma -saludó cortésmente-. Mi nombre es Carlisle Cullen.
-¿Cómo sabes mi nombre? -mi voz sonó rara, como si en vez de hablar estuviera cantando-. ¿Qué estoy haciendo aquí?
-En respuesta a tu pregunta, sabemos tu nombre, puesto que Kate te trajo aquí junto con Felix y Demetri -respondió-. Y estás aquí porque hay un par de cosas que debemos decirte, y que por cierto, no serán fáciles de explicar.
-No comprendo qué es lo que está ocurriendo -dije, presa del pánico-. ¿Qué fue lo que me pasó? ¿Qué estoy haciendo aquí?
Felix se acercó y tomó mi rostro entre sus manos, pero ya no las sentía heladas. Estaban tibias.
-Tranquila Emma. Todo está bien -me tranquilizó-. Cálmate y escucha con atención. Te lo explicaremos todo.
Traté de calmarme pero era imposible hacerlo en tales condiciones. Necesitaba que me lo explicaran. No sabía si sería capaz de tolerar esto mucho más.
-Emma, acabas de convertirte en un ser diferente a todos los demás -me dijo Carlisle-. Es algo difícil de decir y esperamos que lo entiendas. Alice, trae el espejo.
-Sí -afirmó una chica bajita, con pelo corto oscuro, el cual apuntaba en varias direcciones, y aspecto de duende. Era la dueña de la voz cantarina que había oído antes de despertar.
Cuando se dirigió a buscar el espejo, en lugar de caminar, parecía que estuviera bailando.
-Aquí tienes -le entregó uno bastante grande, con marco dorado.
-Emma, mírate en el espejo -me dijo Kate.
Me paré y me acerqué. La chica que se veía reflejada no podía ser yo. Era realmente hermosa, con cabello castaño oscuro con ondas, piel pálida, una figura bien formada y ojos rojos. Eso fue lo que más me asustó. Jamás en mi vida había visto a una persona con ojos rojos.
-¿Soy yo? -pregunté, dudosa.
-Sí, eres tú -respondió Demetri.
-Sé que puede asustar al principio, pero ya te acostumbrarás a tu nuevo aspecto -dijo Carlisle-. Emma, no hay otro modo de decirlo. Te has transformado en un vampiro.
Me quedé atónita. ¿Un vampiro? Se suponía que eran una leyenda. Éstos me estaban jugando una mala broma. ¿Acaso querían matarme de un susto?
-Esto no es broma –habló un chico de cabello cobrizo despeinado y ojos color miel-. No es lo que piensas.
-¿Cómo has…? No es posible que supieras lo que estaba pensando- le repliqué.
-Ésa es otra de las cosas que debemos explicarte -dijo una mujer con cabello de color caramelo, ojos color miel y rostro en forma de corazón. Ahora que me daba cuenta, todos los presentes, excepto Kate, Demetri, Felix y un chico moreno, alto y musculoso, tenían ojos color miel.
-Algunos vampiros tienen dones -afirmó Carlisle.
-¿Dones? -pregunté, confundida.
-Pueden tener “talentos especiales”. Como Edward -señaló al chico de cabello cobrizo-. Él puede leer la mente de humanos, vampiros y hombres lobo. Por esa razón supo lo que estabas pensando.
-¿También existen los hombres lobo?
-Sí, pero iremos de a poco. Te hablábamos de los dones. Algunos vampiros poseen alguno, como Alice. Ella puede ver el futuro, aunque no siempre es “exacto” -señaló a la chica bajita- , Jasper puede controlar las emociones –apuntó a un chico rubio, que al parecer era pareja de Alice, ya que la rodeaba por los hombros con un brazo- y Demetri es un rastreador.
-Pero no todos tienen dones -continuó Kate-. Aún no sabemos si tendrás uno, pero más adelante lo sabremos.
-Lo que todos los vampiros pueden hacer es correr y volar a una velocidad sobrehumana -dijo Alice.
-¿También pueden nadar a velocidad sobrehumana?- pregunté.
-Sí -afirmó.
-Entonces, -miré a Felix con horror- eres un vampiro y siempre lo has sido.
Felix asintió.
-¿Kate? -esta vez miré a mi amiga.
-Yo soy semivampiro. Mitad vampiro, mitad humana -parecía trise-. Hubiese querido contártelo, pero esa es la ley más importante de todas.
-¿Ley?
-La ley dice que no debemos revelar nuestra identidad. En todo caso, si desobedeces, te castigan con la muerte.
-¿Quieres decir que debo ocultar mi identidad vampírica?- pregunté.
Kate asintió.
-¿Hay algo más que quieras saber? -dijo Carlisle.
-Me gustaría que me contaran todo sobre los vampiros. Cosas que deba hacer y cosas que no deba hacer.
-De acuerdo. Primero, antes que nada, debes saber que sólo te alimentas de sangre, no puedes ingerir alimentos. Segundo, nunca te expongas a la luz del sol si hay humanos cerca. Tercero…
-¿Qué ocurre si me expongo a la luz del sol? -interrumpí.
-Creo que debes verlo por ti misma -dijo.
Me tomó del brazo y me llevó al patio trasero. El día estaba soleado. Cuando lo miré bien, pude ver que su piel brillaba, como si fuera un diamante. Rápidamente voltee para ver mi brazo, y observé que también brillaba.
-Por eso no debes exponerte a la luz del sol cuando hay humanos cerca -dijo Carlisle.
-Es…
-Todo puede ser confuso al principio. Ahora volvamos adentro.
Volvimos a entrar y nuevamente me senté en la camilla.
-Otra cosa que debes saber es que no puedes tener hijos. Y tampoco puedes dormir.
-¿No puedo tener hijos? -cuestioné.
Carlisle negó con la cabeza.
-Lo sentimos, Emma, seguro debes tener sed -dijo Edward.
Me quedé pensativa.
-Ven conmigo -Kate se adelantó y me rodeó por los hombros-. Te enseñaré a cazar.
-¿Cazar?
-Tú sólo sígueme.
Por segunda vez en el día, me llevaron afuera.
-Cazaremos un par de osos, ¿te parece? -preguntó.
-¿Cazar un par de osos? ¿A qué te refieres?
-Carlisle te dijo que una de las cosas que hacen los vampiros es beber sangre, ¿no?
-Sí.
-Pues bien, nosotras beberemos sangre de oso.
En ese momento, un chico alto, forzudo y de cabello oscuro, salió.
-Mmm, mi alimento preferido -dijo, con una sonrisa burlona en los labios-. Me encantan los osos. Llévenme con ustedes.
-Vete, Emmett -le mandó Kate-. Esta es una caza de chicas.
-No es justo. Siempre que hacen una caza de chicas no me dejan ir -puso cara de corderito-. Por favor, déjenme ir con ustedes.
Estaba a punto de decirle que nos acompañara, pero la mujer de cabello caramelo lo impidió.
-Basta, Emmett, no entretengas más a las chicas. Emma y Kate tienen que ir a cazar- le regañó.
-Está bien, Esme –dijo, dándose por vencido.
-No las entretenemos más, vayan de caza. Por cierto Emma, me llamo Esme -se presentó con una sonrisa.
-Mucho gusto -la saludé cortésmente.
Di media vuelta y Kate y yo echamos a correr hacia el bosque.
Comprobé que era cierto lo que había dicho Carlisle. Era realmente rápida. Increíble. Jamás había podido correr de esa manera. Me sentía como si estuviese volando.
-¡Detente, Emma! -exclamó Kate en ese instante.
Me detuve en seco y voltee a verla.
-No sigas corriendo -me advirtió-. Pisarás el territorio de La Push.
-¿Y qué con eso?
Kate se acercó.
-¿Recuerdas que preguntaste si existían los hombres lobo y Carlisle te dijo que te explicaría más adelante?
-Sí, lo recuerdo.
-Pues bien, déjame decirte que los hombres lobo son nuestros enemigos. Ambos se diferencian de muchas maneras. Tú tienes la piel fría, y la de ellos, en cambio, es cálida.
-No te sigo, ¿qué tiene que ver todo eso?
-Hace mucho tiempo hubo un problema entre vampiros y hombres lobo. Según escuché, un aquelarre de vampiros estaba cazando en las tierras de La Push. Un hombre lobo llamado Ephraim Black los descubrió, por supuesto que se enojó mucho.
» Hicieron un tratado en el que decía que si un vampiro volvía a pisar ese lugar, les revelarían a los humanos sobre su existencia.
-¿Por eso me dijiste que me detuviera?
Kate asintió.
-Es algo complicado, pero ten en cuenta que no puedes ir a La Push.
Recordé lo que me había dicho Embry: “hay una reserva ahí que se llama La Push. Es el lugar donde vivo.” Eso significaba que no podría verlo. Nunca.
-¿Qué te tiene tan pensativa? -Kate rompió el silencio que se había formado.
-Nada -respondí.
-Entonces vamos a cazar un par de osos pardos.
En el momento en que íbamos a echar a correr nuevamente, un delicioso aroma invadió el aire.
-Huelo algo -le dije a Kate.
-¿Cómo qué?
-No sé como explicarlo.
-¿Sabes de dónde viene el aroma?
Asentí, y señalé el norte del bosque. Kate me miró con asombro.
-¿Sabes una cosa Emma? Naciste para ser vampiro. No sabes nada de caza y sin embargo has podido identificar el olor de la sangre de siete osos.
-¿Siete? -cuestioné.
Kate asintió, luego tomó mi brazo y, nuevamente, echamos a correr en la dirección que había señalado. Al rato, llegamos al lugar donde estaban nuestras “presas” y, sigilosamente, nos escondimos detrás de unos arbustos.
-¿Y ahora qué? -pregunté en un susurro.
-Sigue a tu instinto.
Salí de mi escondite y me lancé sobre el oso más grande. Sin dudarlo dos segundos, abrí mi boca y clavé mis dientes en la garganta del animal. Kate me imitó, y luego de más o menos media hora, volvimos a la mansión Cullen, con nuestras ropas manchadas de sangre.
-¿Qué tal la caza?-preguntó Carlisle cuando vio que nos acercábamos.
-No fue tan difícil -respondí.
Kate estaba a punto de decirle algo a Carlisle cuando Alice nos interrumpió.
-Supongo que ya sabes como me llamo -se dirigió a mí con una ancha sonrisa en los labios.
-Por supuesto, Alice -le devolví el gesto-. Y también conozco a Esme, a Carlisle y los demás integrantes de la familia. Excepto a ella -señalé a una chica de cabello caoba y ojos color chocolate.
-Ella es Bella.
Bella se sonrojó y se acercó a mí.
-Mucho gusto, Emma- saludó.
Iba a saludarla pero no pude articular ninguna palabra. El olor de su sangre era realmente delicioso, incluso más que la de los osos.
Noté que todos me miraban con atención, como si tuvieran miedo de que la atacara. Entonces recordé lo que había dicho Kate el día que me transformaron, acerca de convertirme en un monstruo. Se refería a matar gente.
-¿Emma? -Bella se acercó más.
Instintivamente, me alejé de ella y salté alto hasta llegar a quedar parada sobre la rama de un árbol.
-¿Cómo lo hiciste? -preguntó Jasper.
-¿Hacer qué cosa? -lo miré, confundida.
-No la atacaste -parecía impresionado-. Te alejaste de ella cuando oliste su sangre.
- Bueno, -comencé- recuerdo que cuando estaba muriendo, Kate habló acerca de convertirme en un monstruo. Supuse que se refería al hecho de matar gente, y no quiero arrebatar la vida de las demás personas.
Bajé del árbol, aterrizando con un ruido sordo.
-Realmente impresionante -dijo Carlisle-. No muchos vampiros son capaces de ese tipo de autocontrol.
-¿Autocontrol?
-Es un control que todo vampiro debe tener para no atacar a nadie.
-¿Hay más cosas que deba saber sobre los vampiros?- pregunté.
-Muchas -respondió Esme-. Pero mejor vayamos adentro.
A medida que entrábamos iba pensando que tal vez la vida de vampiro no fuera tan mala. Forks me había llevado a esto. Pronto encontraría la razón por la cual me sucedieron todas estas cosas.
-Ojala encuentres la respuesta -dijo Edward.
-Gracias -agradecí. Ya no me impresionaba que pudiera saber lo que estaba pensando.
Los demás nos miraron confundidos y yo sólo negué con la cabeza.
Este sería un nuevo comienzo. Lleno de sorpresas, alegrías, tristeza, amigos, familia.
Y quizá un nuevo amor.
Esto era tan solo el principio de mi nueva vida. Una vida como vampiro.

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